24/7/07

El trío Masotta, Arlt, y Yo Mismo





Masotta no hace un “sicoanálisis existencial” de San Roberto Mártir Arlt, lo deja a otro inquisidor futuro. Se detiene menos en “el hombre Arlt” que en “el hombre de Arlt”. Todo en Arlt es delirio, pero delirio veritativo narra Oscar Masotta. Sus personajes – dice - son ridículos irrisibles. Es la gran diferencia, hay que añadir, con los de Marechal, que son la risa de los ángeles. El lector arltiano – como Maldoror – no puede reír - . El tema-masotta sería este: la decisión entre Destino y Elección, o sea entre Lacan y Sartre. El timonazo ejemplar de Masotta de Sastre a Lacan, de difusor sartreano a propagador lacaniano está en eso. Y Arlt – escribe Masotta cuando escribe sobre Arlt – toma parte por el destino. Sus personajes no pueden dejar de ser lo que son. Están condenados. Pero no a la libertad: a ser lo que son. Habría que decir: la Contranausea es la patología que muestran esos seres patéticos. Para la época la cuestión era el legado de Marx: o determinismo histórico o praxis para transformar la realidad; el lado de la necesidad y el lado de la libertad. Después pudo llamarse “ontología de la libertad” versus “estructuralismo”. Masotta, al final, también elige el Destino. De ahí la justeza de Arlt. Artl contra Sartre enton. Masotta lee a Arlt con el armazón de Sastre pero al final no descubre la elección sino el destino. Elige a Arlt contra Sartre. Arlt al final lee a Sartre, al contrario. Arlt Masotta y Erdosain se triangulan. Y llegan a Lacan. Erdosain conduce a la estructura como Roquentin conducía a la conciencia. Última traición de Arlt: a Sastre. Confiscarle a la derecha la idea de destino. Eso dice Masotta. Un hito evidentemente. Un hito de la “izquierda argentina”. Un hito del pensamiento teórico de la lumpen-pequeñoburguesía marxista argentina, que por obra y gracia de Arlt pasa de la idea sartreana de libertad – propiciada por Sastre para la ilusión de un desclasamiento pro iluminación de la revolución socialista del sujeto burgués, por ejemplo el mismo Juan-Pablo – a las ideas desconsoladas de estructura y del inefable Edipo, esas “últimas barreras de la burguesía al marxismo” según se atajaba Sartre por la época. Como se ve el lacanismo heroico argentino comienza su historia con un acto de bandidaje anarco, una expropiación a la burguesía pero –ah – no de tierra o dinero, sino de una idea. Y es culpa de Arlt.
La lectura de Masotta tiene – axioma: - manifiestamente todas las características de su época y su grupo, tematizan la fascinación morbosa que provoca la categoría “clase media”, a la que detestan porque es lo otro de sí, lo propio de lo que quieren huir y dicen repeler. Masotta olvida aclarar que en su presente histórico posperonista la clase media era una entidad bastante cierta; pero no en la de Arlt, ni la misma. En el análisis de Masotta da la sensación de que todo lo que podría ser atributo de lo que pudo haberse llamado hombre, naturaleza o condición humana, estructura del sujeto, lo es sólo del sujeto clase media. Es menester espantar un tipo de metonimia y pasar de una posible remisión antropológica a una justeza sociológica. No corresponde el barrunto de estructuras existenciarias de los personajes de Arlt sino configuraciones de clase. Todo, en el análisis de Masotta, remite a la entidad “clase media”. El clasemedia arltiano está más acá del bien y el mal; está en medio, dividido. El asesinato y la traición es lo propio en ellos; son tránsfugas dice. Masotta muestra y denuncia en Arlt lo que él mismo ejemplifica sintomáticamente: que el proletariado y la clase dominante son lo incognoscible; en este caso lo inempírico, lo que no puede ser pasible de una fenomenología; es la continuidad que obra Masotta: sólo hay empiricidad vivencial de la “clase media”, medida entre los años 30 y los 60, entre Arlt y Masotta. El método de Masotta el final es el mismo del de Arlt, adaptado. Todo lo que Arlt dejaba afuera, deja afuera Masotta: el proletariado y las clases altas. En el mundo-Arlt hay un afuera inenarrable: la clase obrera y la clase dominante, y un adentro permanente: el flujo y reflujo de la pequeño-burguesía al lumpemproletariado. Arlt no quiere describir la pirámide social en su conjunto sino la interioridad de una clase, la clase reversible. Masotta descubre casi a despecho una ligadura entre traición y destino, que por ahora sólo puede ser indicada dentro de una determinada formación sujética que juega un cierto rol – impreciso - en la lucha de clases, más cerca de la ficción monetaria que de la vericidad matérico-objetual. Para lograr la dignidad de clase es menester la traición. Lo que no llega a enunciar Masotta es que para recrearse a sí mismo y sujetarse en un entorno social el sujeto necesita de la traición. No es posible plantear una antropología general de la traición constitutiva. Una frase célebre de Sartre: la violencia es el hombre recreándose a sí mismo. Pero la conclusión menos soportable que deja la lectura penosa de la ficción de Arlt cambia de sustantivo, traición por violencia. La traición forja la consistencia de la sujetación. La traición como lazo y principio de realidad, como apertura del otro y al mundo, y como reverso de cualquier aducción ética. El truco es remitir a la “clase media” lo que a lo mejor la excede, lo que – en la forma que fuere - parece estar a la base de cualquier construcción ontogénica. Por lo pronto, la única traición experimentable, es la del lumpequeñoburgués. Por lo menos, es la única traición visible, ya que esa “clase media” es la clase visible, cuya entidad está en su exterioridad, en su ser para otro, en ser el objeto de la mirada. Es lo que uno – el tonto de la lectura – puede no dejar de preguntarse: ¿Arlt describe circunstancias facticias de una puntual sociedad de mierda o una destinidad inabolible como algo transhistórico? Los cínicos – creo que se cree - no creían que el mal o lo deplorable eran elementos propios del sistema capitalista ni del modo de producción asiático ni de la polis ateniense. Hablaban de gallos sin plumas no de chanchos burgueses.
Mal que mal Arlt queda. Después de Menem, toda cruza entre pequeña burguesía o clase media y lumpenismo, recupera vigencia. Menem permitió leer a Sócrates y releer a Arlt. Las categorías de “Contorno” quedan en stand by, a gusto de cualquier uso salvaje de cualquier cualquiera. No son lo in. ¿Qué hay para decir sobre la “clase media” como chivo expiatorio? Hoy el impresionismo sesentista de Masotta es demodé. Lo que la – modal – fuerza de las cosas impone podría ser leer a Arlt en cotejo con ciertos categoremas o nociones de “la filosofía”, un mundo tanto más light cuanto documentado, la relación de Arlt con el “cinismo”, ejemplo. Vamos hacia ello.
Arlt es nuestro, es cínico.



