26/12/08

Si Terranova es Punk...





La cultura argentina es muy sensible a la sentencia: 'Las ideas no se matan', 'Y que los eunucos bufen', 'Perón construye, Evita dignifica', 'No sé lo que quiero pero lo quiero ya'. La fuerza del punk está en esa tradición. Es una fuerza epigramática

Borges puede ser todo lo que quieras pero no es punk

“-Borges es un viejo de mierda que escribe para los que escuchan a Fito Páez –”






Obviamente “generación” comporta un recorte publicitario. De momento, mientras que de esa juventud quede algo, el jovenvanguardismo tendrá una realización considerable: que haya una literatura para jóvenes. De ser posible una para jóvenes hecha por jóvenes o candidatos a jóvenes que ya fueron dejando de serlo. Quien frecuente la noche sabe que no hay mucha juventud después de los 30. Al contrario, hasta hace poco, los escritores jóvenes eran tipos de entre 30 y 45 años. La nueva ola de editores-escritores trajo la felicidad de intentar conciliar esas dos juventudes en divergencia, sacarle al rock a los medios y al fútbol la exclusividad. Propone justamente que no sólo se puede esperar de un artista veinteañero que haga una bandita de rock. Una vuelta a Ducasse-Arthur mas de signo un tanto invertido. Porque esos, Jarry, pocos más, eran sí bastante rockers, allí donde los jovenvanguardistas son bastante peronistas, no rockers. No se quieren privar de nada loco. ¡Peronistas, rockers… y escaños de catálogos editoriales! ¡Qué generación! Uf… eso de ser punk con padres maoístas en la universidad y conocimientos abundantes de armonía y teoría musical, sí que escapa al verosímil…

La verdad es que para mí… para mí… que Terranova no es punk. En este asunto de las letras públicas lo punk no creo que sea ser punk. Como ya escribí, es un escritor de referencia para mí. Así que que ya se de por feliz. La tradición del ensayo nacional skinhead – siempre fue oportuno ser pelado para ejercer el oficio del ensayo – me está reclamando la ejecución perentoria de una crítica puntual y sagaz. Manos a la obra.
Me da la impresión – no lo conozco – de que la literatura de Terranova tiene más de joven U.B.A. psicoanalizado clasemedia porteña culta padres intelectuales que de punkperonismo. Suena demasiado a ideal ese punkperonismo declamado pour epater al gorilismo literario supuesto. El más simple psicoanálisis de los textos terranovistas demostraría que detrás del velo manifiesto de posicionamientos e imposturas peruco-punkies yace el tema terranoviano por esencia: los problemas de pareja. Peronismo estilo licenciado Rolón.



25/12/08

Si Terranova es Punk Yo soy Skinhead



(Juan Terranova “Mi nombre es Rufus”. Interzona. Bs.As. 2008)




Y ser joven en la Argentina de los 90 ¿qué fue?

Cosas simples para una juventud simple





En una entrevista que le hacen a Juan Terranova en Pagina 12 la periodista apunta el siguiente dueto sintagmático: “novela generacional”. Se refiere a su última novela (…Rufus). Y está bien. Siempre que quiero ver qué dice un escritor generacional busco “juan terranova” en Google. Parece el destino o el leit motiv que más ejemplarmente se quiere asignar este Terranova. El realista Terranova. Narrativo (ista) Terranova. Peronista, roquero. Es lo mejor de Terranova, su estrategia de autofiguración y puesta en escena sociológica. Siempre suele ser así. Detrás de la puesta en escena, algunos escritores dejan el residuo de una suerte de genialidad, y otros el de una suerte de ausencia íntegra de genialidad, de puro oportunismo; lo cual, hay que resignar, es un acto de genio. De genio punk[1]. ¿Kafka o Terranova? Son poses. Los que jamás pudimos responder sin locura a la más estúpida e insoslayable de las preguntas obligatorias “¿desde qué lugar?”, los pibes Kafkas del interior pues – del interior de dos inexistencialismos: un país improbable, una ciudad errada, y ese malentendido general: “la literatura”-, las proles bastardas de esa figura – como dirían los horaciogonzalizantes – la del argentino extraviado (en la metafísica que es la literatura), los refutadotes del tiempo, los girribovaristas, los pibes yo es otro, la Joven Guardia de pibes autores del Quijote, vemos con la más harta extrañeza esta autoridad de lo común. Para nosotros la literatura es una Crítica del Rock. Claro, es probable que en eso sí se parezca al rock, que también suele serlo (una crítica al rock). La lectura (para no hablar de algo, la literatura, que suele ajustarse solamente a lo que se llama ficción narrativa cuento o poesía, y restringe un poco impunemente al resto de las “ramas fantásticas”: la sociología, la patografía, el periodismo, las recetas médicas…) tiene el mayor encanto de ser una degeneración, una suerte de ruptura –platónico-bachelariana – o esquicia con la mismidad, con uno mismo, con el entorno, el contexto, la localía, las identidades extraquijotescas. Bue… esto es un chiste. Un chiste grave. No me tomen en serio. No me tomen en serio que me lo creo. De todos modos, candidatearse a portagrama o voz de una generación es… es todo un programa… que pasan en otro canal. El canal Terranova. TerraVisión.





24/12/08

Caparrós en la Segunda

(Martín Caparrós “El Interior”. Planeta/Seix Barral. Bs. As. 2006)





“-
No, acá en Rosario los ricos siempre fueron almaceneros.
No es como los de Buenos Aires que tenían campo, eran estancieros.
Acá eran nada más que almaceneros
”.





[Caparrós por Bobrow]

Poco antes de las 600 páginas Caparrós llega a Córdoba para descubrir sus misterios. Allí razona que es “la Capital del Interior”. A las dos páginas narra como eventual juez oportuno - pero de juicio suspendido (quién salvo un porteño podría si no dirimir sí arbitrar un pleito como éste) - algunas performances testimoniales de esta gran problemática pintoresca: la de la rivalidad entre Córdoba y Rosario. Mejor decir la disputa por el Óscar al mejor Actor de Reparto.

Un interlocutor cordobés le dice a Caparrós en Córdoba: “acá todo está tenido por cierto sentimiento antiporteño, un resentimiento: que nosotros somos los segundos, que todo queda en Buenos Aires. Ese sentimiento, que te podés encontrar en todo el Interior, acá se agudiza, me parece, porque Córdoba se siente que puede ser un competidor de Buenos Aires, que puede darle pelea”.
“- Absurdamente, diría yo como buen porteño” devuelve Caparrós con bastante razón.

En algunos años de vida en Córdoba pudo el probable redactor de estas líneas comprobar que todos los cordobeses (incluso los provincianos, que hacen patria con los capitalinos) piensan algo así. En Rosario, ciudad fugaz fugazza y de fugados, de europeos en fuga y de clasemedias que se instruyen allí (acá) para huir a los 25 de vuelta a Europa o a su puerta de acceso (Baires), la porteñofobia está un poco más alterada, apenas más aguada, y en no pocos casos gana un signo inverso, deviene filia, y Rosario pareció siempre contenta con haber llegado a ser incontrastablemente y quizá ser aún a duras penas “la segunda”. Es muy probable que la mayoría de los que poblaron Rosario en el siglo hayan podido elegir de alguna manera dónde caer y optaron por la urbe menor. Para un paraje sin historia ni fundación que en el siglo XIX fue poco más que un caserío ese destino ya era un exceso. Ningún rosarino en sus cabales creería ni un rato que Rosario “puede darle pelea” a Buenos Aires en un plano social grupal colectivo, institucional político cultural o económico, salvo en el fútbol, cuyo don no fue asignado a los cordobeses. Desde hace 80 años Rosario señeramente pertenece a la Nación AFA – la realización histórica mayor de la patria unitaria - junto con el Conurbano Bonaerense y La Plata y nadie más, y desde hace 80 es estafada sistemáticamente por el poder redondo porteño en virtud de árbitros y pases. No pases gol sino pases onerosos; expropiación irreversible de todo jugador local que se destaque, raspaje y vaciamiento de los clubes rosarinos. El capital no tiene fronteras pero atiende en la Capital, cuya frontera – con el místico “Interior” – es Rosario.

