30/5/12

Vida y obra de Nario Narváez (extracto)



"Sin embargo,
ni siquiera la más "pura"
 intención artística
 escapa completamente
 de la sociología"…


Deslumbrado por la idea del “escritor sin público” (D. Tabarovsky, Literatura de Izquierda) N.N. albergaba en su corazón un grande proyecto: NO SER RECONOCIDO. Este proyecto antisocial lo condujo al fracaso de su proyecto creativo, que incluía en su haber un par de nouvelles, unos cuantos cuentos y varios cuadernos de poemas y anotaciones metaliterarias. Por mala que sea una literatura, estrafalaria o anacrónica, naïf  o anómala, kitsch o bruta, su no-consagración jamás es segura e inexorable. Tampoco basta con no-delegarle al amigo más fiel (¡y menos al menos!) la incineración de la obra, ya que no basta con escribir para ser reconocido como escritor y hasta es posible serlo sin que nadie por completo conozca la obra, incluso sin haber escrito jamás obra alguna. El reconocimiento llega de parte de los otros como un gigantesco dedo condenatorio y repentino que un día ex nihilo lo señala: ¡Vos!... ¡Vos sois el más grande escritor del barrio! N.N. había abandonado el fracaso autoinducido por considerarlo una forma típica del exitismo estándar de malditos y póstumos quemando su obra completa entre los yuyales secos del jardín de su abuela, creyendo que de esa forma se aseguraba el éxito de su proyecto –decirlo así, metaliterario, o peor: antiartístico- (“NO SER RECONOCIDO”). No bastaba la “enucleación de la noción de ser, de la de identidad personal y la de continuidad histórico-personal”, el falso ideal borgeano de ser el hombre invisible, cómo desaparecer completamente, el arte de la fuga, en definitiva consecuencias características del destino social de la vida literaria. N.N. fue por más, puesto que no le interesaban ya la marginación, el rechazo y la indiferencia sociales, sino sus sucedáneos específicos del campo cultural. Por cierto que el virtuosismo del fracasar en vida de los escritores ya estaba todo agotado en los casos emblemáticos de un Pessoa o un Kafka, aunque el negocio del escritor secreto –“el secreto mejor guardado de la literatura del barrio”- siguió siempre funcionando como si nada. Para lograr su meta autística (que debemos en el caso entender siempre como contraartística) era menester el secreto pero en un sentido por completo cabal e indefinido, porque que alguien se enterara importaba un peligro fatal. Es bien claro: el proyecto como tal no tenía precedentes (al menos “reconocidos”), es decir que era puntualmente original; más aun: ¡era genial! Pero, evidentemente, de ser descubierta, esa genialidad hubiese conducido su proyecto de “irreconocimiento” al absoluto fracaso. De manera que N.N. decidió alejarse definitivamente de las sectas del autobombo-mutuo (capillas literarias), de los medios y de la academia intentando así excluirse de toda eventual legitimación posible. Alejarse de la intelligentzia todo lo que se pudiese y embrutecerse hasta decir basta. Hacerse pasar por un estúpido espontáneo, es decir sin remisión ninguna a Erasmo, Dostoievky, Gombrowicz, Recienvenido, Flaubert, el Quijote, ni ninguno de esos. Y créanme, créanme que lo había logrado, si bien nadie, nadie es dueño de su propia vida y menos que menos de su propia vida después de la vida. Siempre, en cualquier momento, pasadas incluso varias vidas, y sin que el favorecido lo note jamás, podemos descubrir de una vez los signos imperceptibles de la gracia. Todo iba bien hasta…


 (en “Para escapar de Pierre Bourdie”)

14/5/12

Antifilosofía & Cinismo: Intervención-Error III [desgrabación conferencia - temáticas]