18/7/07

La Máquina de Extraser Chorizos


(“La Máquina Deleuze”.Tomás Abraham y el Seminario de los Jueves. Sudamericana. 2006)



De la lira al erque, de la siringa a la quena


Voy a enumerar las principales tesis del artículo de Tomás Abraham[1]: la principal es que Deleuze es un colla. O sea que aquellos apesadumbrados que viven de la inquietud por si “¿existe una filosofía argentina?” podrían ir disponiéndose a cruzar la frontera de La Quiaca porque, en efecto: hay una filosofía boliviana. Aunque, también, como la argentina, se hace en Francia.
Segunda: el delecismo (yo escribo así): es un circo anacrónico. Escolio personal: por eso yo soy deleciano; lo cual me permite unir dos pasiones a esta tercera: el deliberado anacronismo que promoviera Jorgito Borges con el improvisado filosofar circense (“circo y filosofía”) manipulado por el eslavo nacional Gombrowicz.
Empero – apéndice – Abraham dice que los delecianos somos gente seria. Ahí yo creo que patino.
Tercera o cuarta: la filosofía de Gilles no es una gilada ni es para los giles; es una locura. Addenda: la filosofía es una locura. Sino – suma Tomás – sería una señora gorda o con trajecito sastre: una ciencia social.

¿Cuál es – grosso modo – el sinónimo microfascista nacional de “colla”?: bolita. Cuando una hinchada argentina erotoagrede a otra afición par suele decirles que son: “todos paraguas y bolitas”... Vemos un antecedente autóctono de los badiuístas.

Imaginemos una decimonónica feria de variedades con mestizas jujeñas barbudas, y hombres elefantes entre biombos disertando metafilosofía posmetafísica en aimara entre antisicóticos y ribotriles.

Un campus deleciano.



Ni al enemigo justicia



Los enemigos del delecismo tomasiano son tres más que nada: Negri, Zizek, Badiou. Son – del lado izquierdo – los que vienen a reemplazar a Derrida Lyotard y Fucodelez y secundones para una parcialidad de esta época que proclama el recambio. O el reciclaje Kitsch de la época de la patota trosca o monto.

Acá se les llama “policías lacanianos” y “estalinianos plurilingües”. Consideran que Deleuze es un filósofo “metrosex o posmo”.

Éstos, al igual que ciertos sectarios que marcan tendencia fuertemente en la filosofía rosarina (dominada por lo que yo llamo “el Espíritu de la Siberia": primero sicoanalizate, después hacé monografías o mutis) discriminan dos Deleuzes. Como dice Dolina: el primero y el segundo. El uno es el admisible: “el que conserva las glorias del lacanismo”. El otro el insoportable: el sembró la lepra de la canalla de los antiedípicos. Digo lepra porque los froidianos son los que se llamaron a sí mismos introductores de la “peste” en el mundo (Freud mismo lo dijo creo que cuando viajó a Estados Unidos), con un éxito sobresaliente en la Argentina e insuperable en mi barrio. Se sabe por Foucault que la peste es hacia adentro y la lepra hacia fuera: los apestados se aíslan en comunidad; los leprosos son echados de la comunidad sin “Apología de Sócrates” posible. Digo leprosos y canallas para no hacer un distingo de otro orden, pero vale ser de Boca (bosteros) Central Córdoba (charrúas) o astemio. Y porque canalla es vulgo, lumpen, y viene de can, o sea de Diógenes, que no tenía Edipo.

Los que creen que Deleuze es “un nuevo misticismo oceánico” viven de “la mala fe y la viveza metafísica al servicio de la Pastoral lacaniana” (página 117).

Badiou se dice corajudo, pero acá se le dice cobarde; se dice amigo de sus amigos de la farra y de la vida, pero acá se lo involucra con la causa de “las pasiones tristes” y el “resentimiento”, las dos fuentes del típico insulto deleciano: Spinoza (1), Nietzsche (2). En “Batallas Éticas” se lo trataba mejor.