El nombre de los dos diarios emblemas de las dos ciudades es llamativo y parece preanunciar la beligerancia y el posicionamiento respectivo: La Capital de Rosario y La Voz del Interior de Córdoba. Hoy soy diarios idénticos, suerte de “no lugares” de la ideología prensaria, y supongo que pertenecen a un holding de capitales capitalinos ciertamente; pero queda sonando el reverbero semántico de sus nombres no en lo que intentaron expresar sino en lo que invocan accidentalmente ahora. De haber perseverado la Confederación Argentina es probable que Rosario hubiese sido un día capital. Históricamente hubo un irrisorio lobby frustrado cuyo saldo es el nombre del diario; Rosario es la absoluta no-capital, es solamente la capital del departamento más chico de la provincia de Santa Fe, un territorio que ya es evidentemente menor que la misma ciudad, que se propaga impune hasta las afueras de San Lorenzo. Dadas las cosas como se dieron en la historia argentina del siglo XX es poco aventurable que en Rosario un diario recibiera ese nombre: La Voz del Interior. Para el grueso del “interior” Rosario siempre estuvo lejos.
Córdoba acuna el sueño compensatorio de una posible república mediterránea, una Bolivia argentina, una Argentina sin salida al mar (… o quizá guste más una – pongamos - Polonia argentina…). Curioso también que la “salida al mar” de Bolivia estuviese al contrario en Rosario, una misteriosa “Zona Franca” inoperante utilizada como baúl de trastos viejos por el gobierno andino. Rosario podría ser al interior como un primer patovica kafkiano. El primero y más insignificante vigilante de una cadena de vigilantes celosos que custodian el límite preciso del Interior – la mayúscula es de Caparrós - y el Mundo. Un patovica que recibe órdenes de una autoridad que ignora por completo y cuyos designios le llegan de boca del penúltimo de los capataces, de un capataz de La Boca.
El interior en Rosario se siente menos interior, viene para sentir el vértigo de una inminencia de todos modos lejana y no querible: la de ir a Buenos Aires. Rosario es el puerto preciso para que los pequeños citadinos provincianos y los habitantes de los pueblos sientan huir del Interior estando adentro, huir sin movimiento. En cambio Córdoba juega a ser el Gran Congreso Permanente del Interior Reunido, el campo de deportes de la Selección del Adentro. Jujeños mendocinos patagónicos entrerrianos y hasta rosarinos prófugos se codean en sus peatonales agrandadas en su inflada ciudad universitaria o en los bolichitos caretosos del barrio Nueva Córdoba. Alucinan que traman un complot nacional contra la Capital – tras el cual (aunque no lo tematicen) no sabrían qué hacer con los bipolares o ambivalentes rosarinos -.
Del “interior profundo” - por decir así -, del lejano oeste nacional a Rosario llegan camiones camioneros y los frutos del agro; propiamente gente, poca. La cruz del sur de la cristiandad rosarina canaliza más gente a partir de sus otros extremos, la autopista que trae porteños y ahora – novedad del socialismo posportuario - europeos turisticoides, y el largo completo del Paraná por el que vienen santafecinos y entrerrianos clasemedia a estudiar o formoseños y chaqueños en la pobreza a cambiar de signo estético su pobreza, a convertirla en marginalidad urbana.
Un poste dice Pampa, el otro Litoral.
Con los años se verá si el Puente para la Victoria produjo algún cambio cultural e idiosincrásico considerable en los rosarinos o, más probablemente, en los entrerrianos. El Paraná era un muro que separaba a Entre Ríos y un tobogán que lanzaba al Río de la Plata en alianza con la autopista. También por eso el idioma de los rosarinos se parece poco al de los entrerrianos y mucho al de los porteños, y es mucho más confundible un rosarino con un montevideano (700 km) que con un cordobés (400 km). Pocos rosarinos conocemos Montevideo y casi todos viajamos alguna vez al año a Córdoba: porque Córdoba es la puerta a un exotismo: un suelo ondulado y casi otra lengua. Es como ir al sur de Brasil, son dos itinerarios parejos del vacacionista rosarino: allí también se habla casi otra lengua y aparece un dato nuevo y foráneo en el paisaje: en este caso mar.

El viaje a Mar del Plata no se funda en ningún deseo de experimentar la alteridad. Es una prolongación afortunada del fin de semana en las Islas.



Desde luego Rosarino sacó todos los números para el sorteo de la esquizofrenia. La metáfora del deseo es la pampa y el río Paraná la expresión sensible de que panta rei, de que todo flujea y no hay mismidad fluvial donde zambullirse por segunda vez. Por eso Heráclito y Deleuze tienen tanto éxito acá. Es como que son de acá. Por eso el sueño platónico de organización filosófica en Rosario es una fantochada: somos todos presocráticos posmodernos. Mientras los metafísicos desvariamos y tropezamos con baldosas flojas los socialistas sueñan el sueño del polites, la Atenas gringa, inspirada tal vez en Solón Pericles de la Torre. Aunque consuelan a los últimos cristianos vírgenes con el mito del pesebre de Entre Ríos al 300 y la Belén de Josua de la Serna.





II




De 630 páginas de viaje por el interior argentino Caparrós extrae en la última su hipótesis más dramática: si Buenos Aires – la Capital Federal- no es el Interior ni el Exterior es, ergo: el Limbo.
Podría ser la piel, el yo, la conciencia, o quizá la boca, entidades orgánicas de funcionalidad portuaria, aduanera. Personalmente siempre creí que Rosario era el Limbo; Buenos Aires es el exterior nacionalizado; o en el mejor de los casos, bajo la metáfora orgánica es voz ojos oídos, el conjunto de los órganos externos y la facha. Acá nadie tiene muy en claro que se vive en el Interior… Es más fácil definir a la ciudad de Rosario por lo que no es: no es Capital, no es Santa Fe, no es Europa. Desterritorialización dicen los grupos de estudiantes delecianos. Combinado con un proceso de descapitalización histórico cuyo acmé ocurrió bajo el menemato con sus índices record de desocupación y las bolsas de basura como comederos públicos. Un día estaba tomando una Heineken en el shopping del Siglo en calle Córdoba y se me antojó preguntarle a una señora encremada y una rubia que habitaban una mesa de al lado – intenté esbozar un acento heteróclito o neutro para confundir - si “¿Esto es el Interior?”, si “¿Esto es Latinoamérica?”


No me contestaron. Miraron para el otro lado. Pidieron la cuenta.



Rosario es el exilio. Yo lo tomo así. El exilio nato. La frase de Borges me da vueltas por la cabeza. Varias, varios de sus slogans. El argentino como un europeo nacido en el exilio (“venimos de los barcos” dice Nebbia menos sutil) (frases, parcialmente, de simpático racismo vía metonimia), la de “un argentino extraviado en la metafísica”, la de “perplejidad de un joven provinciano ante la doctrina de que no hay yo”. A los cordobeses les llama no me acuerdo dónde elípticamente extranjeros. El rosarino al contrario reúne todas las dotes de la eventual e insufrible argentinidad: es, doblemente, porteño y del interior. Tiene todos los climas. Los vicios. La frase que nunca olvido es la que encabezaba las tapas de la revista “Risario” que con mucha menos suerte resistía entre la espada y la pared en la época de “Humor” y “Hortensia” y cuyo único producto de exportación fue Fontanarrosa, el hombre que logró esa forma de bilocación ansiada que en el libro de Caparrós se bautiza como “La Gran Fontanarrosa” -: estar en el Mundo sin faltar en Rosario. La frase que decía: “Ser rosarino ya es un chiste del destino”. “Ríase” decía.




Sgt. Guevara’ s Poor Hearts Club Band.







[El penseur mediático]


22/12/08

BIOGRAFÍAS A MEDIDA – CONSULTAR


(Ricardo Strafacce, “Osvaldo Lamborghini, una biografía”. Mansalva. Bs. As. 2008)





Luego de estar dos semanas encerrado terminé de leer la biografía de O.L. por Strafacce. Me fastidió la obsesividad por la data, la repetición insistente de citas o peor la transcripción de párrafos anteriores, el llenamiento insólito de páginas con minucias de todo calibre, la sintaxis chorizo con una especie de barroco en la oficina y la hemeroteca, el intercalado permanente de – decirlo así – juicios de valor personales con aparente voluntad de destacar (como sobreviviendo a la ineluctable fascinación que ese objeto de discurso provoca cuando no su análogo contrario y que cualquiera entrevería en alguien que se consagró una década a forjar este monumento gigante al archivo y a facturar mil páginas en letra chica) que se está ya fuera de convalecencia en relación a ciertas posiciones ideologemas tics de la época en que los textos aquellos se escribieron y comenzaron a leer o bien del osvaldismo en su ortodoxia fanática; o sea esas súbitas apariciones de una subjetividad autoral taxativa dada a declarar por otra parte su aparente falta rigurosa de capricho y anacronicidad en medio de una torrencial narración estricta y casi novelada al pie de los testimonios de los contemporáneos vivos y de las evidencias documentales existentes.
El estilo obsesivo cuando no es barroco es académico o las dos cosas, y es lo que estorba en este caso: un barroco no-literario y un academicismo extra-académico. Un gran porcentaje de las mil piezas que estampó Mansalva irán – tarde y temprano – a parar a manos de oportunos hacedores de papers, tesis, y producciones emparentadas en versión fast food para la prensa; por eso se entienden y disculpan algunas de las características infaustas referidas, un clavo herrumbrado en la boca de los que no aspiramos del todo a esas proezas. No quedó ningún detalle afuera, y eso quizá también tenga que ver con la confluencia entre el público posible y el ambiente de las personas reales invocadas directamente o no en el libro (“centenares de personas están de alguna forma involucradas en este relato”, cierra el prólogo). Lamborghini siempre fue – sobre todo – un relato común de un grupúsculo social bastante acotable. El Lamborghini según el sodero, o según el vecino del tío no existe.

Temo olvidarme de algún otro palo en esta flagrante oración.
Que sean olvidados entonces.

