24/7/07

El trío Masotta, Arlt, y Yo Mismo





Masotta no hace un “sicoanálisis existencial” de San Roberto Mártir Arlt, lo deja a otro inquisidor futuro. Se detiene menos en “el hombre Arlt” que en “el hombre de Arlt”. Todo en Arlt es delirio, pero delirio veritativo narra Oscar Masotta. Sus personajes – dice - son ridículos irrisibles. Es la gran diferencia, hay que añadir, con los de Marechal, que son la risa de los ángeles. El lector arltiano – como Maldoror – no puede reír - . El tema-masotta sería este: la decisión entre Destino y Elección, o sea entre Lacan y Sartre. El timonazo ejemplar de Masotta de Sastre a Lacan, de difusor sartreano a propagador lacaniano está en eso. Y Arlt – escribe Masotta cuando escribe sobre Arlt – toma parte por el destino. Sus personajes no pueden dejar de ser lo que son. Están condenados. Pero no a la libertad: a ser lo que son. Habría que decir: la Contranausea es la patología que muestran esos seres patéticos. Para la época la cuestión era el legado de Marx: o determinismo histórico o praxis para transformar la realidad; el lado de la necesidad y el lado de la libertad. Después pudo llamarse “ontología de la libertad” versus “estructuralismo”. Masotta, al final, también elige el Destino. De ahí la justeza de Arlt. Artl contra Sartre enton. Masotta lee a Arlt con el armazón de Sastre pero al final no descubre la elección sino el destino. Elige a Arlt contra Sartre. Arlt al final lee a Sartre, al contrario. Arlt Masotta y Erdosain se triangulan. Y llegan a Lacan. Erdosain conduce a la estructura como Roquentin conducía a la conciencia. Última traición de Arlt: a Sastre. Confiscarle a la derecha la idea de destino. Eso dice Masotta. Un hito evidentemente. Un hito de la “izquierda argentina”. Un hito del pensamiento teórico de la lumpen-pequeñoburguesía marxista argentina, que por obra y gracia de Arlt pasa de la idea sartreana de libertad – propiciada por Sastre para la ilusión de un desclasamiento pro iluminación de la revolución socialista del sujeto burgués, por ejemplo el mismo Juan-Pablo – a las ideas desconsoladas de estructura y del inefable Edipo, esas “últimas barreras de la burguesía al marxismo” según se atajaba Sartre por la época. Como se ve el lacanismo heroico argentino comienza su historia con un acto de bandidaje anarco, una expropiación a la burguesía pero –ah – no de tierra o dinero, sino de una idea. Y es culpa de Arlt.
La lectura de Masotta tiene – axioma: - manifiestamente todas las características de su época y su grupo, tematizan la fascinación morbosa que provoca la categoría “clase media”, a la que detestan porque es lo otro de sí, lo propio de lo que quieren huir y dicen repeler. Masotta olvida aclarar que en su presente histórico posperonista la clase media era una entidad bastante cierta; pero no en la de Arlt, ni la misma. En el análisis de Masotta da la sensación de que todo lo que podría ser atributo de lo que pudo haberse llamado hombre, naturaleza o condición humana, estructura del sujeto, lo es sólo del sujeto clase media. Es menester espantar un tipo de metonimia y pasar de una posible remisión antropológica a una justeza sociológica. No corresponde el barrunto de estructuras existenciarias de los personajes de Arlt sino configuraciones de clase. Todo, en el análisis de Masotta, remite a la entidad “clase media”. El clasemedia arltiano está más acá del bien y el mal; está en medio, dividido. El asesinato y la traición es lo propio en ellos; son tránsfugas dice. Masotta muestra y denuncia en Arlt lo que él mismo ejemplifica sintomáticamente: que el proletariado y la clase dominante son lo incognoscible; en este caso lo inempírico, lo que no puede ser pasible de una fenomenología; es la continuidad que obra Masotta: sólo hay empiricidad vivencial de la “clase media”, medida entre los años 30 y los 60, entre Arlt y Masotta. El método de Masotta el final es el mismo del de Arlt, adaptado. Todo lo que Arlt dejaba afuera, deja afuera Masotta: el proletariado y las clases altas. En el mundo-Arlt hay un afuera inenarrable: la clase obrera y la clase dominante, y un adentro permanente: el flujo y reflujo de la pequeño-burguesía al lumpemproletariado. Arlt no quiere describir la pirámide social en su conjunto sino la interioridad de una clase, la clase reversible. Masotta descubre casi a despecho una ligadura entre traición y destino, que por ahora sólo puede ser indicada dentro de una determinada formación sujética que juega un cierto rol – impreciso - en la lucha de clases, más cerca de la ficción monetaria que de la vericidad matérico-objetual. Para lograr la dignidad de clase es menester la traición. Lo que no llega a enunciar Masotta es que para recrearse a sí mismo y sujetarse en un entorno social el sujeto necesita de la traición. No es posible plantear una antropología general de la traición constitutiva. Una frase célebre de Sartre: la violencia es el hombre recreándose a sí mismo. Pero la conclusión menos soportable que deja la lectura penosa de la ficción de Arlt cambia de sustantivo, traición por violencia. La traición forja la consistencia de la sujetación. La traición como lazo y principio de realidad, como apertura del otro y al mundo, y como reverso de cualquier aducción ética. El truco es remitir a la “clase media” lo que a lo mejor la excede, lo que – en la forma que fuere - parece estar a la base de cualquier construcción ontogénica. Por lo pronto, la única traición experimentable, es la del lumpequeñoburgués. Por lo menos, es la única traición visible, ya que esa “clase media” es la clase visible, cuya entidad está en su exterioridad, en su ser para otro, en ser el objeto de la mirada. Es lo que uno – el tonto de la lectura – puede no dejar de preguntarse: ¿Arlt describe circunstancias facticias de una puntual sociedad de mierda o una destinidad inabolible como algo transhistórico? Los cínicos – creo que se cree - no creían que el mal o lo deplorable eran elementos propios del sistema capitalista ni del modo de producción asiático ni de la polis ateniense. Hablaban de gallos sin plumas no de chanchos burgueses.
Mal que mal Arlt queda. Después de Menem, toda cruza entre pequeña burguesía o clase media y lumpenismo, recupera vigencia. Menem permitió leer a Sócrates y releer a Arlt. Las categorías de “Contorno” quedan en stand by, a gusto de cualquier uso salvaje de cualquier cualquiera. No son lo in. ¿Qué hay para decir sobre la “clase media” como chivo expiatorio? Hoy el impresionismo sesentista de Masotta es demodé. Lo que la – modal – fuerza de las cosas impone podría ser leer a Arlt en cotejo con ciertos categoremas o nociones de “la filosofía”, un mundo tanto más light cuanto documentado, la relación de Arlt con el “cinismo”, ejemplo. Vamos hacia ello.
Arlt es nuestro, es cínico.






-La vulgaridad es un lujo-

Susvín... rompió


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Un idiota que reclama que le sea reconocido un saber...