Llegados a este punto del curso, queridos pajes, siendo que me han pedorreado por escribir el grafema “Badiou” en reiteradas oportunidades, prometo que no hablaré de Lacan a menos que sea para indicar nuestra necesidad de ir a escupirle sobre su tumba -queda muy lejos… en fin-. Es lo que ustedes me piden y yo se los daré. No me negaré. Me entrego pleno. Nombrar así nomás a ese personaje del parnaso del Estado Cultural Francés mete miedo en muchos de nosotros; lo sé hijos míos. Ustedes no quieren saber nada de eso, quizá sólo quieren ir a contar sus secreciones al matasanos de diván y sentirse perdonados. Yo nunca lo hice pero los comprendo. Comprendo al mundo. No quiero hacerlo pero no puedo evitarlo: lo comprendo. Los comprendo. O a lo mejor no y estén ustedes habitando una dimensión desconocida para mí. Así es “Mí”…conoce, no conoce…comprende…no… etc. Lo tengo presente, la patafísica lacaniana, lo sé muy bien, no es tan simpática como la de los colegiados jarrianos; ha forjado unas instituciones que se nos exteriorizan como ominosas. Pero no me interesa hacer hermenéutica del corpus literario lacaniano ni deconstruir sus textos ni siquiera los no escritos, particularmente sabiendo que tratamos con un señor que deploró la confusión del sentido con la verdad y del analista con el maître. Salir apenas de paseo por la plaza del barrio de otro. Me gusta la antifilosofía, me gusta la palabra. Pienso por eslogan y antifilosofía & cinismo son tres palabras que me gustan, me gusta el título: la que más: la &. Parece un 8, la clave de sol, un infinito izado con cola. Me han señalado y me han llamado antifilósofo, para agraviarme, y yo siempre encuentro un estímulo en hacerme odiar. Yo desprecio el desprecio también. Conozco la lengua del enemigo pero no sé quién es el enemigo. Hablo su lengua pero sin abrir la boca. Soy ventrílocuo. Soy imitador. El canto de los pájaros, el gorrión mediocre, el tero insufrible, el hornero albañil, el cóndor de las alturas, el manfloril picaflor, el zorzal criollo, la alondra de Eiti Leda, la gaviota que es ave de paso, trabajador golondrina, teresa calandria, el aburrido mirlo de Wallace Stevens, el tordo Palma, la paloma de Poy, el ñandú que hace rostro de topo, el pájaro bobo antártico, el pájaro loco sustituyendo importaciones, Caniggia, el martín pescador pasará, Pipo, e imito también, el canto de las épocas, de los ghettos, de los chetos, de los punkies, del aparato crítico indígena abocado al “sistema literario argentino”, de los pedagogos traductores de nuevos éxitos filosóficos de Gallimard. O no, desde luego. Siempre o no. Nada nada nada. Etcétera. Parole parole parole. Las lechuzas no son circunspectas, las hienas no ríen. Son impresiones de imbéciles (humanos). No hay nada de eso. Pío, pío. Siempre hay que tener el muñón a mano. Nunca se sabe. No traigo lo nuevo porque lo nuevo no se traslada. En mi revista Novedades Reaccionarias lo he explicado bien, formidable público amigo. Acepte imitaciones (no me confundan con Tomás Abraham). Mi idea es que al curso me lo den a mí. La salvedad: yo propongo temática título y bibliografía. Y testimonio textualmente mi ignorancia. Una especie de examen invertido cronológica y teleológicamente. Ahora tengo que ir a pagar Arnet al Rapipago. Tengo turno con el odontólogo, luego con el chamán jipi cosmodeleuziano (yo lo oí perfecto a Foucault: “…el siglo será de Luciano” (“un jour le siècle sera de Lucien”), luego me vuelvo a preparar unas costeletitas de cerdo, hago la digestión, quién sabe tal vez haga alguna expiación ahí nomás, puede ser luego algo de Bendita TV, después prometo que vuelvo pero lo prometo después.  No olvidemos que Platón y Aristóteles por ejemplo –es algo que parece que se sabe- predicaban a dos manos. Digo que dictaban dos tipos de cursos de muy distintas características y practicaban dos tipos de discursos de estilística y estrategia dispar: uno era para los entendidos y otro para los legos. Acá se hará lo propio. Brindaré dos tipos de cursado simultáneo. Uno será para los que se la saben, otro será para la gilada. De todas maneras no explicaré cuál es cuál ni advertiré cuando paso de uno al otro. Veremos cómo resulta. Acá les dejo el trazado del plan. Éste quizá sea el que no seguiremos, que pensándolo bien podría ser un tercer curso. Salúdenla de mi parte.


           
Curso del 30/2. Cinismo, quinismo, etc.

