¿Cómo les
llamaba Nietzsche a los filósofos? “Idólatras del concepto”, por ejemplo. Por
eso al final hay que alistar a Deleuze en el milenario bando socrático.
Sócrates fue el inventor del concepto. Del concepto de concepto, incluso. Con Deleuze
vuelve Sócrates pero vencido por los sofistas y por Nietzsche. Como si hubiese sido vencido. Porque
además todo es como si, si Sócrates
fue vencido. Un embalsamador que embalsama por embalsamar, ya que no hay otro
mundo al que enviar a las momias. Filósofos, momias (Philosoph sein, Mumie sein…).
Embalsamar como arrancar de la historia y arrojar al limbo. No hace falta
ser estructuralista para eso. Hace falta crear conceptos, persuadir y
confundir.
Ahora, si los sofistas ya eran artistas
del concepto –más que oradores de mitin o DT de charlistas, los Durán Barba de
su tiempo–, entonces ¿qué hay que hacer?: ¿tomar a Sócrates por el primer
deconstruccionista?
Hacer una momia conceptual, según
Nietzsche, es la pasión por tomar una cosa y deshistorizarla. Aunque ya no se
opere sub specie aeterni, queda el
procedimiento. Los filósofos del mundo presente –después de Nietzsche– hacen
como si fueran filósofos. Pero el discurso del conocimiento es así, aun cuando
se sale de la universidad y entra en manos de periodistas, escritores,
operadores políticos, o en fin, psicagogos cualesquiera. Filósofos como si
fueran filósofos, lanzando conceptos como si fueran conceptos “desergotizados”,
es decir “interpretación” (“ningún sujeto, sino un hacer”).