Ahora, que las virtudes de este libro las atribuya cualquiera. Seguro las hay demasiadas. Acá no nos dedicamos a premiar a los que ya recibieron su premio, sino a la zancadilla al vacío. Fragmentos apasionantes no solamente por culpa de las aventuras recuperadas de este penúltimo beato de la sagrada letra nativa y jactancioso nómada de la quietud nacional. Strafacce optó un poco por todo: convertir en literatura de nuevo a una vida consagrada a tal cosa, y tentar – balzaciano, lugoniano, o lo que sea y la mar en coche - una novela, o un gran relato, y a la vez no fallar a la referida demanda del usuariato profesional asegurado.
Libro anunciado desde hace unos largos años y esperado con aventurable inquietud por la barrabrava osvaldista del país (no mayor, pongamos, a la de Central Córdoba, seguramente; aunque con más capacidad de trasformar la realidad, la micro-realidad del campo cultural).
No sé si va a servir para “leer más y mejor” (página 12, prólogo) a esa ópera fantasmal clavada bien adentro de la vida de alguno de nosotros…; pero sí de otra manera lo ya leído o lo a leer. Saldrán algunos salvajes amigos desilusionados y otros suspirando con alivio esperado; otros quién sabe.

El justo yeite con el que Strafacce abre el libro en el venturoso prólogo: algo así como: ¿cómo habrá sido una persona que escribió así? O sea una derivación morigerada de eso que algunos ya apuntaron para contrarrestar el “¿cómo opera?” de etiqueta de los sobrevivientes del estructuralismo: ¿éste era o se hacía?; una especie de chicana en auge de los chismosos contra el antiguo despotismo textualista. Esa es la infalible pregunta automática y maldita del lector osvaldiano, del lector maldito que fuerza Lamborghini. Es de prever que este glorioso maniquí central de la vidriera irrespetuosa de la literatura argentina no saldrá indemne de esta circunstancia:
¡“una biografía”!, y seguramente no menos imposible que la de su maestro primordial: Fernández. Hace algunos años nos tocó leer la de Macedonio, que quizá por haber sido declarada imposible desde el vamos, o más probablemente por haber llegado demasiado tarde a la literatura – al estilo M.F. – se restringió a un formato normal. Ésta también faltaba personalmente ¿Cuántas de Borges hay que sumar para llegar al tamaño de la de Lamborghini? Como lloró Luis Guzmán, Lamborghini, muerto se salió con la suya – fue de hecho su pasión, el cafquismo inducido -: ningún escritor argentino jamás tuvo una biografía así. Lamborghini es el que la tiene más grande.

18/12/08

Patadas a los Locos



TODO SICOANALIZADO” (Nuevo Concurso Poético)



"boludo sí/loco sí/violento sí"

L. L.






¿De cuánto sicoanálisis se necesita hoy para formar parte del mundo de la cultura? Considero que esa es una de las preguntas fundamentales que debe resolver el virtual artista o candidato a artista hoy. La cultura está en manos de hipersicoanalizados. Es un hecho. Es un hecho que se nota. Basta con leer a cualquier escritor más o menos consagrado, dotado de un talento normal, medio pelo, para percibirlo de una manera puntual. Escritores, periodistas, profesores universitarios, artistas en general, negociantes de la cultura, y, más allá de la cultura, la mayoría de los profesionales, de los que de alguna manera encarnan alguna vocería del saber estatal.
Apenas entro a alguna página de poesía, voy a un congreso o leo una revista de poesía, empiezo a oler un tufo a hiperanalizados espantoso. Ser o no ser un perpetuo sicoanalizado parte al mundo estatal-oficial del mundo clandestino, divide al mundo de la publicidad del mundo de la clandestinidad. De un lado los dueños de maxi-kioscos. Del otro las profesoras titulares de Literatura Latinoamericana II.
¿Quiénes quedan a salvo?... Cucurto, Charly García… ¿Fogwill?... mmmh…



El fenómeno curioso es que el sicoanálisis en un cierto sentido pasó de moda. No es muy cool hablar en términos más o menos extraídos de la terminología froidiana, porque los maneja cualquier adolescente, cualquier empleado de banco. Los mismos que se sicoanalizan desde los 10 o 15 años de la boca para fuera lanzan bravatas sarcasmos e ironías contra el sicoanálisis o contra los sicólogos o contra el saber teórico sicoanalítico. Esta falta de respeto es un fenómeno nuevo, de las nuevas generaciones. La roquerización de la cultura sienta este nuevo fenómeno. ¿Por qué se hacen sicoanalizar perpetuamente entonces? Saben que es un precio que hay que pagar para estar adentro. Para ser gente como uno. Para poder hablar, cuando pinta la ocasión, como un profesor, como un columnista, como un poeta, como un plástico, y no como un croto, como un border, como un almacenero, como un empresarito enfermizo,… como un bruto,… como un loco. Lamento tener que sonar a fucoltiano de fotocopia, pero siento decir que es el “dispositivo” confesional como tal el elemento salvador de la gente del consenso cultural, y el resto, los devenires singulares de una cura, son poco y nada. Es la decisión, se podría decir social, de hacer terapia, de admitir en el grupo de adscripción la voluntad y necesidad de ser sicoanalizado, de aceptar una especie de culpa, propia pero en común – la culpa de llevar en sí deseos de un ser en negro, de clandestinidad, de a y antisocialidad –, y asumirse en proceso expiatorio, en vías de alivio, lo que hace que la gran conversión-iniciación legal-cultural funcione, y de por resultado un sujeto permisible e incluible. Las bonanzas o no del análisis concreto, la suerte del proceso o las habilidades del analista de turno y su compatibilidad con el caso, son asunto secundario, que harán o no que el sujeto incluible, disfrute orgánicamente de su sadismo colectivo, o esté, exitoso y todo, en vías de pegarse el tiro del final.





17/12/08

Contra No Todos Los Poetas






Los famosos “objetivistas” han hecho de la poesía local lo que oficialmente es. Han convertido al poeta en una especie de profesional impasible. ¿Qué han hecho? Han gremializado a la poesía. Hoy “los poetas” son un sector, un sector de la producción e incluso, una – vieja – tribu urbana. Una tribu urbana de viejos y de jóvenes viejos. Es que, además, por si poco faltara, hicieron de la poesía un arte de hacer sociales. Quién no esté gremializado, queda evidentemente afuera. Está más allá del bien, no del mal. ¿Por qué querría un adolescente convertirse en uno de estos?... de estos oficinistas culturales. Por sobre todas las cosas, el resultado del imperio del… “objetivismo” en la poesía argentina es la inoculación de una voluntad imponente - e impotente - por sobre cualquier otra: la voluntad de ser llamado “poeta”; un arte de figurar para el cual la voz la cara y el nombre propio son los elementos fundantes que llevan el fin del renombre, el nombre impreso en la portada del libro, la trama social de la vida como un sistema de postas de links. Contra lo que llamaban neorromanticismo lucharon por destruir todo morbo y sublime, todo efecto subjetividad, toda pateticidad ligada a la invención de un agujero yoico y a la atávica imagen heroica del poeta, guía iluminado, solipsista tortuoso, superhombre resentido, gran hombre, enfermo que finge su enfermedad, pliegue de intimidad en las grandes consignas y discursos – emancipatorios, especulativos -, ciego épico, en fin… Contra lo que llamaban neobarroco se propusieron acabar directamente con el goce de escribir, con la escritura, con la plusvalía joyesca de la pulsión de letra. Inventaron el estalinismo en poesía: un imperio hecho de pasillos y despachos llamados márgenes menores de los suplementos culturales, sistema integral orgánico de revistitas canonizantes, imperialismo pampedagogizador a base de la tallerización obligatoria. No dejaron más que obreros de la poesía: del taller al analista y del analista al taller.

16/12/08


Juro que el día que pueda llegar a ser sincero voy a dejar de escribir en este blog.
I' m not Gombrowicz.