Por qué no hay continuación de algo sino de la nada-Discurso inaugural-Serie gestual: ejercicio penúltimo (por carta)-Estando el centro en todas partes no será una digresión: Surrealismo miserabilista y neocriollismo punk-new age -Diogenismo de campo o quinismo de la cultura - El Diógenes imposible o los cánidos nominalistas - Eclecticismo de la nada y patafísica de las costumbres - Crítica de la razón quínica – El tilingaje cósmico-deleciano me tiene harto (Por qué Facebook no ha ocurrido nunca) – Por qué los nenes de papá son inexorables en la cultura- El diogenismo no es un chabonismo – Suelta de confetis – Sacrificio de un animal a designar (pudiendo -¿preferentemente?- ser un sapiens aun cuando ejercen la inmortalidad) – Boludo sos vos, gil robado- (Exégesis de algo) –Lo trágico es cómico pero el chiste es solemne (no se confundan)-
Aprobación con presentación de una monografía sobre etc.

Curso 2, Termidor 3. Filosofía, antifilosofía, etc.

(al ser curso a distancia no habrá pederastía, prometo) Sócrates, glosa-gag - Desestetización de la existencia sin estetización de la pobreza: quinismo Kitsch- Pidamos lo imposible: ¡la antipatafísica! - ¿Quiénes son más serios: los supuestos deudos de Platón o los de Jarry? - Técnicas diferenciales de masturbación (pública o privada) entre filósofos y antifilósofos - Atopía lumpen –o no- – Del asombro al desastre por el camino más corto (i. e.: largo) - Por qué no quiero ser el perro de mis ideas - ¿Vive sin ideas o vive sin ideas fijas? – El Superyó es un chiste que hace chistes - Economía política de la frotación de barriga – Libidinal: ¿La masturbación tampoco existe? – Orgia à deux: amor y multiplicidad – El ser-en-cuanto-ser: ¿matemático o peronista? – (…) - Sketch platónico (ejemplo) - (Arrobamiento parentético: el menemismo como poema) [no sólo “sofística”] – Cinismo, quinismo y “el lugar de boludo” (Lamborghini interpretado como moralista) - Con-cursos- Streaptease del público (tema libre) – Interregno: disertación sobre Flores de Bach, contrapunto  – La antifilosofía y el camp de la filosofía- Recreo-triatlón: Desagravio:100 páginas de Hegel en lengua original como ascesis atlética – [que se mueran los feos] – Telón – (Aplausos) – (Saludos al público) – Interpretación en guitarra flamenca del El tiempo es veloz de D. Lebon – Uds. tampoco son graciosos – Duelos, desafíos, gargajos- Incendio del lugar o templo a elegir – Pregunta final al oráculo a designar (Con excursión y coaching coercitivo all inclusive) – (aaay qué risa) - No envidiar la locura del otro (ejercicio espiritual) – Tesis – No - 