A los amigos badiuístas les proponemos que escaneen la página 121.





Amor platónico invertido: infiel



Abraham dice que ama a Deleuze pero le es infiel y que celebra un encuentro de mocedad y comete un acto de gratitud. Porque les permitió a los sudacas rumanos judíos zurdos y tartamudos – ¡y de Vélez! – como él, entrar al gran Liceoacademia bimilenario y medio de la Filosofía. Es un filósofo que promueve la movilidad social ascendente.

Yo pienso de todos modos que los delecianos en la Argentina suelen estar más cerca de la herencia pos “Argentina-latinoamericanizada” del salón de Victoria Ocampo que de los ex quechuas del Gran Buenosayres sojuzgados por explotadores coreanos, que no están muy duchos en esto de la “recepción” acelerada de las corrientes francesas. Casi me incluyo, pero es sólo una impresión, un resabio dudoso de mi costado de peronista lacaniano o pornopolites.
(Ojo: yo soy otro)

Negri Zizek Badiou son los “pornopolíticos”: los que convidan a matar gente con declamaciones de sentencias ilustradas. Ese es el concepto tomasiano.

A título impersonal debo destacar dos cosas. El destino flagrante de Deleuze es la calle y el academicismo. Las dos cosas le fueron ajenas; las deploraba. Odiaba la doxa y odiaba la lucha; en eso tiene razón Badiou. Y no soportaba tampoco a los que en vez de ser como Spinoza vivían del cuadro sinóptico de la Ética. Tomás Abraham lleva a Deleuze a la riña callejera y a las aguafuertes porteñas. Sus seminaristas y el libro “La Máquina…” no escapan demasiado a lo segundo, al compendio devocional. Dice ser un nischeano moderado (anarcosocialdemócrata se podría añadir); pero es más un gombrovichiano moderado. Su método es Gombrowicz a la argentina. Pasado por Arlt Marechal Macedonio o un sociologismo jaurechista posgoriloideo onda mezzo-Arendt mixturados con los nuevos metres francófonos que hacen neofilosofía de la pantalla. De Deleuze al final, casi nada, la chapa de haber estado ahí en aquel entonces tomando cursos con Canguilhem y Miguel.

Ningún transgresionismo, quiero aclarar, en estos modales barriobajeros; apenas un poco de ganas. No hace falta ser una secretaria para convivir con otras vidas filosóficas.

Yo como gombrovista más sauvage – más puntual – que apenas conoció a Aldo Oliva y Nicolás Rosa de a diez metros no puedo aportar mucho: comentar sus chistes y exagerarlos. Y que los eunucos bufen.





Quizabobo de la Sexta





[1] “Contra la pornopolítica”.

8/7/07

¿Esnob o se hace?...Tributo al Desastre



En el polo opuesto a Badiou, desde esta Antártida y su frío cruel peor que el odio, hemos intentado presentar desde las páginas de “Esquizia” al Filósofo-Desastre: un filósofo cualquiera. Y al Filósofo-Malo. Malaonda, mal tipo. Hemos intentado mostrar la vida de un filósofo infame. Un filósofo perverso y peligroso que deja al viejo Esquizofrénico con su Baobab, y se aferra al Paranoico, al malo de la película, al Paranoico-Fascista. Un filósofo-que-no-deviene, filósofo duro, que cambia el chocolate por la esnifada. El Filósofo-Traidor, enemigo de Platón, y llegado el caso, más todavía de la Verdad. Más amigo incluso del Astrólogo arltiano que de su sosia Lacan. Un fascismo por encargo. O no. Una filosofía que espante. Un filósofo que espanta, un filósofo canalla; leproso en realidad - en probable sentido fucoltiano -. Un filosofo cualquiera (…se sabe: a lo mejor esto que estoy diciendo es mentira…) puede provocar Miedo o Risa, en los peores sentidos: Terror y Ridículo. Homicida o pícaro. Criminal o simpaticón. Provocador de odio y o lástima. Ser “filósofo” es ser un personaje. Por eso el verdadero filósofo nacional es Samuel Tesler, personaje marechaliano edificado para mostrar cómo una vida filosófica se sostiene denodadamente a contrapelo de la vida de los hombres infames, a base de fardos de Ternura y Ridículo. Invertir a Samuel Tesler más que al platonismo, mostrar, entre sarcasmo paralogismo, orgasmo y sofisma, la vida puerca del filósofo, su vida antifilosófica, ciertamente.



Darwin y el Evolucionismo Sexual Infantil en Barrio Tablada



Hoy leo una Historia del Barrio la Tablada. Descubro lo que nunca tuve bien en claro, un rumor, algo que me acuerdo me dijo una vez en aquel entonces Juan Carlos, mi amigo de la primaria; que por calle Ayacucho había pasado San Martín. Por calle Ayacucho conocí a Juan Carlos. De la mano oeste, del lado de la Vigil, había una especie de triángulo tipo equilátero de cemento; cada lado era una plancha de cemento, y no se me ocurre en absoluto qué función podía cumplir ese monumento plebeyo y absurdo y charrúa a la geometría universal. No recuerdo la circunstancia pero cada uno de nosotros subía por uno de los planos inclinados del bodoque de hormigón a los efectos nobles de agarrarnos a trompadas en la cúspide. En la inminencia del suceso la madre de Juan Carlos – que vivía justo enfrente - le pega el grito y él opta por retirarse de la lid salvándose – hay que confesarlo – de la feroz paliza. A los meses entré en la escuela Vigil, en tercer grado, en el curso donde estaba Juan Carlos, que me tomó del brazo y me sentó en el banco con él. Y a partir de ese día fue mi mejor amigo durante toda la escuela.