15/12/08

Mafias Menores


[Vitoldo, fuente de permanente inspiración en el pertinaz ejercicio de la diatriba contra los poetas]


La poesía es una mafia. La sociedad es el conjunto total que contiene innumerables conjuntos: conjuntos mafiosos: no sólo la policía, los partidos políticos, la prensa, los monopolios, las hinchadas de fútbol. Hay mafias menores. Léase bien: no digo lo que Borges: magias menores. Digo mafias menores, como la de los “poetas”. Dentro de un mercado en disputa, mercado como campo de acción y de batalla, hay distintas sectas. Mafias menores mayores, mafias menores menores. Entablan códigos. Códigos explícitos, y códigos implícitos. Entre los explícitos, se pueden encontrar los antiguos manifiestos grupales, las individuales artes poéticas. Manifiestos ya no hay. Hay consignas encubiertas o al descubierto, pactos murmurados de café, y extendidos por efecto teléfono, o los enunciados vía grafemas. Artículos, sinuosas líneas editoriales. Amistades se les llama; gremiales. Favores, deudas. En el campo de la “narrativa” como llaman periodistas editores y profesoras, las líneas y las reglas suelen estar más al claro. Es más fácil quizá responder a la demanda de base. En ese caso estar a la altura de la media no es tan complicado. Alterarla superarla romperla deformarla sí. Y ahí comienza el problema obvio: quién y cómo legitima la novedad, la superación, quién reconoce aquello que rompe lo dado de modo tal que lo hace en regla, de algún modo a pedido: por encargo.
No hay leyes intrínsecas en todo esto. Las reglas son de etiqueta. Se trata de sociales y sociabilidad: se trata de una trama vincular mafiosa. Se trata de romper la regla como regla, de introducir – paradoja fundante – lo nuevo reconocible. Lo a excluir es aquello que rompe la regla aparentemente afuera de la norma de romper la regla. Aunque rompe la regla rompe la regla de romper la regla; un eslabón sin cadena. Todo este asunto en el mercado de la poesía es mucho más crudo y evidente: convertirse en un poeta aceptado por las mafias hegemónicas es pasar el examen médico del club. Ello ocurre lo menos textualmente posible, lo más socialmente posible. Cómo reconocer a un poeta. Por el carnet. A veces caen meteoritos. A veces ocurre la excepción, alguien entra como por azar; pero eso no está en manos de nadie.



14/12/08

Elcanismo & Lacanismo



"Los demás perros -afirmaba-
muerden a sus enemigos, mientras que yo muerdo
a mis amigos con la intención de salvarlos
".

M. Onfray




1



Lacan y Diógenes no serían muy amigos, más allá de que uno fue el inventor del movimiento perro y se le llamó perro, y el otro se llamaba la-can.
Es que los perros y las perras son cosas muy distintas: “perras” más que nada llamamos a unas muchachas que se dedican como mucho al cultivo de la mirada del otro; cojan o no, por plata o por algún compromiso ético de otra índole, son más bien del gremio de las histéricas, y si hay algo que no son los perros es histéricos. El otro día leía un libro de una probable discípula de Zizek que decía: es más difícil para los humanos aprender la autosuficiencia, que para los perros aprender el lenguaje.

Naturalmente, Lacan era más un lobista del cinismo que del quinismo, del cinismo moderno que del cinismo antiguo, nadie lo duda. Si Dios no existe todo está prohibido y esas cosas. Un buen la-canino admitirá que los perros perrean para ser mirados; le ladran al Gran Otro. El perro como animal de circo. Para el fiel lacanino no se puede vivir afuera del nomos, de la politeia, de la socialidad y sociabilidad; y, por las dudas: no se debe. El can, elcaniano, decía más o menos esta estudiosa laperrista, es un ejemplo de “artista del hambre”, un desdichado cafquiano. Diógenes seguramente tan tonto no era. Predicaba la naturaleza; pero hacía circo. ¿Para qué vivía en la ciudad si no? Es difícil decidirse entre la histérica y el perro; las consecuencias a las que llegan los lacaninos, que evidentemente cultivan el cinismo moderno, el hacer como que, las formas del gran circo serio de la sociedad, suelen ser excesivas. Necesitan de un público que demande la autosuficiencia-social, la sociosuficiencia que nos libraría de la sociodependencia; pero se les va la mano muchas veces de tanto dar la patita. Palabra de un caniche cimarrón.



2



A propósito de los hábitos de satisfacción inmediata de Diógenes – la famosa paja pública o sus relaciones con putas o mujeres de histeria restringida – escribe Onfray: obedecer al deseo es la mejor manera de olvidarlo. Opuesta la prédica de los laperristas; se conoce su máxima adversa: no ceder ante el propio deseo.

Es la creciente lacanización de la sociedad en general la que hace que los perros puedan vivir cada vez peor en esta sociedad. Estos artistas de producir las faltas que quieren suplir saben salirse con las suyas. Como buenos cínicos modernos, lobeznos, los lacaninos juegan a dos puntas y ejercen el embrollo para mantenerse ilesos y salir airosos: dicen que no promueven una visión del mundo ni una ética universal; pero donde se dice no se puede escuchar sí. Esa es una ética que ellos mismos enseñaron. Para Diógenes enseñar es enseñar los dientes, otro asunto.



12/12/08

Tardo-vanguardista-personalidad bipolar-esquizoide.

7/12/08

Tomás Felipe Carlovich: o el autor de los goles de Maradona.

6/12/08

Cadáver exquisito asola firma.

5/12/08

Somos hablados por el fascista, un vecino: el vecino de dios.

4/12/08

Soy una nazi que ama la poesía. Pero cuando se trata de sacar la basura saco pero me quedo encerrado afuera. Un budista soy, que ni odia la poesía.

3/12/08

Pienso que las personas luchan por su esclavitud creyéndola su libertad, pienso que el lenguaje es fascista, pienso que la sociedad es el dominio de los débiles sobre los fuertes, pienso que la gente que te viene a ver sólo te destruye.

2/12/08

¡Y que los bufos eunuquen!

1/12/08

Border no/bruto no. Boludo sí/loco sí.

30/11/08

Viejo Rosarino En Nueva Córdoba



Córdoba no es nueva. Es vieja. Pero se reinventó con la fundación de un barrio utópico: Nueva Córdoba.
Es justo el reparo que hizo Caparrós en el barrio de Nueva Córdoba (Cf. “El Interior”). Lo compara con el Diario de la Guerra del Cerdo de Bioy. También se podría decir que es el Barrio de los Sueños de Gombrowicz. No donde Witoldo encontraría partners posiblemente, pero sí donde se sentaría a observar el mundo de la cintura para abajo, tal como lo observaba medio ubuescamente; la realidad múslica. El imperio de los juventones. ¡Cuantos Ferdydurkes podrían salir de los halls y pubs de Nueva Córdoba! El barrio de la Juventud Feliz del Interior Nacional. Allí se vive el jolgorio y la prerresponsabilidad diarios de la burguesía nacional provinciana en estado larvario y potencial. Los futuros garcas, abogados, hacendados, clericales del país en su hora inimputable, en il dolce far niente de la prerresponsabilidad, en el instante del ocio obediente, ¡chic! ¡chic! ¡chic! Nueva Córdoba no conoce la amargura ni la metafísica. En Nueva Córdoba lo prohibido primero es la vejez, segundo la pobreza. No es que haya lujo en este casi barrio, borde del centro cordobés. O sí. Es el lujo de la clase media con suerte, el lujo argentino de no ser pobre. Todo provinciano enriquecido o con cierto superávit querría poner a su hijo 4 o 5 años en los pasadizos siempre alegres de esa Ciudad de los Ex Niños, de los Promisorios Profesionales: la Feliz Universitaria. En Nueva Córdoba nadie es infeliz, nadie es anormal; somos todos lindos. Los nenes bian de aspecto amerindio, las morochas petisas culonas, obesitas, se olvidan finalmente de ese detalle infausto y se pierden en la pertenencia al paisaje, en la tácita inclusión de clase o su aspiración. ¡Nueva Córdoba! ¡Si me hubieran puesto ahí de chico! ¡Si me hubieran dado el pasaporte! ¡Si no fuera el hijo idiota de un ex almacenero VIP rosarino al que el corralito le arrebató el último jirón histórico de riqueza! ¡Pero no!... soy un europeo nacido en el exilio, un deportado a la Siberia de porvida. Un frío cruel peor que odio, un Freud cruel peor que el odio ¡la Siberia siempre estuvo cerca! Soy un sobreviviente del menemato-comegato de la República de la Sexta.

24/11/08

Gracias River...

21/11/08

¿Qué se puede esperar de un rosarino?

20/11/08

No hay que besarse más: hay que mostrarse huyendo.

19/11/08

A bu bu. A bu bu bú.. a bububububí.

18/11/08

lken glu glu pwl sw573l

16/11/08


Nada menos circunstancial que un rasgo. Acá... sólo ideas generales, mi General.

15/11/08

Todo al resentimiento, todo al punk.

14/11/08

PREPARATE PARA LA MUERTE

ESTUDIÁ FILOSOFÍA

U.N.R.


El futuro está en tus manos.

13/11/08


Un lema para este blog:

Si no hay miseria, que no se note.

12/11/08

Amigo escritor de la Joven Guardia: si tienes horror al genio... todo bien.

11/11/08

¿Hasta cuándo soportar la tomlupoización de la cultura argentina? Charly es mejor letrista que Spinetta. Por lejos.

10/11/08

¡Pedí lectores, no mierdas!

9/11/08

León Gieco no, Nietzsche.