4/5/12

Antifilosofía cinismo y



Los dos nudos más interesantes del estado actual de la “filosofía” son estos: el de la díada Filosofía-Antifilosofía dibujado por Alain Badiou, y el de Cinismo-Quinismo elevado por Peter Sloterdijk en Kritik der zynischen Vernunf de 1983, un libro que parece comienza a leerse con más premura ahora que en su momento. Un nuevo cansancio los ampara. Especialmente a Badiou, un cansancio argentino que se manifiesta con la final saturación de la escolástica que dejaron Foucault-Deleuze, Derrida, y el sinfín de productos del nietzscheísmo francés, posmodernista, deconstructivo, biopolítico, y demás epítetos. Todo eso entra en un espíritu de época general, y aparentemente ya no urgente ni imperioso, que Badiou denomina y encierra dentro de la sofística y la antifilosofía anunciando un regreso de la Filosofía, de la verdadera filosofía –y de la Verdad-, de la filosofía originaria: el platonismo. Este estado decadente es diagnosticado como una patología del pensamiento llamada Antiplatonismo, del que apenas se salva el “platonismo invertido”, como apenas se salva la llamada antifilosofía con respecto a la simple sofística. El otro gran diagnóstico magistral es el que ve a ese estado de caída como el dominio universal del llamado “cinismo”. Ese cinismo es –mezclando caloes hasta un punto inmiscibles- el relevo antifilosófico o no-filosófico de “la filosofía insuperable de nuestro tiempo” como le había llamado Sartre en 1957 al “marxismo”. Bien que esta nueva filosofía mundial no parece insuperable pero sí triunfal, y tampoco parece filosofía. Más bien parece una héxis, un Zeitgeist, un estado de cosas, de situación. Una especie de peste pero no freudiana –como el llamado psicoanálisis según su inventor-; más bien una lepra, es decir una epidemia que no separa y aísla sino que congrega y reúne a sus satisfechas víctimas. No es el cinismo de la parresía que rescató de los anaqueles el llamado “último Foucault”, el de la escuela antigua que se supone establecida por el socrático Antístenes; esa es en todo caso la primera configuración histórica de lo que por entonces Sloterdijk (pero no por primera vez) dio a conocer como “quinismo”. La Crítica de la Razón Cínica es una especie de historia filosófica del par cinismo-quinismo, o una historia de la filosofía, del pensamiento, o de la historia, desde ese desdoblamiento primordial. Esa historia sirve más bien para poner a la vista el lugar desde el cual se enuncia y hace aparición una filosofía o no una filosofía. Una prehistoria. Toda perspectiva se ubica o como plebeya o como señorial, como marginal o como central. En 1992, en mentado prólogo a Goza tu Síntoma, Zizek, una especie de gemelo menos programático de Badiou (así llega a la Argentina al menos), más afecto a los chistes y las paradojas, pero abocado a similares denuncias del mundo, se expresa así: el enemigo –dice- no es hoy el fundamentalista sino el cínico. El cínico es una especie de ciudadano medio occidental que de la boca para afuera, en público, se expresa libremente –como un histérico o falso parresiasta- pero en privado obedece. Hace al revés que lo que se hacía bajo el socialismo soviético, donde se operaba bajo un ritual público de obediencia y se mantenía una distancia cínica privada. “En ambos casos, somos víctimas de la autoridad precisamente cuando creemos que la hemos embaucado: la distancia cínica está vacía, nuestro verdadero lugar se encuentra en el ritual de la obediencia”. Su libro tiene un fin terminal, definitivo: “presentar ante la consideración pública la nulidad de la distancia cínica”. Se trata de acabar con una doble moral que ya había sido propuesta –dice- por Descartes y luego por Kant y que sigue vigente con el espíritu deconstructivo cuya máxima cínica solapada es: “En teoría (en la práctica académica de la escritura), deconstruye tanto como quieras y todo lo que quieras, pero en tu vida cotidiana participa del juego social predominante”. En su manual anterior de 1989, El Sublime Objeto de la Ideología, ya había capturado el concepto de cinismo como “una forma de la ideología” y recensionado la Crítica de Sloterdijk: “El cinismo es la respuesta de la cultura dominante a su subversión kínica", una “negación de la negación”. La conclusión de Zizek era: el cinismo es tal, pero no expresa un mundo “posideológico”.
Todo este conflicto circunspecto se esfuerza por esconder –hacer como o pasar por alto- su estado de duelismo retórico al interior de un campo cuyas disputas no son por el poder en su sentido general y menos por la emancipación y la iluminación sino por el poder al interior de ese propio “campo”, una publicación acá, un cargo allá, una conferencia acullá, una pederastia aquende. No deja de provocar una amarga risa, quínica o cínica, da lo mismo. Un bizantinismo de claustro y de vernisagge, de grandes presentaciones editoriales, un mundo en la salvaguardia del poder real, y cuando no es así, ajeno en su alta torre de marfil comprometida al sufrimiento y la idiotez crónicos de la vida de los “quínicos" en serio. El cinismo de la denuncia del cinismo. Por eso todo esto no se va a tomar demasiado en serio y menos que menos rigurosamente. El quinismo y el cinismo dependen de cómo uno haya caído. No olvidando aquel asunto del ¿Quién? de Nietzsche, ni totalmente fuera de esa retórica, que vale tanto como pasatiempo, negocio, o tragedia o drama, las preguntas interesantes son, ante este estado de la cuestión: ¿Vale la pena dejar la Antifilosofía? ¿Quién quiere salir del Cinismo?