Vivíamos en la misma manzana, él por Ayacucho y yo por Virasoro. Doscientos años antes de que yo naciera, se estableció en esa precisa manzana La Posta del Rosario de los Arroyos en el trayecto de Buenos Aires a Santa Fe mediando entre la Posta de Arroyo Seco y la del Espinillo. Este suelo que ahora piso no era más que Pampa, no Rosario. Rosario quedaba donde todavía sigue quedando, en el Microcentro, al lado de la Muni, que no existían, sólo había un caserío y una pre-sede de Ñuls. La posta, parece, desapareció a partir de 1833, el año de las Malvinas, el año en que las Malvinas fueron tomadas por los ingleses. El año en que yo me peleé con Juan Carlos fue el de la Guerra. Desde el mismo banco doble blanco y con pupitre entregamos los dos nuestras latas de paté de foie probablemente Swift arengados por Pinky y Fontana supuestamente enviadas a unos pibes que tenían justo 10 años más que nosotros, 18.
Efectivamente por esa posta pasaron San Martín, Belgrano, y Charles Darwin. Lo que yo sostenía con fervor incólume en aquella época, contra la idea de Juan Carlos, era, precisamente, el darwinismo, en todo caso versión 8 años. “El hombre desciende del mono” escuchaba Juan Carlos con pavor. Parece que la educación peronista de Juan Carlos no incluía esta máxima contemplada por mi educación en base al laicismo socialista de mi padre… Hice intervenir a la señorita Beatriz, ante el descrédito casi unánime de la clase (salvedad tú, compañero cientificista de entonces Guillermo O`Toole), que tuvo que aceptarlo pero con evidente malestar y resignación. Fue en la escuela Vigil (intervenida por el gobierno militar unos pocos años antes) el último año del “Proceso”. No “creía en Dios” por entonces (era como Santaolalla, el terror de la abuela); creía acaso en la bondad carismática de Robert Powell, alias Jesús de Nazaret según Franco Zeffirelli, cuya epifanía patenciaba yo en Pascuas o Navidad cada año por Canal 3 0 5, y que me impresionaba más que la foto del jipi con toga que tenía mi abuela sobre su santo lecho.

Yo también fui positivista. Nunca fui inteligente pero a los 8 años, si bien me cautivaba Jesús Powell, no creía en Dios sino en el Mono. Aquella mañana en el aula de ese modesto Edén Kinder, la Vigil, hice mi primera intervención pública en mi rol de Teórico Infantil, todavía en ejercicio. Eran las oscuras épocas del Proceso y del Proceso Ontogenético (Nota de Otro: guiño a los sicobolches…). Quizá fuera mérito del laicismo pequeñoburgués de mi padre más los aportes de Cosmos de Carl Sagan y la National Geographic que traía mi señor padre junto con la Humor. O quizá fue no más el espíritu tabladense de Carlín Darwin, ese inglés piadoso y crédulo, también invasivo. Mi propia debilidad por la esquizofrenia o Macedonio o Nietzsche me enseñaron apenas poco más tarde a no tener necesidad o posibilidad de creer ni en ateos ni evolucionistas, sino es probable que hoy estuviera haciendo méritos para un cargo en la secretaría de cultura del partido de Binner.


Quizabobo

República de la Sexta

Fuentes:

Historia del Barrio Tablada y la Biblioteca C. C. Vigil. Jorge Malla.
Historia del Universo. Isaac Asimov.
Historia Argentina. José Luis Romero.
Vida y Milagros de Estévez Boero. J. J. Giani.
Conversaciones con Lalo Cura. Luciano García.

La Causa del Cínico


¿No entiendo, o no quiero entender?



("La Ética" de Alain Badiou)









La única verdad es lo real
Perón leyendo los Seminarios


a García Ponzo



De la Metafísica como Mal a la Metafísica-sin-Desastre




Como era de esperar, tenía que llegar el momento en que el imperio de los filósofos de la sospecha, de los filósofos del lenguaje, de los filósofos crípticos, de los filósofos loquillos, entrara en merma. El pressing de los honestos hombres de la universidad se hacía irresistible, se sentían incómodos teniendo que sostener esa mole embarazosa de significaciones que no cuajaban demasiado con sus mesurados estilos de vida. La resurrección del pragmatismo, siempre más modosito que esos galos seudopeligrosos en el papel de teóricos del hampa, con sus neotolerancias y liberalismo civil (no-salvaje), es un ejemplo. Otro es Badiou, un hombre que se dice pla-to-nis-ta, un hombre que dice saber de matemáticas. Podemos comenzar a respirar un poco más tranquilos. Esto es a primera vista más digerible para un empleado del sistema universitario, un señor que hable de platonismo y matemáticas y no de trasgresión, alcohólicos, esquizofrénicos, o de defender a los fuertes de los débiles.