8/11/08

Hay Mosquitos




Llegó noviembre y vino el puto calor. Y con el puto calor calorámico llegaron los insufribles mosquitos, esos rosarinos de pura cepa. El socialismo todavía no pudo acabar con el gran flagelo minimalista del mosquito. Lograron cercenar su estadía, disminuir su ingerencia social, con sus políticas fumigatorias, pero siempre queda un impasse, entre fumigación y fumigación, que es el festín de estos pequeños seres de mierda que hacen de la vida del ciudadano litoraleño una tragedia insignificante y diaria. No hay que culpar a los socialistas. Baste con recordar que Macedonio Fernández y sus amigos a principios del siglo pasado intentaron fundar una “colonia anarquista” en el Paraguay y salieron corriendo al poco tiempo espantados, no por la – en todo caso espantosa - naturaleza humana, que no tolera a la larga ese tipo de utopías nobles e insolventes, sino por los insufribles hexápodos chupasangres. El mosquito terminó siendo uno de los elementos más genuinos del pensar macedoniano, una metafísica de barrio que no escatimó reparar en los objetos mínimos de la insoportable vida cotidiana, como los mosquitos o los famosos “aquenó”, todas esas maquinitas también de mierda que rodean la vida del humano bajo el imperio sofocante del confort y la técnica: veladores que no se encienden usualmente, cables que se cortan con alta probabilidad máxime para el usuario mayoritario: el enganchado, conexiones de Internet dispuestas a fallar ante la menor oportunidad, porquerías compradas en calle San Luis o en Garbarino. A más máquinas mediando entre el deseo y los objetos de su realización más probabilidad de estar aquenoizado. Y el mosquito sigue. Pudo con el anarquismo aristocrático y paraguayo y ahora se mide con el socialismo ya santafecino y clasemedia.

Llega el mosquito recibido por innumerables aplausos. El mosquito es un antiartista. Rara experiencia. Se lo recibe con aplausos de rechazos. Aplausos criminales. Yo aplaudo todo vivir también escribió M.F. en poema a Borges.; aunque hacía excepción con los mosquitos. Y de nada sirve dejar sordo a un mosquito, su voluntad de succión hace oídos sordos a la bulla de su víctima y sigue luchando por la supervivencia. Lucha desigual: a cambio de dejar dormir arriesga la vida. Pero el aplauso mata también a muchos artistas, y figuras célebres del mundo bípedo y verticalizado llamado sociedad. Ejemplos sobran como mosquitos[1]. El mosquito pone al niño ante la experiencia de la crueldad de la vida y de la muerte. Todos empezamos en esto matando mosquitos. Cada cual sigue como puede. Yo siempre tuve muchas teorías, casi todas infantiles, desde chico, y no todas sexuales; algunas bastante sublimes. De chico, empirista y fenomenólogo radical como ya era, distinguía dos mosquitos: dos – digamos – clases: los que zumban, y los que pican. Creía, parece, que existía una división del trabajo en esa sociedad insectuosa, una complejidad del orden de la picaresca, la institución de una actividad simulatoria – y distractiva – de la que se encargaban los ejemplares
“zumbadores” para allanar el trabajo verdaderamente productivo de los “picadores”. En realidad mi pensamiento era de corto alcance, demasiado restringido a la inmediatez del fainomenon, reducido por entero a la empiricidad más cerril. A lo mejor suponía que los zumbadores vivían de zumbar y los picadores de picar. Y que picaban por picar no por sobrevivir. Fue una de mis primeras preguntas: ¿de dónde vienen las crías de los mosquitos?[2] Todavía antes de problematizar la mutilación de mi madre descubrí que eran las mosquitas, los mosquitos hembras, los que picaban. Supuse entonces que el zumbar correspondía a los machos, pequeños pavos no muy reales, maricas alados que en esa sociedad impatriarcal, monopolizaban ese arte acaso equivalente en la sociedad humana a la llamada histeria, atribuida históricamente a las “criaturas mutiladas”. Complicar la vida; para eso están los mosquitos y las mujeres, los artefactos de origen chino y algunas otras cosas que ofrece el medio ambiente.


Me voy con la frase de Valery: lo más profundo es la piel.






[1] Macedonio en realidad decía que cazaba mosquitos sin música: con una sola mano; que el aplauso correspondía a la caza de polillas. Yo no lo comprendo, cuando hacía karate he llegado a aplastar polillas con un dedo sólo, son bastante boludas. Pero tengo cierta piedad por la polilla; ese insecto fetichista, perverso y preliminar, cuyo objeto es la ropa y no el cuerpo. Humana, demasiado humana. A la cucaracha la mato por asco, si es en casa, en la calle no procedo: asesinato burgués y estético-higiénico. A la mosca intento echarla de casa, es hábil; su criptonita es el vidrio. Aplastarla con la mano es experiencia desagradable. Hago todo lo posible por respetar a la arañas; les doy un cupo en la pieza. Vaquitas de San Antonio no mato nunca. Piadoso ante los grillos también, intento disuadirlos o lanzarlos lejos. Mis experiencias musicales no siempre fueron mucho más dignas. Mantengo, se ve, un determinado pacto social con cada especie: el estado de guerra con las polillas suele declararse al segundo agujero descubierto en el cajón de las remeras.

[2] Según Aristóteles resultaban por generación espontánea de los líquidos putrefactos.

7/11/08

Primero publicar después escribir le decía Platón al Estagirita.

6/11/08

Postura cool, cínica o dinamitera (... sin autor ni lector).

5/11/08

Ni es más que rocanrol.

4/11/08

Lo único que quiero es no ser como vos, Lector...

3/11/08

La Teoría de los Dos Fitos Páez




(¿Fito is dead?)



Es más entretenido
y más barato


La teoría de “los dos Fitopáez” es conocida, reconocida, y aceptada por casi todos. Al menos por una generación. Quizá decir, una generación con cierto vicio de abulia e hipocresía y que se sintió un día defraudada, defraudada por el ídolo. Hay dos Fitos Páez dice la teoría. Uno primero, otro después. El primero es genial, certero, infalible, abrumador, cautivante. El segundo se entrega; en el peor de los casos “se vende”. Se vuelve un poco chanta. Hace fama y se hecha a dormir. Mi amigo Poyo tenía un desarrollo más lírico de esta teoría. El “Fito Páez” original un día es abducido por un agente del poder extraterrestre – no se sabe con qué fin irrisorio -, que, para disimular su falta en la tierra, devuelve al mundo una copia en apariencias idéntica y en realidad berreta, relajada, tranquilizante, adaptada al medio, entregada a la rutina. Mediocre y adulta. Una versión local y deceptiva de una fábula ya elaborada por los Beatles donde el sujeto desaparecido era Paul Mc Cartney, aunque su secuela fue seguir al contrario haciendo una música pareja de por vida. Para mucha gente Paul Mc Cartney está muerto y Elvis Presley vivo.
No hay consenso unánime en cuanto al momento en que ocurrió la desgracia, el accidente de inflexión que introdujo al suplente tránsfuga. La clase 74 lo ubica en general en la era de “Tercer Mundo”. Pero sé que los más chiquitos todavía hicieron catarsis con “El Amor Después del Amor”. Hay una fase de la adolescencia en la cual los encantamientos preadolescentes comienzan a opacar, un advenimiento cínico que es un beneficio de desilusión que da la irreparable experiencia de la vida. Es mucho peor ser miembro de un club de fans que barrabrava o parte integrante de una torcida. El fan de alguien – en tanto que tal - es irremediablemente un imbécil y un imbécil feliz. Si un día cae un bólido desde lo real sobre su ser y se vuelve hincha en contra, se vuelve contra su amo icónico, ese día comienza a devenir en una forma peor: un imbécil infeliz. Alguien decepcionado por otro que sin embargo nunca le había prometido nada. Básicamente porque nunca le habló ni lo vio. Le imbecilidad es como la vulgaridad, un lujo. Un lujo al alcance de cualquiera.

Debo confesar que formé brevemente parte de un grupo de “Recuperación del Fito Páez Auténtico” en la misma época en que adherí con mi firma a una asamblea de “concientización futbolística” que bregaba por “un menottismo sin Menotti” que tenía una unidad básica en el barrio Refinería. El grupo aquél era una junta de flamantes ex niños empeñados en conservar en la heladera el esplendor de un embeleco posinfantil que hacía centro en la imagen de aquel Fito Páez rebelde y agresivo con antenas charlianas para captar los últimos modales pop (el de “Ey!” y “Ciudad de Pobres Corazones”), pero también un poco folclórico y prodigio (el de “Giros”…). Pasó que crecimos todos, el probable “Fito Páez” y nosotros, diez años menos adultos. El ídolo se asustó de estar al palo, vio cómo se iban muriendo Lucas Abuelos Mouras como un día Morrisones o Brian Jones, quizá vio de cerca lo que era ser Charly García; y ser un segundo Charly García o un García de la Segunda no era demasiado para tanto sacrificio. Un día hay que tratar de parar de crecer y sentar cabeza. Empezar a disfrutar la placidez mansa de quedarse al lado del camino. Es en general un destino rosarino. Para aburguesarse no hace falta quedarse. Para aburguesarse y retener la fama hecha quizá sí conviene haberse ido. La “Gran Fontanarrosa” no admite roqueros entre sus cultores. El “Fito Páez” cambiado también cambió de público. Es lo que quiere un artista popular, en especial un rocker, o lo que proponen como objetivo de mínima los managers: mantener siempre una misma franja etal como público, dejar que los individuos pasen. Crecen y se cansan. Cambió los chicos malos de la E.N.E.T. de fines de los 80 por las nuevas teenagers neomestruantes del menemismo. Lo que empezaba en cuanto grado yendo a la presentación de “Giros” en Sportivo América tenía que terminar inaugurando la era compact disk con “Tercer Mundo” regalándoselo al año siguiente a la hermanita a cambio de cualquier baratija (“Ace of Base. The Sign.”).