1/5/12

Lo que usted debe saber –o mejor no- para ser un perfecto antifilósofo




“Y es la pura verdad para todos nosotros que la mayor dificultad,
 aquella que exige de nosotros una creación,
no es la de descubrir y comprender a Nietzsche.
La dificultad es el saber, filosóficamente, cómo perderlo”.
Badiou


Dado que este blog entre otras cosas se ha promovido como un foro de proyección de la “antifilosofía antipoética” nos proponemos en principio dar algunas indicaciones de lo que no pensamos que es la “antifilosofía”. No sólo porque no cualquiera es antifilósofo sino porque la antifilosofía no es cualquiera. Desgraciadamente es ya una antidisciplina estrictamente reglamentada. No es cosa de insultar y ya serlo. No basta con agredir sistemáticamente a los obreros del filosofema para que te llamen antifilósofo. La antifilosofía ya está ganada de antemano por el espíritu de la seriedad, porque no es cualquier sanata ni empieza y termina con la primera o última trompada en la cara del buen licenciado. El antifilósofo no es simplemente el némesis automático del filósofo, su archienemigo por la archienemistad misma. De hecho, en relación a la amistad como asunto, no puede decirse que el antifilósofo sea un promotor de la enemistad –en oposición al filósofo como un cultor de la amistad originaria-. La frase lapidaria “amigos, no hay amigos” se escuchó en el lecho de muerte de Aristóteles, un evidente filósofo, y su reversión fue ejecutada por la noble mano de Federico Nietzsche (“enemigos, no hay enemigos”), patrono si los hay de nuestros compañeros antifilósofos. Usted podrá llamarse “antifilósofo” si gusta, para nosotros es apenas una onda. Sin embargo, para el gusto más exastista, la antifilosofía ya ha sido establecida como un concepto más o menos preciso convirtiéndose en un jingle de moda, ya para promoverla o prevenirla, gracias a los esfuerzos del marroquí y maoísta Alain Badiou, filósofo lacaniano –si se concede el oxímoron-. Porque el resurgimiento de esta bella palabra simpática se lo debemos también a Jacques Lacan, aquel divertido psicótico pro pater familias. Desde el edificio lacaniano el psicoanálisis es una actividad antifilosófica. Badiou ha tratado de razonar el borroneo conceptual de Lacan, y desarrollarlo de acuerdo a uno de los ejes principales de su grande proyecto, el de una filosofía lacaniana (por decirlo así un lacanismo invertido). Badiou nos habrá de enseñar que así como la antifilosofía se hace con la filosofía –y no sin ella, ni simplemente afuera-, la filosofía se hace con la antifilosofía (“siempre es la heredera de la antifilosofía”). En su esquema –el de Badiou-, filósofos y antis son contendientes caballerescos; más todavía: galantes, cortesanos incluso. Disienten en el consenso por decirlo en cierta forma a la manera de Bourdieu. El antifilósofo no es necesariamente un señor que les pega a los nerds o sale a cazar doctores pedantes mantenidos por el Estado. Puede ser un hombre afable e incluso dar clases, conferencias, ser licenciado, profesor, y hasta ser mundialmente conocido como filósofo. O sea no es necesariamente un bruto, un “filósofo bruto” –a la manera de Macedonio, según la interpretación de Diego Veccio-, vale decir un outsider del campo intelectual. Se diría que lo que no querrá ser es sacerdote, pudiendo ser profeta en caso de no hacerse simplemente brujo, pero nadie puede decir que la “antifilosofía” no tenga ya sus canónigos. De hecho según Badiou el pensamiento obligatorio del s. XX fue el que se levanta en contra de la categoría (o “voluntad” como le llamó Foucault parafraseando a Nietzsche) de verdad –esto es, a grandes rasgos, la sofística, pero también la antifilosofía-, ya en nombre de Wittgenstein, de Lyotard, o de Stalin o la dupla tétrica Hitler-Heidegger. Bajo este criterio serán posibles filósofos-profetas o filósofos-brujos de la misma manera que antifilósofos-eclesiásticos (Badiou los ve por todas partes, aunque creo que no sale mucho a ver si llueve). La rencilla darviniana entre profesores-sacerdotes y creadores-profetas –narrada por los estudios culturales de Boudieu desde el punto de vista de la lucha de clases “de campo”- es ciertamente indiferente al asunto (Badiou es ejemplo en sí mismo de filósofo-profeta y las aulas están llenas del ejemplo contrario, intructores-de-Bataille o Klossowski verbigracia). Ya vemos que la división entre filo y antifilo no es la oposición entre el orden y la aventura. Así como Zizek señala que entre los académicos es una impostura obligatoria declararse de izquierda (radical o progresista) para pertenecer, Badiou nos muestra que sofística y antifilosofía son el registro del pensamiento oficial del mundo vigente.