Volvemos a recitar una vieja pregunta que se formuló a la vuelta de casa: ¿Es necesario ser-bueno para ser-filósofo? ¿Eran Malos o Buenos Lacan Althusser y Foucault? Es la interrogación con respuesta adjunta que lanza Badiou en su prestigioso opúsculo llamado “La Ética”. ¿Eran pregoneros de la resignación a lo que hay, de la indiferencia al destino de la gente, de, en definitiva, el cinismo, el alarmante cinismo, el cuco-cinismo? No dice Badiou, eran “militantes atentos y valientes de una causa”. Del bueno y el malo, al cínico y el fidel hombre. Hay demasiadas sospechas en torno a las bondades de eso tres sabios extintos y páginas acumuladas a ese propósito[1]. Olvidémoslas hoy, empero, y sigamos con Alain. ¿Qué eran entonces estos prohombres de la Idea francesa? Eran fieles dice su amigo. Y fidelidad y causa para Badiou suponen ética verdad y acontecimiento. ¿Pero eso qué significa? ¿Abolir el lado oscuro de la luna, la condición proteica y escindida? ¿No se es fiel y cínico a la vez? ¿O el mundo se divide en Fieles y Cínicos? Fiel es el Antianimal que conceptúa Badiou. El No-ser-Paralamuerte. En tanto que tal. El “Inmortal”.
Recuerdo una frase de Borges que no recuerdo sobre la inmortalidad. Decía algo así como que siempre hay alguno que se cree el primer inmortal. Y Alain Badiou hace de la inmortalidad una filosofía. O una filosofía para inmortales. No es ni la inmortalidad cristiana ni la inmortalidad macedoniana en la que podría acaso haber pensado Borges en ese momento. Contra el “vacío del hombre desaparecido” de esa forma parcial del macedonismo que fue el fucoltismo y su furor todavía en vigencia, y ante el enigma del Supermán nischeano que no se supo nunca muy bien qué era dibujó su Inmortal, que tampoco parece ser ese sujeto de la especie al estilo del mezzodarwinismo de Schopenhauer. Es… es… ¡es un Platonismo!. Es a diferencia del depredador-víctima una entidad capaz de “entrar en la composición del devenir de algunas verdades eternas”. Tanto la Bestia Vitalista como el Serparalamuerte hipocondríaco de los jaideguerianos están más allá del Bien y del Mal. En cambio esta forma novedosa de “platonismo”, que no se ve por qué no es un relativismo, alienta por lo tanto una Idea-de-Bien sin embargo antitotalitaria. O sea…re… ¿relativista?
[2]
¿Relativismo como eternismo singularista?


La “ética” normal ante la que adversa la de Badiou es religiosa: tiene un concepto negativo y victimal de “Hombre”. Pero para Badiou sólo hay ética de. De los procesos singulares de advenimiento de verdades. La ética de Badiou entonces no es religiosa pero es ontológica, si lo ontológico tiene que ver con la verdad, y en este caso la verdad tiene que ver con los valores. El no-valor – la “economía” por ejemplo – es una voluntad de nada, de muerte, nihilismo negativo-pasivo en Nietzsche básico. Se sabe en realidad que separa verdad de ser y sentido, y deja el ontos a la “matemática”; o sea que es una ética no ética pero no ontológica · La ética badiuísta como ética de las verdades propone, tal como la piara epicúrea procuraba la evicción del dolor, evitar el Mal, esto es, el simulacro, el terror, la traición, y el desastre.


El Mal es terror traición y desastre. Y simulacro. Algo parecido a aquello a lo que los campeones de la Escuela de Viena llamaban “metafísica”, un vicio que, básicamente, consistía en expresar lo inexpresable, nombrar lo innombrable, es tenido por Badiou como la forma ejemplar del desastre. Querer la nominación de lo innombrable a cualquier precio – dice – bajo la condición de una verdad. Eso es el Mal y el principio del desastre. La democracia flagrante, la que existe, es el Reino del Estado Cínico, relativista; el Emporio del Sofista. Hay que sacar al Filósofo del lugar del Sofista. Y a Lacan, Althusser y San Foucault. Foucault y Deleuze querían alegremente ser metafísicos, fantasmofísicos se decían. No se trata de poder o no erigir una metafísica de acuerdo al sino de una fatalidad. La metafísica es posible – al contrario del autoengaño positivista, una metafísica denegada -; incluso es posible sin-Mal. Metafísica-sin-desastre. Badiou prefiere la palabra filosofía, aunque se sabe por Foucault que el sicoanálisis también es una metafísica. El denunciado o descrito estado-cúlmine de la Metafísica no impide la invención de metafísicas singulares, ni obliga al Simulacro-de-la-Metafísica, o a la Metafísica del Simulacro, con su Terror su Traición y su Desastre. Si el Mundo está lleno de Fascistas no hay que incendiarlo. Es más: el mundo lo que está es lleno de Fieles. Hubo un día de la lealtad, y hay una ética de la fidelidad: ¡Avancemos! dice.