Después de todo escribir este tipo de crónicas por auspicio del consentimiento y el consenso generacionales, es más de eso, la ética mansa y tranquila de estar al lado del camino.




2/11/08

"Luca Bebe"



(Sobre héroes de la heroína y tumbas de la gloria)






Con muy poco esfuerzo cualquiera podría imaginar el inmediato sarcasmo que hubiese escupido Luca Prodan si un interlocutor mediático de turno lo hubiese sindicado como “uno de los próceres del rock nacional” (http://www.lucaprodan.com.ar/). ¿”Rock nacional”? ¿”Próceres”? De entrada el sintagma “rock nacional” parece una broma macabra de la dictadura, un último manotazo de Galtieri por incorporar sectores sociogeneracionales lábiles a un proyecto publicitario de épica nacionalista de extrema urgencia. Que el rock argentino tenga próceres es raro, casi morboso. La metáfora pasa a veces de irónica; el rock fato in home se convierte en “rock nacional” y con ese fichaje destinal, con esa denominación performativa, está todo dado para que devenga en lo que parece ser: una epopeya y su épica adjunta. Y si el caso es el de un italiano que canta en inglés ya estamos ante un colmo. Antes la Casa Rosada criaba cuervos ahora aloja rockers de geriátrico. Monumentos en demolición – monumentos-Dorian Gray – que evocan juventudes maravillosas irrepetibles. Monumentos a Peter Panes. Para el kirchnerismo la juventud es maravillosa si fue. Primero si fue montonera o hizo cómo. Segundo, alternativa clase B: si fueron pioneros del beat o progresivo, luego llamado rock (rock era Sandro me parece); después de Galtieri: “rock nacional”. Dónde termina esta teodicea donde un juglar del ruido y la distorsión culmina en “prócer del rock nacional”: pasando los 50 tocando en el salón de la Casa Rosada. Cuando ya me empiece a quedar sordo… No es que está mal. Todo bien. Es que es. Ni San Martín ni Prodan sabían que fueron instruidos en rígidos colegios europeos para amerizar en la pampa como venideros “próceres”, en ambos casos ese destino les vino a posteriori de modo ajeno y ortopédico. La nacionalización del rock a veces se va de manos y mete miedo. Pronto Tanguito Cantilo y Luca reemplazarán con sus bustos a los presidenciales. Un cuarto de siglo atrás Fontova fue el primero en presentirlo. Luca Prodan no hubiese tocado nunca en la casa de gobierno; menos improbable es que su destino hubiese sido más privado y bastante más equívoco: el de un millonario paranoico exilado en su lujosa residencia abstraído de sus propias hordas rodeado de perros policías, caminando por su mansión mientras espera por su público, “los que se mueren de repente”. Pero Luca no vive, bebía. También quería ser un héroe, fue muerto por la heroína.




1/11/08

Tributo a David Lebon




[Tapa de uno de los mejores discos de la historia universal del rock n' roll]







El rock general contrajo algunos vicios, algunas desgracias, síntomas desgraciados. Uno es una especie de academicismo, curioso en la música menos académica posible en principio, o una de las que, en principio, si bien demanda cierta ortodoxia y cierto rigor, cierta clacicidad comparada con algún jazz que le fue contemporáneo, o con los experimentos contemporáneos de música culta, en principio parecía expresar un gesto de resistencia a toda intelectualidad orgánica erudita o disciplinada en materia musical. Ahora hay academias de rock por todas partes, y talleristas por más partes todavía. Este gusto puede creer que Jaco Pastorius es un genio incontrastable, y Paul, Pablito Mc Cartney – el Mozart 4 x 4 - un maleta. Otra desgracia puede ser cierto nacionalismo extraño que se obliga a suponer que el mejor rock argentino tiene que tener rasgos de típica o de Chalchaleros-dark.




Contra todo enemigo de moda queremos hacer la vindicación de la versión más perfecta del roquero argentino en la investidura del maestro David, una verdadera alternativa a lo alternativo, músico con tan poca suerte en Berlín Café y en la Facultad de Humanidades. Y qué va ‘cer.




En materia de combinación de los sonidos y ruidos para mí John Cage… En materia de combinación roquera de los mismos: David, papá.




Somos caretas, pero caretas jipis[1].







Y la tesis es ésta: no hay nadie más roquero que David en la Llanura Argentina. Se enojan los pesuquis, los punkies, todo el socialismo atomista under bajo cualquier bandera, me imagino, los chetos que están con el último grupito depre-teenager inglés de moda que sólo inventan ondas porque repiten la misma música de siempre o peor, los que me odian por tener un disco de Litto Nebbia, y sí, ningún problema de mañana llegar a reivindicar a Eddie Sierra.




Punks: dediquensé a la literatura, griten en silencio. La canción está para arrullar.




Pappo al lado de Lebon todavía es demasiado tanguero. Demasiado nacional. Es cierto, desde Litto Nebbia el asunto del “rock nacional” consiste en plagiar con diferencia, con un diferencial; por lo menos arrancar con el idioma. Ahí ya todo cambia, porque la melodía rectora, la de la voz, comienza a zambear, a milonguear, perturba, comienza a complicarse, obliga a otros yeites, otros acordes para una música que sale de las inflexiones automáticas de la lengua del Dr. Johnson. De Manal a Memphis se quiere tocar blues ítalocastizo y sale tango. La lengua gongoriana surrealiza a Spinetta y lo vuelve a acordes tipo jazz. García quiere hacer folck con la guitarra y con el piano le sale romanticismo para adolescentes. Nebbia ata la balsa, inventa el rock rosarino, o argentino lo mismo, y se raja igual que los Fattoruso, al jazz al campo y al 2 x 4. Casi 20 después toma la posta Fito Páez, para seguir rosarinizando el twist, y compendia. Si el rock es nacional, nacional argentino, todos esos son mucho mejores. Si el rock es básicamente rock, entonces nadie mejor que David. Después vienen Cerati y Prodan, la camada ochentona; pero eso es otra cosa, ya son los hijos reales de los Beatles. La reacción generacional.




Cuanto más ruido más rock no es cierto. No es sólo rock la distorsión. La acústica de metal es más rock todavía. Así empezaron los Beatles. Del estrellato del 70, la pureza más pura del rock, David Lebon.




A esta superioridad no le corresponde la supremacía, sino evidentemente la secundidad. El curioso mérito de haber sido el segundo de los primeros, de García de Spinetta y de Napolitano, de Dios el Hijo y el Espíritu Santo. Adherimos a los que lo ubican como la mejor voz y mejor guitarra. Tocó con todos. Y todo; como se sabe, es como el antecedente primitivo o en bruto de Aznar. Es como la reserva moral-estética del beat y el progresivo local. El contralor genérico. Y vindicamos también la gracia necesaria del espíritu naif leboniano que no necesita de Rimbaud Caroll Artaud Oscar Wilde Charly Parker Piazzolla ni Bach ni Atahualpa. Solamente de Zeppelin Los Beatles Clapton o Hendrix. Las letras de Lebon no tienen ningún decoro ni el menor tufo libresco, parecen salidas de alguien que habla otra lengua; un tartamudo bilingüe, o nolingüe, también en ese sentido sólo comparable a Prodan, y en ese sentido sí son literarias, porque justamente no narran ninguna literatura, ni se asemejan a nada literario. Bequetianas son. Bequetianas flower power. “Silly love songs” en su más genuina expresión roquera. Ahora alguien podría reparar en las letras lebonianas de la primera era, de los setenta, cuando no tocaba en Badía, ni había hecho plata ni minas con Serú Giran. Es el Pizarnik inculto de la música progresiva pampera. Después viene el Lebon pop, el mediático en segunda fila medio yinglero veteranón. Pero el de los 70 es el Lebon patológico. Toda una cosa vegetativo-gay hiperjipi bastante curiosa bastante ajena a esa cosa “comercial” que quieren denunciar los fans en contra. Cierto complejo de culpa de García, ahora que se ha vuelto lo contrario, como purista del rocanrol, cuando se dedica a obviar Sui Generis y versionar Say no more viejas canciones veinteañeras de David.




Borges rimaba reflejos con espejos. Lo más roquero, esto es lo que yo pienso, es rimar arena con nena, nena.













TomLudo
















[1] Nada que ver con Hanglin ojo.





Lebon caracterizado de anciano, marino
o poeta minimalista del instante.