Según parece “antifilosofía” era apenas un hápax legómenon lacaniano –o sea aparece una sola vez en toda su obra- antes de haberse vuelto chic con la  recuperación de Alain Badiou. La palabra ya había sido común en la época de los filósofos de la ilustración en manos de sus enemigos religiosos antes de volver con el profeta del Dios Inconciente. Cabe Lacan se identifica con el “discurso analítico” lo cual podría llevar a rever el papel histórico de Sócrates por ejemplo (¿el padre de la antifilosofía?) –es decir el reverso del “discurso del amo”- o bien con el de la “histérica”, o sea el reverso del “discurso universitario”. Sobre la “antifilosofía” en el Siècle des Lumières, empuñada por jesuitas y tipos así contra los filósofos del momento, se puede leer alguna referencia en el Tratado de Ateología de Onfray, autor que predica contra el ateísmo cristiano y el cristianismo sin Dios servido de algo que llama “física de la metafísica” con las banderas de un ateísmo “materialista” que cruza epicureísmo hedonismo y Nietzsche, y que colateralmente combate a los antifilósofos contemporáneos en nombre –como Badiou- de la “filosofía” (los dos se dedicaron a repasar a San Pablo, pero el ateólogo lo deja hecho una piltrafa). Ya en un sentido contemporáneo prelacaniano “antifilosofía” vendría a ser un equivalente a filodoxia y sofística (según una apolilladadefinición atribuida al filósofo italiano Michele F. Sciacca es un “sistema del error” en contraposición al “sistema de la verdad”; la "sofística o filodoxia es el momento antifilosófico y satánico, interno al momento filosófico".  "La historia del pensamiento, del hombre, es una lucha continua entre filosofía y filodoxia”). En el poslacaniano de Badiou (para el caso más interesante que los que da Jorge Alemán, que no saca al término del “campo del Otro” o para decirlo mejor de la mera incumbencia del campo del psicoanálisis) no es lo mismo: hay una diferencia entre los procedimientos de los sofistas y los protocolos de los antifilósofos. El primero, el sofista, combate y niega la verdad desde la retórica (podría ser el caso –según Alemán- de Derrida, el gran deconstructor, antes de amenazar volverse a la teología del otro de Levinas); el último, el antifilósofo, la “destituye” y permanece indiferente a ella desde un más allá del lenguaje (es lo que le decía Deleuze cuando se carteaban: que no le gustaba la verdad). Con el sofista el antifilósofo comparte en todo caso y en principio lo más básico de su actitud, el antiplatonismo de base: que del lenguaje no se puede extraer la realidad. Antifilósofo no es nomás el que declara “el carácter alucinatorio del mundo”; más bien el que se pone del lado contrario de la adaequatio, o sea con lo real contra la realidad. “Llamemos antifilosofía a todo dispositivo de pensamiento que oponga la singularidad de su acto a la categoría filosófica de verdad” (Reflexiones sobre nuestro tiempo). Es borgeano “porque la realidad no es verbal” (Otras inquisiciones). “Es aventurado pensar que una coordinación de palabras (otra cosa no son las filosofías) puede parecerse mucho al universo” (Discusión); esa es su frase cabecera. Antifilósofos fueron antes de Lacan, San Pablo, Nietzsche, Wittgenstein, Rousseau, Kierkegaard, Pascal…