El Cínico & la Histérica: discontinuación de Badiou



Badiou nos dice: los sofistas actuales son los llorones de la otredad la tolerancia la diferencia el respeto a la multiculturalidad. El sofista bueno. El sofista cristiano-cantiano, el que dice que hay que ponerse en el lugar del otro. El todo-otro, el todo-al-otro. No hay una Gran Ética total o general. Hay lealtades. Tampoco dice: al amigo todo, el enemigo ni justicia. ¿Evita (o) Vive? El Animal vive; el Badiou evita. El “Mal”; evita el mal. La fórmula no es “ni yanquis ni marxistas”. Es ni cínicos ni cristianos. O de otra suerte: ni cínicos ni cantianos. ¿Hay un jeguelianismo reservado en Badiou, antitotalitario llegado el caso? ¿Una especie de afirmación de la tradición de aquello llamado Sittlichkeit, enfrentado a la idea de una Moralität inubicable?
Doble batalla: contra el Sofista-Cínico, y contra el Sofista-Religioso. Contra el Sofista-Cínico la lucha contra el Infiel, ¿una cruzada? Contra el Sofista-Religioso, una mezcla de Levinas con Cavallo, o sea el otro absolutizado y la economía como un destino y un novalor - especie de discurso-único del bien banal in fraganti - , la Lealtad-a-un-Azar-redoblado-en-Eterno. Un platonismo molecular. ¿A qué se puede dedicar un filósofo badiuísta? ¿A un arte de la sospecha orientado a discriminar el trigo acontecimiental de la paja simulacral? El filósofo puede defender una Causa, una Idea, un contenido. El filósofo es un faccioso. De cara contra el Mal (a saber: simulacro traición desastre), es un faccioso pro-Notodo. Un faccioso no un fascista. Cultiva una Verdad, y pelea por ella; dentro de un límite: el de la evasión del Mal. En realidad no es un faccioso; no se trata de adhesión a un hato sino a un hiato, ni fidelidad a un alguien. Más bien a un ángel, al ángel de un real. Fidelidad al acontecimiento. Fidelidad al agujero.
Encuentro, profiere en alguno de sus libros el escritor lacaniano de Junín Germán García (que lo agasajó en su caída a la Phampa), es una palabra que suele estar en boca de las histéricas. Interesa momentáneamente este uso bien pampeano de lo lacaniano, más cercano a un automatismo de la sospecha acaso antifilosófico que a los propósitos contemporáneos de hacer encontrar a Lacan con la Filosofía. Manto provisorio de sospecha y cachada para acercarse a Alain Badiou. Palabras afines – en esa boca roja- : fidelidad. Y en el teatro lacaniano teníamos –acuerdensé – a la Universidad, al Amo, a Lacan, y a la Histérica. Esta salida de Lacan del seminario lo lleva a ¿dónde? ¿El “Sujeto” de Badiou es el de Lacan, o el sujeto del sicoanálisis? Aparentemente no.

Dos adversarios, que pueden ser el mismo: los pregoneros de la indiferente resignación y “los sostenedores de la `ética´ y de los `derechos´”.
El “cínico” es… ¿el Animal-Inmortal? En tanto que Animal-Inmortal el Filosofo ¿qué es? ¿Un Cínico? El Filósofo, enton, no es “el Hombre”. El Hombre, antaño animal-racional, hogaño fiera-inmortal, es – gay-discreto o Klint Easwood
[3]– “Foucault” en cuanto queda atrapado (o atrapando) en una – como diría Sabato – encrucijada: el ejercicio del homicidio epistemológico (“Las Palabras y las Cosas”), y el reclamo de los Derechos Humanos (“último-Foucault”). Derecho a una tumba digna. El “Filósofo”, pues, habla – como diría Foucault mismo – como portavoz y grama de una Causa, de la vigencia de un acaecimiento de Verdad por el que fue coptado, en tanto que tal; o sea, que Inmortal. No como Animal (id. est.: Victimavictimario). Y el “Filósofo” en cuanto “Hombre” ¿qué es?: un “Cínico” parece: un señor que sale a decir que no existe el hombre y que si. ¿Existe el “cínico”, o sólo hay formas, malversadas u óptimas, de fidelidad? ¿O sólo hay fieles? ¿Cuál es la Causa del Cínico? ¿El Cínico es un rebelde sin causa – un otro de dios cualquiera- o es que hay una causa del cínico? Axiomáticamente, sería la causa de las opiniones y los saberes en cuanto se encuentran – enfrentan - con un acaecer veritativo. Pero el pregón de la resignación a lo que hay y la indiferencia al destino de la gente – si existe ese ente configurado maliciosamente aquí - ¿no tiene fidelidad posible? Me quedaré pensando en eso, en el ejercicio y el arte de detectar al cínico, y tirar la piedra prima. ¿Quién es el Cínico? ¿Quién es cínico?





Encuentro con el de moño



Da la sensación de que hay una idea en Badiou que es de inspiración sicoanalítica y lacaniana. Badiou tiende a relacionar con probable tino filosofía y desastre. Deuda extraña contraída de aquella tradición que empezó con Sigmund Freud, que como debe de haber comprendido Deleuze, tenía tanta mala espina con los “filósofos” como con los “esquizofrénicos”. La sicosis y las filosofías son como el Mal del froidismo. Y esta idea pasa de una manera al inventor de la “antifilosofía”, un tal doctor Jacques. Sin embargo a tipos que Freud tuvo por filósofos Badiou tiene por antifilósofos; caso ejemplar Federico Nietzsche. Y entonces el “desastre” pasa a coyuntarse con los, más bien, “antifilósofos”; probable excepción en el propio Lacan. Así la “filosofía”, pasada por el sicoanálisis, se desparasita del lastroso desastre pretendiendo avizorar de nuevo una especie secularizada de remozada Idea de Bien, no exactamente la de Papá Platón, que fue el precursor y abanderado del desastre filosófico mundial. Desastre sería ocupar un vacío, no con otro vacío como hacía o decía que hacía Macedonio, sino con un afán de lleno, lo que para la malicia desacreditada de los froidianos es algo como una pasión morbosa por lanzarse del ruedo de las faldas al misterioso fondo del útero, la forma equívoca, fallada, de la filosófica preparación socrática para la muerte, Tánatos. Ora cosa sería la eu zen de resignarse a esquivarle al Mal.