31/10/08

Yo Quiero Ser Una Chica Peronista



(Peronismo “ser no more”)

[o “soy no more”]





La otra noche en mis paseos habituales de fin de semana con mi grupo comando de pelotudos treintones piterpanistas (ahora el poder nos nombra así) – cuando somos tres nos llamanos Curly Larry y Moe (ver foto); cuando falla el casado somos la dupla Mingo y Aníbal – volvimos a un barcito de la calle Maipú que solía estar habitado por una clásica pendejada linealmente rosarina; esos profesionales de la juventud ortodoxa que después se convierten en profesionales de la paternidad, engordan y cambian de hábitos e idearios; o sea no cambian nunca: siguen la carrera de la edad – perdón Quevedo – trazada para su clase: la de todos ya. Un barcito donde solía haber fiestas de disfraces de esas bien rosarinas a las que ni la primera minoría asiste disfrazada. Donde uno se encuentra con de qué signo sos y todo el ritual de la imbecilidad feliz de nuestro pueblo. Pero oh sorpresa, esta vez el barcito estaba enrarecido; estaba cambiado: efectos de la vieja transversalidad: ¿el transvestismo K? Pues esta vez estaba ganado por el público clase B rosarino. La contracultura. El 49 % según un abuso de las estadísticas. Y sin embargo, en el ejercicio de nuestro otear buscón de oportunidades galantes, no nos tocó cruzarnos – como toda la vida – con sicólogas estudiantes de artes o comunicación si no con una PERONISTA. Algo que jamás me había ocurrido en los 90. Si, era una peronista embarazada sin padre para el futuro compañerito. ¡Qué metáfora peronista! Porque el peronismo – después del 74 – es una guachesca, la guachesca nacional, un embarazo con padre ido. Una peronista de base. Base militante no cosmética. Qué hermoso. Qué hermosa oportunidad. Qué hermosa oportunidad para mí, un gorila albino como yo. Un autoexcluido de la gorilicidad. Yo me hice en tango porque el tango es macho, jipi porque “ahora no pero de chiquito qué putito que era” (David Lebon, 1977), y peronista por ser la oveja negra de una familia de gorilas estructurales. Por estar siendo siempre el otro del otro. Del… ¡Qué bello encuentro! En el Berlín noventista uno encontraba chabonas piojistas, futuras damas clínicas que leían Freud-fotocopiado, chicas artistas y chicas dark de luto contracultural full time. Pero peronistas… no sé donde estaban. Eran endogámicas calculo. Yo soy peronista por infalibilidad, por lo mismo por lo que estoy vivo. Porque la vida es inexorable – una antigua tesis mía derivada del inexistencialismo local -; y porque peronistas somos todos. Y porque 2) cómo nunca me metí en política… ergo sum peronista, ¿no? Primero está el movimiento pero el peronismo, como todo jeguelato, braga digo brega por la detención del movimiento: escalafona a Heráclito: porque el panta rei originario llevado al extremo conduce a A desigual A más que a Perón Perón. Soy esquizoperonista; esto es un peronismo más allá del principio de identidad: peronista macedoniano me llamo: porque si no hay yo ni hay ser ni hay nada mal puedo ser peronista; salvo por el detalle totalitario: porque peronistas somos todos. Peronista ayoico. En fin, tuve que explicarme: lo mío es un peronismo de la vida. Lo mío no es un peronismo político; yo soy hombre de Diógenes. Vendepatria no; pero ápolis sí. Lo mío es un peronismo ético, y más: un peronismo estético; un microperonismo: un peronismo de la vida cotidiana, de las costumbres. El peronismo como una forma del cuidado de sí. Un autoestado de bienestar. Más en la incultura que en la cultura en mi caso – hombre de los caños, como el can citado o el Trinche de Tablada -. Soy bipo, bipolar; pero el pero; nismo: es bastante así, montoisabelista, neoliberal K. Lo mío es un oportunismo inoportuno y un pragmatismo inconducente. Cuando yo nací – “yo nací” – (1974) Perón murió le dije a la Morocha Argentina y preñada. Yo también nací sin Padre. Yo le dije que “jamás seré vandorista”, y que lo que hay desde el 74 a hoy – o sea mí segmento de vida bajo la hipotización inmacedoniana de que “yo nací” o yo nazi – no puede ser más que vandorismo; o sea: peronismo sin Perón: un despropósito o una utopía. No me dijo como me dijo un vez en Zeppelin una resentida sicobolche: “vos estás atravesado por discursos etcétera”; me dijo cuando nos despedíamos:



- Vos no sos peronista.



Ser no soy.

30/10/08

Un parresiastés histérico.

O decir: el caniche cínico.

29/10/08

Microfascismo es sex appeal.

28/10/08

PRONTO:
Más microfascismo por encargo.

27/10/08

Un argentino extraviado en el lugar del boludo.

26/10/08

No te dejes socratizar.

25/10/08




“Le preguntó si llevaba un diario de expedición. La respuesta fue negativa. La explicación, por falta de medios expresivos, resultó confusa, pero Karina pudo sacar en limpio que estaba tratando de contar su vida en una novela, o, dicho en otros términos, de escribir una novela autobiográfica, o una autobiografía novelada. Era un viejo proyecto; el hogar disfuncional del que había salido, los fracasos escolares causados por la dislexia de la indigencia, los años en la calle, le daban materia, decía, para un libro aleccionador. Y los problemas de salud, superados a medias. No ocultaría nada. Le confió que había descubierto, o inventado, un método para decirlo todo. Consistía en escribir como si fuera él mismo. Karina asintió, pero no pudo ocultar que no entendía, y Jonathan, con sus balbuceos, se esforzaba por explicar que el personaje de la novela sería él mismo, sin inventar nada, pero contado como si el personaje mismo escribiera el libro… lo que quería decir era que escribía en primera persona. Karina no le dijo que el recurso ya se había usado."





“Un filamento de rayo, a modo de prototipo y advertencia, ya había partido de la isla y dado vuelta al mundo. Algo inquietante había empezado a suceder: todos los Cristos de todas las iglesias cobraron vida, para espanto de los feligreses, curas y capellanes, que no sabían si adorar o llamar a la policía. Sucedió en catedrales, basílicas, iglesias de barrio o de pueblo, oratorios, capillas, y con todos los Cristos sin excepción. Los Crucificados se retorcían tratando de aflojar los clavos, a la vez que aullaban de dolor."





“La seudopoesía de Frasca haría pasar a la Historia la verdadera poesía, que era la pobreza."



“La cabeza le daba vueltas. “El fastidio de la vida de hotel”, que había dado origen al poema nacional, tenía sus ventajas: no había nada que hacer. Se había olvidado, pero lo recordaría pronto, que tenía que escribir.”






(César Aira, "Las Aventuras de Barbaverde")






24/10/08

Un editor irresponsable. Y un narrador inexistente.



("¿Quién habla?")

23/10/08

Bloguero & Yo


(Pro Teoría del Blog)





Entre los poetas nacionales el recurso al habla fue una fija desde los 60 en casos como los del hijo de Baldomero Fernández Moreno, después la mayonesa Gelman, y así pero era una especie de apelación populista lirizada. Era una cosa medio radical, medio Unión Democrática. Los poetas de los 90, según los llaman, captaron bien que el habla argentina se volvió una topadora cada vez más grande que no deja hondura ni agujero vivo. En la decadencia de las revistas, demasiado dadas a la cultura, al public relation, a la red no a la escritura, el blog cayó como suplemento justo. Suplemento del habla… Lo cagaron a Derrida al final… ¡acá son todos Rousseau!
El habla suplente o… la fascinación por el fascismo del lenguaje. Oh Rolando Rolando Bartesio… el blog es fascista. El jovenguardismo, algo muy distinto de un jovanguardismo, o de un vanguardismo trasnvanguardismo o lo que sea, hace del… del… fascismo lingüístico, fascinación. El blog, en este caso, como correlato ¿no?, propiamente, del ejercicio literario estricto del jovenguardismo, aparato promocional paratextual mitopersonal- diferencial generacional, sustituta pobre y púber del articulismo periodístico o de la producción revisteril. El habla es básicamente la falange del lenguaje, el foco de producción fascista que parece que aterraba a esos viejos profesores-vedettes de la Francia de los setenta. Así, de esta poca suerte, el “presente absoluto” de los artículos para Clarín, luego desfasados en libros, o sea Tomás Abraham, es demasiado poco absoluto o demasiado poco presente. El blog canónico, el blog tal como se canonizó (el cocinerosalvaje, monolingua el fantasma y todos los demás… yo leo todo), lo pasa por encima. El blog, así, se tendría que escribir en los sybers, escritos en el cartesiano o kafkiano encierro de una pieza, son un artificio. El microfascismo al instante. El colectivo como instante.
No sólo la fascinación por el habla, sino la fascinación por el sujeto del habla, por el ya del sujeto del habla. El yo como ya. Pero el ya como cuerpo, como cuerpo colectivo, el ya como última e indivisible singularidad de lo molar. El acontecimiento… fascista... Bueno… micro, ok. Obviamente si se trata de una apoteosis del yo no se trata del yo del pienso, ni del sufro; es el ego del soy pensado soy hablado soy mirado hasta cuando no estoy. En ese caso sí un yo convertido en espectáculo, no el espectáculo del yo, porque eso es las Meditaciones Metafísicas, Husserl, el romanticismo trashistórico y la mitad de la literatura burguesa de la historia, o toda. Como trinchera inmadura pro madurez, trinchera de los pobres púberes para el ascenso social-adulto, simplemente una sustitución de las formas antiguas. Pero el blog introduce otros elementos antes no habidos. Inmediatez en todo orden, y un sujeto distinto, de un medio distinto, una colectividad distinta. El blog es la poesía (microfascista) del instante. La apoteosis del yo… no existo. Del yo, soy real; no existo. El blog anti-haiku. Experiencia de la fugacidad… microfascista. Televisión de los excluidos. Televisión ciega de los borders y losers. El blog molarismo ilustrado, populismo elitista de minoría, molecularismo del devenir molar…ah. En fin…
LUNES.
Blog.
MARTES.
Blog.
MIÉRCOLES.
Blog.
JUEVES.
Blog…

En los blogs lo más fácil es encontrar en forma semianónima resentidos orgánicos que de todos modos no se atreven a escribir unos Cantos de Maldoror, o que ya lo hicieron y no pasó nada. Pero es un resentimiento orgánico colectivo. ¿Se trata del yo? El yo… El yo está hasta en la sopa, en las facultades y debajo de la máscara rupestre e inverosímil de los fucoltianos se encuentra incluso demasiado. Cuando el impersonalismo universitario sale al pasillo, deja de fonar con la humildad de la voz pública, se convierte en el yo-currículo. No escribir yo pero andar dejando fajos repletos de insignificantes proezas indolentes es bastante poco ayoico, ¿no? ¿No Ferrer?

