28/12/07

Microfascismo Tango & Metafísica, o Tabarovsky en el Barrio








En una nota de Página 12 dice este grato apéndice de Aira llamado Tabarovsky con, incluso, demasiada razón que “el barrio encarna el microfascismo cotidiano argentino”[1].
Una canción de la radio dice: “Todas las noches en Corrientes/ en La Paz o en La Giralda/ chamuyando de cosas abstractas/ con palabras rebuscadas/ y la cuchara agonizaba/ en una sopa de letras”.
Hay usos del barrio que son estrafalarios. Pensar en Flores, de Arlt, de Aira, de… de Dolina. Son bien distintos. Pensar en Macedonio; esa ironía ambigua, tenía poco que ver con las lunas de enfrente del fervor pro catálogo de Borges; era “el metafísico del barrio”, que mientras compraba tortitas negras para pudrirlas se hacía visitar por aparecidos como Thomas Hobbes. Ser El Metafísico del Barrio es ser un ido adentro. ¿Qué clase de costumbrismo es posible en el anhelo de “completar a William James”? La gran denegación del Tango fue vivir cantándole a la nostalgia del barrio y de la madre, mientras lo que hacían era fugar al centro y a las turras del centro: huir; huir para llorarlo. Siempre estoy llegando. Troilo al vesre lo que quiero narrar es la imposibilidad de salir del barrio, el exilio en casa. Será por eso que lo quiero tanto: no nos une el amor. Sino el cordón umbilical del espanto. El barrio es una cáscara de nuez con un Sabor 15 adentro. Kafkarriego. Pasaron los tiempos antiédipicos y poslacanianos, sigue el rock, la democracia, el feminismo, la mujer-hombre: el Tango Invertido. Ojo con el culorrotaje del centro y su delecismo a la violeta: el microfascismo es fácil de avistar en la vida de los verduleros y los chapistas; pero sale siempre del barrio, y se emperifolla con pilchas más sutiles en los talleres pero literarios, en las redacciones de los diarios, en la mariconada pedante de los universitaritos. Allí los Ángeles de la Vida-No-Fascista de Swedenborg tampoco acaecen, che. Del trabajo a la casa y de la casa al trabajo, o bien: de la lata al cirujeo: gorilaje y peronismo, y el todo mezcludo como lógica. Si, el barrio es el Se de Heidegger y el Panóptico sibilinizado, para el buen Kafkita, un burgués asustado por un peronista. Nada se parece más a un microfascista.
Me interesa narrar el anonimato frustrado, el anonimato invadido. El anhelo de ubicuidad o el consuelo de la evasión, malogrados por la condena al destino de no salir, de no poder salir, de la casita de los viejos.
Pensemos en un gombrovichismo chabón. Pensemos en Gombrowicz sentado en la puerta con musculosa blanca y escuchando a Boca. Cualquiera. Para el Tango el barrio es apéndice external del Útero. Pero pensemos en el Europeo Nacido en el Exilio condenado como Segismundo de Calderón en una torre que en realidad es el regresar perenne a la casita de mis viejos. El barrio duplica el exilio. Si, el barrio pequeño-burgués, con sus vigiladores nocturnos y dogos argentinos, no es el mítico barrio obrero. Euroargentos aparte, es un chico de depto del centro exiliado en el vaporoso tedio del barrio, desde la Temprana Infamia. Eso sí que es ser “el metafísico del barrio”. Ni Tabarovsky ni Adrián Otero: volvé al barrio. Porque el barrio es más feo.







[1]

–En la novela se ironiza sobre los escritores progresistas que se la pasan hablando de la vuelta al barrio, aunque viven en countries, torres o en casas recicladas en Palermo Viejo. ¿Por qué cree que sigue siendo tan poderoso el tópico de volver al barrio en la cultura argentina?
–Es tan poderoso que ya lo tomó la derecha. Durante su campaña, (Mauricio) Macri decía que quería que las señoras pudieran salir a la puerta de la casa y que iba a poner un policía en cada esquina para que el barrio volviera a ser el barrio, decía Macri, que vive en Palermo Chico. El barrio encarna el microfascismo cotidiano argentino, encarna lo peor del peronismo, lo peor del catolicismo, la hipocresía; no sé por qué es tan poderoso, tal vez porque representa la idea de recuperar una comunidad perdida, los vínculos, los lazos. Una de las peores cosas del barrio es que tu vecino sabe todo de vos, y a mí me encanta el anonimato del centro. Los barrios parecen la pampa asfaltada: vos te parás en cualquier calle de las que describo de Villa del Parque, y hasta el horizonte no hay nada, sólo la misma calle y los arbolitos. (
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/espectaculos/4-8523-2007-12-04.html)

22/12/07

El Retorno de la Wonder Woman






Las minas te cojen y se van.