Nietzche Marx y Freud se abrazaban invirtiendo al platonismo y a la par al sicoanálisis en los locos años del Antiedipo mancomunando positivamente a los filósofos con los chapita, los esquizos, codeando fuera al lacanismo demasiado humano. Badiou desinvierte al platonismo y saca a Lacan a la episteme y la plaza pública, al histeriqueo con el Eidos y la Ortosdoxa, esto es a una Weltanschauung, a ese lugar donde Lacanfreud decía-n no ir pero…iban. Un nuevo freudomarxismo sin freudomarxismo saca la chapa del doctor Lacan para escribir sus aguafuertes matemáticas.





Platón Platón
(Finida)



Un filósofo que hable de las éticas de las verdades y del bien asusta a los chicos malos como uno. Espanta.
Sentado siempre en los últimos bancos, el de los que leíamos a los franceses que leían a Nietzsche, acostumbrados al estilo “épater le Platon”, nos apoltronamos con decidida desconfianza para la lectura de un filósofo con tal catadura.
Deleuze un sofista contra las ominosidades profijeza de la multivosidad de las significancias en los discursos, en tanto hacedoras de la vil mudanza de la doxa y el fascismo del deseo; un sofista cultor del “concepto”. Badiou un platónico sin Topos Uranos, de la singularidad de los acaeceres. Se enrarece la cosa. Vista así, podrían estar del mismo bando. El Platonismo y el Invertido. El “Platonismo Invertido”, por lo menos en Deleuze, no es una “Antifilosofía”. Parece que eso dice Badiou. Deleuze contiene al platonismo inverso del maestro Nietzsche fuera del circuito de la práctica antifilosófica, ejercida por el mismo Nietzsche.

Siempre los filósofos se están queriendo ubicar en un lugar de privilegio, quizá no sólo los filósofos. Badiou tiene un cierto sentido épico, y cree en la herencia. Se declama heredero pero de los antifilósofos: Lacan, Nietzsche, Wittgenstein, cita. El siglo XX, se podría pensar, fue un siglo antifilosófico, con la chapa de la filosofía vendió, en sus nombres más conspicuos, antifilosofía. Badiou los recoge, recoge el legado de esos grandes forasteros y los asimila a una filosofía en certeza. “La filosofía es siempre la heredera de la antifilosofía”.

El gusto clásico que impone Badiou, tengan la seguridad, va a ser bien aceptado en esta época filosófica argentina, con todo el júbilo que los búhos pueden dejar traslucir en su talante inmóvil. Dice dejar hablar al sofista como quien dice a los locos hay que seguirles la corriente; dice perder al antifilósofo cuando la filosofía se recobra de su convalecencia, cuando “ha establecido su propio espacio”. Y uno puede sospechar que estamos en ese momento, y puede sospechar que, quizá, gracias al señor Alain.

Tiene un elemento álgido, ríspido Badiou. Un señor que todavía se dice maoísta, que putea contra el parlamentarismo y la economía de mercado, que invoca a la escuela del hampa frachuta (Althusser, Lacan, Deleuze-Foucault…), no es alguien al que uno querría así como así entregarle a su hermana como si fuera un promisorio y honesto abogado. Pero el M.O.F.A., el Movimiento Obrero Filosófico Argentino, sabe el arte del despistado, y saber hacer pasar por abajo esos deslices menores, esas notas de color del resto no filosófico de una vida filosófica, con tal de acaparar con albricias la llegada de un nuevo gurú de la Academia, de la academia en su sentido etimológico condescendiendo a su sentido flagrante. Alguien que con el aval de venir de ahí y ser del mismo palo, con gesto amigo nos convida a, sutil, gentilmente, codear fuera al sibilante o aturdido imperio de la desmesura de los poetas y los sofistas, de los Heidegger, los Niestzche, los Derrida, los Hermenéuticos, los Posmodernos, los…en fin. Y el que no sepa geometría, que se las pique a su casa…





Cachando flogistos
(Finida Bis)




