18/7/07

La Máquina de Extraser Chorizos


(“La Máquina Deleuze”.Tomás Abraham y el Seminario de los Jueves. Sudamericana. 2006)



De la lira al erque, de la siringa a la quena


Voy a enumerar las principales tesis del artículo de Tomás Abraham[1]: la principal es que Deleuze es un colla. O sea que aquellos apesadumbrados que viven de la inquietud por si “¿existe una filosofía argentina?” podrían ir disponiéndose a cruzar la frontera de La Quiaca porque, en efecto: hay una filosofía boliviana. Aunque, también, como la argentina, se hace en Francia.
Segunda: el delecismo (yo escribo así): es un circo anacrónico. Escolio personal: por eso yo soy deleciano; lo cual me permite unir dos pasiones a esta tercera: el deliberado anacronismo que promoviera Jorgito Borges con el improvisado filosofar circense (“circo y filosofía”) manipulado por el eslavo nacional Gombrowicz.
Empero – apéndice – Abraham dice que los delecianos somos gente seria. Ahí yo creo que patino.
Tercera o cuarta: la filosofía de Gilles no es una gilada ni es para los giles; es una locura. Addenda: la filosofía es una locura. Sino – suma Tomás – sería una señora gorda o con trajecito sastre: una ciencia social.

¿Cuál es – grosso modo – el sinónimo microfascista nacional de “colla”?: bolita. Cuando una hinchada argentina erotoagrede a otra afición par suele decirles que son: “todos paraguas y bolitas”... Vemos un antecedente autóctono de los badiuístas.

Imaginemos una decimonónica feria de variedades con mestizas jujeñas barbudas, y hombres elefantes entre biombos disertando metafilosofía posmetafísica en aimara entre antisicóticos y ribotriles.

Un campus deleciano.



Ni al enemigo justicia



Los enemigos del delecismo tomasiano son tres más que nada: Negri, Zizek, Badiou. Son – del lado izquierdo – los que vienen a reemplazar a Derrida Lyotard y Fucodelez y secundones para una parcialidad de esta época que proclama el recambio. O el reciclaje Kitsch de la época de la patota trosca o monto.

Acá se les llama “policías lacanianos” y “estalinianos plurilingües”. Consideran que Deleuze es un filósofo “metrosex o posmo”.

Éstos, al igual que ciertos sectarios que marcan tendencia fuertemente en la filosofía rosarina (dominada por lo que yo llamo “el Espíritu de la Siberia": primero sicoanalizate, después hacé monografías o mutis) discriminan dos Deleuzes. Como dice Dolina: el primero y el segundo. El uno es el admisible: “el que conserva las glorias del lacanismo”. El otro el insoportable: el sembró la lepra de la canalla de los antiedípicos. Digo lepra porque los froidianos son los que se llamaron a sí mismos introductores de la “peste” en el mundo (Freud mismo lo dijo creo que cuando viajó a Estados Unidos), con un éxito sobresaliente en la Argentina e insuperable en mi barrio. Se sabe por Foucault que la peste es hacia adentro y la lepra hacia fuera: los apestados se aíslan en comunidad; los leprosos son echados de la comunidad sin “Apología de Sócrates” posible. Digo leprosos y canallas para no hacer un distingo de otro orden, pero vale ser de Boca (bosteros) Central Córdoba (charrúas) o astemio. Y porque canalla es vulgo, lumpen, y viene de can, o sea de Diógenes, que no tenía Edipo.

Los que creen que Deleuze es “un nuevo misticismo oceánico” viven de “la mala fe y la viveza metafísica al servicio de la Pastoral lacaniana” (página 117).

Badiou se dice corajudo, pero acá se le dice cobarde; se dice amigo de sus amigos de la farra y de la vida, pero acá se lo involucra con la causa de “las pasiones tristes” y el “resentimiento”, las dos fuentes del típico insulto deleciano: Spinoza (1), Nietzsche (2). En “Batallas Éticas” se lo trataba mejor.

A los amigos badiuístas les proponemos que escaneen la página 121.





Amor platónico invertido: infiel



Abraham dice que ama a Deleuze pero le es infiel y que celebra un encuentro de mocedad y comete un acto de gratitud. Porque les permitió a los sudacas rumanos judíos zurdos y tartamudos – ¡y de Vélez! – como él, entrar al gran Liceoacademia bimilenario y medio de la Filosofía. Es un filósofo que promueve la movilidad social ascendente.

Yo pienso de todos modos que los delecianos en la Argentina suelen estar más cerca de la herencia pos “Argentina-latinoamericanizada” del salón de Victoria Ocampo que de los ex quechuas del Gran Buenosayres sojuzgados por explotadores coreanos, que no están muy duchos en esto de la “recepción” acelerada de las corrientes francesas. Casi me incluyo, pero es sólo una impresión, un resabio dudoso de mi costado de peronista lacaniano o pornopolites.
(Ojo: yo soy otro)

Negri Zizek Badiou son los “pornopolíticos”: los que convidan a matar gente con declamaciones de sentencias ilustradas. Ese es el concepto tomasiano.

A título impersonal debo destacar dos cosas. El destino flagrante de Deleuze es la calle y el academicismo. Las dos cosas le fueron ajenas; las deploraba. Odiaba la doxa y odiaba la lucha; en eso tiene razón Badiou. Y no soportaba tampoco a los que en vez de ser como Spinoza vivían del cuadro sinóptico de la Ética. Tomás Abraham lleva a Deleuze a la riña callejera y a las aguafuertes porteñas. Sus seminaristas y el libro “La Máquina…” no escapan demasiado a lo segundo, al compendio devocional. Dice ser un nischeano moderado (anarcosocialdemócrata se podría añadir); pero es más un gombrovichiano moderado. Su método es Gombrowicz a la argentina. Pasado por Arlt Marechal Macedonio o un sociologismo jaurechista posgoriloideo onda mezzo-Arendt mixturados con los nuevos metres francófonos que hacen neofilosofía de la pantalla. De Deleuze al final, casi nada, la chapa de haber estado ahí en aquel entonces tomando cursos con Canguilhem y Miguel.

Ningún transgresionismo, quiero aclarar, en estos modales barriobajeros; apenas un poco de ganas. No hace falta ser una secretaria para convivir con otras vidas filosóficas.

Yo como gombrovista más sauvage – más puntual – que apenas conoció a Aldo Oliva y Nicolás Rosa de a diez metros no puedo aportar mucho: comentar sus chistes y exagerarlos. Y que los eunucos bufen.





Quizabobo de la Sexta





[1] “Contra la pornopolítica”.



-La vulgaridad es un lujo-

Susvín... rompió


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Un idiota que reclama que le sea reconocido un saber...