De la noche del viernes – el día feliz, el antidomingo, el enemigo del lunes – cayó la mañana del sábado a mi cama un ángel.

Guachas, yeguas, turras, cojibles, guachitas – colige el Narrador -, de cuando en cuando, aunque muy de cuando en cuando, solían caer. Bagayos simpáticos, y categorías similares (son codificaciones sociales ajenas a mi persona, advierto), siempre caen con una frecuencia un poco menos menor en la cama del Narrador (dice el Narrador)…

Pero la Mujer Maravilla llega, como mucho, 4 o 5 veces en la vida.

En la vida de un Narrador al menos.

Bueno, en la vida del Narrador.


Pues hete aquí que cayó este sábado, la Superhembra (a)nischeana. Y cuando eso pasa el Paraíso y el Desastre te esperan a cada lado de la cuerda, chabón.


Las minas te cojen y se van.


Se sabe que lo mejor llega cuando uno no está en condiciones de esperarlo. Cuando uno va a la busca se encuentra más bien con Unomismo. El unomismo es una práctica consuetudinaria. Desde la posición “levantar minas”, “conseguir chicas” – una tradición del escritor argentino – no sólo no resultan los mejores textos (Asís, Mandeb, Menem, y cualquier Infiel arrojado a la frontera con el Tajo); no resultan tampoco las mejores cosas. El gentleman no sólo es patético como escritor; es patético. Bioy Casares es la garrapata y el pito de Borges.


Así es que… el Narrador, fue a festejar el fin de año con un grupo de ex amigos, digo viejos amigos, a una taberna célebre en su diégesis, y de yiro en yiro de road movie por la noche, con quince porrones al hombro (perdón Nietszche), un Fernet y cuatro Cuba Libres (mensaje) cayó en un club donde (los hábitos del levante están evidentemente trastocados) se bailaba chacarera. El estómago del Narrador también es un tonel agujereado, y así como cualquiera – cualquier neurótico – disimula su locura a diario, éste disimula su ebriedad andando de un punto a otro por el más difícil de los caminos, el camino más corto: en línea recta.

El tiempo de los pedos de los viernes a la noche es el tiempo del inconciente, de los mitos y los sueños. Al otro día vuelve a Mnemosine como si fuera Brazil de Terry Gilliam, o un corto de Buñuel. Con sintaxis de Rimbaud. En un momento radical – narra el Narrador – el Narrador fue tomado por una criatura mutilada que bajaba de un carro tirado por una yunta de bue, digo de pegasus querubines cuadrupedizados o unicornios sin filo, con alas de gasa y sonrisa de flash. El SER me tomó de las manos y me condujo al centro del pogo campero al son de bordona y legüero resaturados por un sonidista de oído punk.


Chacarera de mi esperanza: la marcha no acabó con el Amor.


Curso acelerado de baile en estado de estupor presocrático con bilis Bucowski encubiertos en gesto canchero y fuga en un tiempo prudente para el rincón seudorrural improvisado a guisa de reservados. Uno sabe correr por la pista de su papel masculino, pero quizás creyendo correr sólo rueda. ¿Se entiende? ¡Ya no quedan mujeres! La Mujer Maravilla no me dejó pagar los siguientes vasos que corrieron por su entera cuenta. Me miré con el espejito a ver si no se me había corrido el rouge y me sentí Pampita, pero matizada con modales a medias entre Gastón Pauls Gelman y Clark Gable. Sea por el deletreo encantador de mi estilo (dice el Narrador) o porque ya estaba determinado, tomada la decisión, advino la Transa, la fuga acto continuo del lugar, y el desenlace del hecho al lecho.


Las minas te cojen y se van.


Debo confesar que la performance no fue la mejor, hecho que se deduce del etilismo referido, pero podría haber sido peor (no lo narraré). En caso de estos levantes epifánicos uno se conforma con mirarla en su almohada mientras intenta tragarse la llave. A las diez de la mañana el Ser con Alas de Gasa se fue (hubo que romper la puerta) mientras Bochetti, el vecino, tomaba su mate de sábado inglés, y no volvió más.


Hasta hoy, dice Penélope.