 A continuación para ahorro del trabajo de seguir a Badiou par lui-même, se pasa a glosar algunos detalles del siguiente opúsculo: “La antifilosofía yla transmisión del saber: producciones de un concepto lacaniano en Alemán yBadiou”, bajo la firma Carlos Gómez. El antifilósofo –se lee- desacredita la función teórica de la filosofía y ofrece a cambio algo más actual y radical cambiando el acto filosófico –pensar- por algo que no es pensable. Comparten los antifilósofos entre ellos algunos rasgos adicionales: escritura fragmentaria, certeza anticipada de su triunfo (sic), oposición a un determinado filósofo, cierta feminidad misógina y cierto cristianismo. (En boca de Badiou “antifilósofo” suena un poco a “narcisista” en boca de un ejemplar de esa forma clásica de psicoanalizado de tipo moral allí donde el psicoanálisis termina siendo un subset de adaptación al medio.) Es un histrión que apela al culto a la personalidad y trasmuta el oro filosófico en barro literario y autobiográfico (otra vez Borges: “la filosofía es una rama fantástica de la literatura” y “toda literatura es autobiográfica”). Por boca del antifilósofo no habla la Theoría sino su nombre propio (obviemos los casos de Kierkegaard o Pessoa, aquel de “ya bastante metafísica hay con no pensar en nada”, ventrílocuos de apodos); no ofrecen otra garantía que “una constante exhibición de la singularidad existencial”. Lo que les importa es “el cambio subjetivo que puede producir una idea, lo que nunca puede ser producto de una formulación racional, lógica, filosófica o conceptual” (Borges definió así al “quevedismo”: “el empeño en restituir a todas las ideas el arriscado y brusco carácter que las hizo asombrosas al presentarse por primera vez al espíritu” (Inquisiciones)). Si la filosofía es transversal a los “cuatro discursos” fantásticos de Lacan, la antifilosofía también. El antifilósofo también puede ser “un buen maestro” y “saber todo lo que debe saber” (Ella es bailarina) de acuerdo al discurso universitario-amo. Si acá somos borders o artistes bruts corre por nuestra propia cuenta y riesgo como diría un irlandés.
 Es posible que después de todo esto nuestro seguidor, el pequeño aprendiz de antifilósofo, prefiera volverse a la Academia, o al Liceo o la Stoa. Habida cuenta de todas estas precauciones, queda claro que allí encontrará quien le converse a gusto. El campo filosófico abocado en su momento al auge de la dificultad de descubrir y comprender a Nietzsche se aporta hoy al de la dificultad de aprender a perderlo de la mano de lo último en filosofía, la novedad del platonismo.
Coda: La antifilosofía –Badiou dixit (Conferencias en Brasil)- es más que una critica una terapéutica, y cura de una enfermedad llamada filosofía. Esa enfermedad con Nietzsche es el “platonismo”. El acto que opone Lacan a la filosofía para ponerla a prueba es el acto psicoanalítico, lo cual no dista demasiado de retrotraer todo el platonismo al momento inicial de la mayéutica socrática. Sócrates, antes de ser a Platón lo que Lacan a Badiou, en todo caso también curaba, no del platonismo que no lo había sino quizá de la sofística y del poema. Cierto que ese eventual Sócrates virgen de la mácula platoniana –el Sócrates Analista y no el Sócrates Amo- no podía ser “anti” de aquello que aún no era. Hubo que esperar para ello al Sócrates loco (o furioso según otros traductores de Platón); claro que el “acto” de Diógenes –primer terapeuta antiplatónico- tiene mucho menos de mayéutica que de performance, de happening o de piquete. Aunque a Badiou no le interesa ni se ajusta a los preceptos protocolares que formula en los antis, postulemos acá al perro como el Primer Gran Antifilósofo del Mundo.







-La vulgaridad es un lujo-

Susvín... rompió


Foro fáustico-Kitsch de miseria a la filosofía, viveza epistemológica, patafísica nacional popular, metafísica nazianal pop, crítica en estado clínico, antipsicoanálisis en pantuflas, boludeces con criterio empirista de significado cognoscitivo, dadaísmo tragicómico, popestructuralismo de protesta, poemas platónicos, deconstruccionismo chabón, tango rolinga, paranoia ontoteológica, solipsismo de izquierda, falogocentrismo a martillazos, martillazos al falogocentrismo, esquizoanálisis microfascista, fenomenologías del transmundo, freudomarxismo new age, pragmatismo del reviente, pensamiento poco, yoísmo ayoico al pedo, hedonismo allende el principio del placer, diogenismo del doble discurso, cristianismo con Sade, say no more sin Tractatus, partuza del pensamiento abstracto, vitalismo funebrero, antifilosofía antipoética, surrealismo silogístico, peronismo gorila, menemismo progre, palo a la argentinidad y argentinidad al palo, rocanrol ello, existencialismo menefrego, hegelismo anarcodeseante, cross en la mandíbula a Kant.




Un idiota que reclama que le sea reconocido un saber...