El propósito de Badiou es restablecer una nueva retórica fuerte de resurrección del discurso especulativo-emancipatorio condenado por ahora a un expandido estado crítico mundial, a un irrespirable manto de sospecha en todos los campos del orbe; recuperar la dialéctica, sino la marxiana al menos la platoniana. Y nada de apelaciones maricas a la buena voluntad, al imperativo categórico o a la otra mejilla. Las formas del hedonismo, utilitarismo, vitalismo, cantismo, jaideguerismo, nihilismo, son retrucadas por la ética veritista. La comunicación, incluso, es doxa no verdad: abajo también los consensualistas comunicativos estilo Habermas, y abajo todos los que quieran creer en la creencia; es otra cosa: fidelidad: "Ama lo que jamás creerías dos veces". Y va con toda: dice Verdad, dice Platón, dice Matemáticas. Y le adosa Humanidad, le adosa Bien. No dice Poder; dice Emancipación. ¡Y esto en nombre de Lacan Foucault o Deleuze! ¡Puede ser una fiesta! Un sueño hecho realidad para el comentarista acá(en)démico nacional…
No me caben dudas de que el pensamiento de Badiou es de una ingeniosidad brillante, de un poder suasorio sobresaliente, y todo en términos puntualmente filosóficos e incluso neofilosóficos. Promueve, más que nada, el deseo doble de aniquilar al lacanismo y al fucodelecismo y a la vez de celebrarlos, algo que todos queríamos.
Siempre será una tarea facciosa, fracciosa, diría, la de discriminar dónde hubo un simulacro dónde un acontecimiento. Las guerras podrían producirse por ese motivo, porque uno dice esto fue un acontecimiento, otro esto al revés un simulacro. Para Badiou parece estar bastante claro, no para uno. Parece incluso manifestar una especie de Evolucionismo (o Progresismo) Acontecimental en la historia: la Revolución Francesa, la creación galileana de la física, Haydn, la teoría de los Topos, la invención de Schoenberg del dodecafonismo…
Un filósofo de la Fidelidad es, no por nada platonista, un filósofo del amor. Y de la amistad también, en una era – filosófica -que había sentenciado no sólo el vacío del hombre desaparecido, sino que “la amistad ha desaparecido”. La fidelidad se sostiene con el coraje dice Badiou, que por eso podría ser sindicado de – ya que estamos – neoborgeano, de profesar o propalar el culto al coraje. Pero Borges, humeano demasiado humeano, pertenecía a otra escuela, la que según Borges mismo iba de Aristóteles (sic) a Hume y James, los antiplatónicos. Pensando en los amoríos “consistentes” podría ser algo así como la viuda de Sartre, competidor con mango del Castor; porque para Badiou la mujer tampoco existe, consiste. Contra el auge antiguo de la cachuza “máquina célibe”, nos habla recuperando un viejo lenguaje aliancista de fidelidad como aquel años ha de “compromiso”. Pensando en lógicas de amigo/enemigo y de lealtades lo veo más bien de una proficua utilidad neoperonista. Un “¡Avancemos!” sin economía popular de mercado en la boca. ¿Cabe justo en la Era K.?

Agradecemos a Badiou
y a esta revista * la gentileza poco platónica y bastante filosófica de dejar respirar al sofista, que como tal acaso no pague con la misma moneda.





Luciano García Lange,
sofista sin cargo, cínico bípedo




[1] En la primera de las biografías que dedica Eribon a Foucault puede verse la semblanza de un filósofo al descuido de los demás, de un filósofo en estado de infamia, de un filósofo en la vergüenza y la clandestinidad. La microvida de un filósofo infame. Luego advendría su edad de devenir-Greta Garbo: el estado-vedette, que preocupara a aquel crítico severo de Deleuze. El filósofo con las plumas y el neón del espacio de aparición pública. Para Sartre, en algún momento, Foucault era un operador cultural-teórico de la burguesía. Otros dijeron que era tacaño. Falso vindicador de la locura y probable filósofo de un pop menefrego de corte helenístico. De Lacan no se han dicho cosas mucho mejores, brujo oscurantista y chanta monopolizador del la suma del saber, flautista encantador con los gongorizados fármacos gorgeanos más impúdicos. Althusser, asesino de su esposa y autor bipolar, furioso custodio de las impolutas estructuras y la idea remozada del marxismo científico y por detrás y a escondidas sempiterno poeta loco y romántico al grado de un Antonín. Es cierto, ninguno dijo al que hace el bien le va mal, como Sade (la percepción de Badiou parece parecida, es distinta: “toda voluntad colectiva del Bien hace el Mal”), ninguno propuso aniquilar con gas butano a media humanidad como Erdosain, por lo menos no a título del culto al Mal. Pero eso es el fascismo (incendiar al mundo, según Deleuze), no el cinismo. El cínico – en sentido moderno no canino – fomenta ideales que traiciona o transgrede en fuero íntimo o en otro lado. Estos hombres no tenían a cargo hacer la guerra al bárbaro (de eso se encargaba el pueblo francés a través de sus representantes gubernamentales), sino a cargo instituciones, y estaban instituidos con cargos. Trabajaban dentro del estado de derecho con salarios en blanco. La legitimidad del discurso filosófico – que manipula bienes simbólicos de fines emancipatorio-especulativos – supone de suyo una legalidad fundante, una dimensión pública. No eran Hitler; pero no eran Diógenes.

[2] De qué estaremos hablando es una buena pregunta.


[3] Cf. Tomás Abraham, “Batallas Éticas”.


* "Lektón".



-La vulgaridad es un lujo-

Susvín... rompió


Foro fáustico-Kitsch de miseria a la filosofía, viveza epistemológica, patafísica nacional popular, metafísica nazianal pop, crítica en estado clínico, antipsicoanálisis en pantuflas, boludeces con criterio empirista de significado cognoscitivo, dadaísmo tragicómico, popestructuralismo de protesta, poemas platónicos, deconstruccionismo chabón, tango rolinga, paranoia ontoteológica, solipsismo de izquierda, falogocentrismo a martillazos, martillazos al falogocentrismo, esquizoanálisis microfascista, fenomenologías del transmundo, freudomarxismo new age, pragmatismo del reviente, pensamiento poco, yoísmo ayoico al pedo, hedonismo allende el principio del placer, diogenismo del doble discurso, cristianismo con Sade, say no more sin Tractatus, partuza del pensamiento abstracto, vitalismo funebrero, antifilosofía antipoética, surrealismo silogístico, peronismo gorila, menemismo progre, palo a la argentinidad y argentinidad al palo, rocanrol ello, existencialismo menefrego, hegelismo anarcodeseante, cross en la mandíbula a Kant.




Un idiota que reclama que le sea reconocido un saber...