Las…

4/12/07

Por un Peinado Crítico


(El Superhombre Kitsch, o una refutación al criticismo del descaro)



Pasan los años y el Superhombre-Kitsch va sufriendo algunos cambios en su naturaleza, que podrán tener su correlato traslaticio en su cultura. Con la famosa edad de Cristo (“mis 33 años” como aseveró en su momento Julio Iglesias – pensar que hoy tengo la edad de Julio en aquella época en que mi madre compró el caset…ah, irreparabile tempus… ) adviene hoy día la hora del último intento por abandonar la extensa sabana de la neoadolescencia posfamiliar. El continuo menguar histórico del pater familias, la disolución y enrarecimiento de la familia pequeño burguesa nacional y urbana, no son óbice ninguno para la sorda teleología de ciertos procesos dependientes del mundo de las hormonas. Para decirlo llanamente: el Superhombre-Kitsch ¡se queda pelado!

¿Es el fin de la histeria?

No. El Superhombre-Kitsch tiene un arco de éticas bastante amplio, un abanico de ofertas posibles para su decisionismo de ideología lata. Lata más que en sentido lato en sentido lata, chatarra, pop, Warhol. Puede optar por Hair Recovery o por los masajes capilares, no ya por el quincho o peluquín, ícono capital e indumentario de una estética perimida, la de los grandes valores. Grandes valores del tango. El Superhombre-Kitsch hace una inversión radical de los Grandes Valores del Tango. Propone un Tango Invertido y deja a Mariano Mores con sus mores antiguos tocando Uno, tango de Parménides y Platón grabado por RCA Victor.

¿Nos induce esto a pensar que el Superhombre-Kitsch se ha quedado flotando en la vetusta crítica a la moral del peluquín de la contracultura pop de los 80? ¿Sacarse el mocasín y la gomina y pelar sin brillantina?

No, no. No.

El Superhombre-Kitsch no se peló por el asco que le da tu sociedad, o… su sociedad. El Superhombre-Kitsch también sostiene sus affaires con sus Natalias Oreiros o le gusta jugar a meter estudiantes de secundario en un Fiat 600. Por lo demás, hoy la sociedad se pela. Sin asco. O, mejor: por el asco que le da quedarse pelado… En fin, paradoja, ambivalencia… Entrad a C.T.I. y veréis una frondosa población de calvos de camisita y corbata que, acaso, después del after office, de vuelta a sus departamentos – misterios de la privacidad y las neosubjetividades, es una fe que tengo – flayeen escuchando en sus MP3 Sumo en la versión de Diego Torres (… ¡“No tan distintos”!).

Si, el Superhombre-Kitsch, cautivador cautivo del imperio del relativismo permanece en teoría equidistante de Prodan de Kojak o de Soldán. En su versión enderezada va Schwanek. En su versión más onda Kirchner (lo que llamamos kitschnerismo) se para incluso a la izquierda de Gastón Pauls y se compra la maquinita Philliph manteniendo el halo de misterio de por qué se peló, presto a cualquier denegación y sinuosos oficios retóricos ante la comparencia pública obligada que estas decisiones propias del cuidado de sí de una estética de la existencia arrastran en estos tiempos tan free. Como dijo Foucault en uno de sus diálogos ante los Maos:



- Vos Michel ¿por qué te pelaste?

- Y yo… por… por el asco que me da defender la sociedad.



Lo dijeron unos viejos poetas de la época: perdí mi peluquín; pero me sigo pavimentando.







(Serie: La vulgaridad es un lujo)




-La vulgaridad es un lujo-

Susvín... rompió


Foro fáustico-Kitsch de miseria a la filosofía, viveza epistemológica, patafísica nacional popular, metafísica nazianal pop, crítica en estado clínico, antipsicoanálisis en pantuflas, boludeces con criterio empirista de significado cognoscitivo, dadaísmo tragicómico, popestructuralismo de protesta, poemas platónicos, deconstruccionismo chabón, tango rolinga, paranoia ontoteológica, solipsismo de izquierda, falogocentrismo a martillazos, martillazos al falogocentrismo, esquizoanálisis microfascista, fenomenologías del transmundo, freudomarxismo new age, pragmatismo del reviente, pensamiento poco, yoísmo ayoico al pedo, hedonismo allende el principio del placer, diogenismo del doble discurso, cristianismo con Sade, say no more sin Tractatus, partuza del pensamiento abstracto, vitalismo funebrero, antifilosofía antipoética, surrealismo silogístico, peronismo gorila, menemismo progre, palo a la argentinidad y argentinidad al palo, rocanrol ello, existencialismo menefrego, hegelismo anarcodeseante, cross en la mandíbula a Kant.




Un idiota que reclama que le sea reconocido un saber...