(http://www.revistaenie.clarin.com/notas/2008/01/30/01596756.html)

22/10/08

Civilización o Giladas



Se hace la pregunta Witoldo ¿Soy un bromista? Según Diego Veccio (“Egocidios”) Witold Gombrowicz era un border más específicamente que un bromista. ¿Qué es un bromista? ¿Será un snob como dicen los astutos de hoy? Snob es un insulto de moda. Burgués o gorila ya no funcionan demasiado. Resentido puede quedar bien en boca de quien quiera jugarla de nischeano. Fascista otro yeite interesante. Casas lo suele usar, lo usó de hecho como contraveneno contra Luisito Spinetta, el Wagner de Rozitchner. En un antiguo reportaje de los 80 Mr. Say No More – todavía en la época “tenemos algo para decir” -, si la memoria no falla, decía como corolario de un famoso desnudo en scène, que el rock argentino era un mundillo repleto de… “fascistas”. Existía V8 no Almafuerte todavía. Está la opción “microfascista” que es la que más le gusta a Tabarovsky, para tratar a los autores de barrio o a los bloggistas de la joven guardia nacional punkpular. Tiene la ventaja de convidar a un sistema de alusiones que encuentra su fuente en la dupla heroica de la edad de oro francesa Foucault-Deleuze. De Canción de 2 x 3 a Kill Gil el Jefe encontró un nuevo vocativo para el Otro: ese precisamente, gil. Se puede ampliar en un plural mayestático: la gilada funciona bastante bien. Por ejemplo en un artículo de Miguel Briante puede alguien leer que Lamborghini que escribía para no gustarle a nadie, enseñaba la Doctrina del Significante “para la gilada”, según le confesó en la mesa de un bar. Son las consecuencias de una ética radical: la de querer “sacar al artista del lugar de boludo”. Boludo ya es terminal. Feinmann podía haber declarado “Cualquier resentido tiene un blog”, “Cualquier burgués tiene un blog”, “cualquier microfascista o gorila o en fin tiene un…”; pero le pintó más “pelotudo”. De hecho no cualquier pelotudo recita manuales de filosofía para quinceañeras progresistas futuras “jeguelianas de izquierda” como Cristina por Meeting Chanel. Hay que ser un pelotudo de élite. De la U.B.A. Podría haber dicho “idiota” Feinmann, es la traducción de pelotudo – en ese sentido – al griego. La hybris lo pudo; le falló la sofrosyne. ¿Soy encantador o soy idiota? Disyuntiva y enigma dadaístas adeudados a Tristán Tzara, que decía que había estado en una fiesta llena de “idiotas encantadores” como él mismo que también se hacía llamar farsante idiota y bromista.


21/10/08

...La Vanguardia Fue



(El Surrealismo y el Bobero II)





Triste efectivamente el destino del surrealismo convertido al canon de la manera más impune, abierto a todos los caminos de la museicidad, automatizado en los conjuntos de procedimientos propensos a convalidarse en la normalización-base, disparado su arpón a todos los cantones del arte consagrado; logró – obviamente – automatizarse ecuménicamente y convertirse incluso (al final Dalí dio en el blanco) en fuente proteínica del saber publicitario occidental; irónico destino para quienes propugnaron la desautomatización proestética de la percepción consuetudinal. El dadaísmo no podía durar más que la juventud de sus legionarios. Se contagia en cualquier nubilidad lumpen con otros rótulos cualesquiera. Era un estado de las hormonas; donde se performatean los estados de la mente, por cierto. La gracia que nos dejó el surrealismo por suerte ya es folclórica, no nombra fácilmente su origen, se asedenta en transmisión ambiente. Lo triste es el canto de viejo y la solapa de burócrata sensible y simpático de aquellos que viven del alarde de ennoblecimiento que hace estela en la sublime evocación nostálgica del “surrealismo”, talismán nominal ahora de cualquier revisteril emprendimiento institucional-munícipe y seniscente.






20/10/08

La Vanguardia Fue Así




La "vanguardia" argentina no se parece mucho a la europea, a las europeas. Si es que la vanguardia argentina son los martinfierristas. No están rodeados por la maya del proto-freudomarxismo; son burgueses, pequeños o aristocráticos, sin cola de paja: la mayoría son más o menos yrigoyenistas; alguno loco-cristiano, otro genio incalificable de ninguna otra manera (Macedonio), algunos curten un protoprogresismo, cínico o sentimental (Artl uno, Olivari-Tuñón dos), populista-leninoso; alguno termina peronista-clerical, la mayoría en Sur: conservas rabiosos. El único espíritu con sed de calco europeo es Girondo; pero es demasiado aristócrata para dadasurrealista; demasiado sibarita, y abogado al final. La historia de la importación de la vanguardia, de la emigración no-aluvional de la vanguardia es curiosa. Ninguno de estos cargaba el peso lejano de Baudelaire como ancestro; nada de cinismo, molicie concupiscente, decadencia maléfica, vampiricidad, nada. Poco y nada de violencia, y de espíritu de salvación del mundo, de reforma radical y completa de la realidad. Mucho de "cachada", de picardía "neocriolla", de cierto asombro y esperanza de lo nuevo: vivían bajo el signo de lo nuevo; rodeados - digo - de lo nuevo -; buscaban ligar dos nuevos: las estéticas importadas de Europa, tan ajenas al espíritu Lugones-Banch y casi tanto a Darío, y el fervor de un universo social indescifrable y prometedor; naciente no decadente: la Argentina incipiente.

Hay punks, punkies cultos, que reivindican al dadaísmo de antecedente fiel. Pero los Martinfierros tienen más del espíritu chacota del televidente canónico que del punk; pongamos de la primera minoría "mediática", el televidente de izquierda: el pergolinista no el tinelista.

No querían saber nada con Lenin (imaginarse a Güiraldes leninista); salvo Arlt por ejemplo, uno de los pibes floridoboedistas – bipolares -; pero el Lenin arlteano es a la Dostoevsky; se semblantea como una pasión monstruosa, un Hitler marxiano. Los surrealistas distinguían muy bien a Hitler de Lenin; le hicieron firmar a Dalí – que era un pop adelantado no un surrealista – una carta-documento en la que debía decir que no profesaba ninguna pasión por el acuarelista austriaco. Artaud – que terminó dedicándole loas sarcásticas al Adolfo – fue expulsado por el inquisidor trosco Andrecito Bretón.

Un dadaísta en Buenos Aires se hubiera muerto de hambre; a lo mejor se hubiera pasado a la bomba literal (material digo) con Di Giovanni. El único dadaísta argentino fue Viñole probablemente.



-La vulgaridad es un lujo-

Susvín... rompió


Foro fáustico-Kitsch de miseria a la filosofía, viveza epistemológica, patafísica nacional popular, metafísica nazianal pop, crítica en estado clínico, antipsicoanálisis en pantuflas, boludeces con criterio empirista de significado cognoscitivo, dadaísmo tragicómico, popestructuralismo de protesta, poemas platónicos, deconstruccionismo chabón, tango rolinga, paranoia ontoteológica, solipsismo de izquierda, falogocentrismo a martillazos, martillazos al falogocentrismo, esquizoanálisis microfascista, fenomenologías del transmundo, freudomarxismo new age, pragmatismo del reviente, pensamiento poco, yoísmo ayoico al pedo, hedonismo allende el principio del placer, diogenismo del doble discurso, cristianismo con Sade, say no more sin Tractatus, partuza del pensamiento abstracto, vitalismo funebrero, antifilosofía antipoética, surrealismo silogístico, peronismo gorila, menemismo progre, palo a la argentinidad y argentinidad al palo, rocanrol ello, existencialismo menefrego, hegelismo anarcodeseante, cross en la mandíbula a Kant.




Un idiota que reclama que le sea reconocido un saber...