15/8/11

MI ENFERMEDAD: NIETZSCHE, O: BADIOU CON LAUTRÉAMONT



A la inversa, conmigo no se llevará a cabo ninguna transmutación,

el malentendido no hincará el diente en mí.

Cometí el error de querer ser Lautréamont directamente,

como si el tiempo ya hubiera pasado

¿Y eso a quién le interesa? Estéril, abandonado,

atravieso mi posteridad como una completa nada

Diario de la Hepatitis


El estilo de Badiou, una provocación apuntando a la lápida de Lyotard. Todo parece parábola, cuento, relato. Una novela filosófica que se reescribe a perpetuidad. Un estilo de monotonía brillante esplendiendo en la luz solar del Gran Sentido recuperado. No los “mititos”, pequeñas cápsulas de fabulación confesional sin identidad que organizaba Fernández; son –en jerga cordobesa- mitazos. Con Badiou vuelve la filosofía después de Lacan. Como si el psiquiatra hubiese sido la última personificación plausible de la antifilosofía. Platón regresa a Hegel como se nota a primera vista en esa maravillosa prosa ontológica que encierra todo, en la que todo cierra, en la que todo se cierra, aduerme calma aquieta en la restauración de la filosofía como platonismo. Platonismo después de la superación de la metafísica, después del giro lingüístico, la destrucción/deconstrucción, después del hombre desaparecido, de la transvaloración de los valores, del imperio cósmico tripartito del cinismo el poema y los sofistas, de la muerte de Dios la desintegración de la certidumbre y el arresto de Seguro en la comisaría 5º. El Ser y el Acontecimiento es el Gran Libro-Almohada. Me duermo en él y floto haciendo suelo del cielo. La epopeya megalómana de Alain Badiou debería leerse como una reposición del confuso gesto de las Poésies del Conde de Lautreámont. Curiosamente, porque la gran batalla es contra el Poema, pero es en ese mismo texto uruguayo –llamado las Poesías- en donde se anunciaba el camino contrario a la convalecencia de Nietzsche, la cura del platonismo: se anunciaba, enunciaba, cantaba o contaba, la cura del poema –en este caso Maldoror (mal de Aurora, por otra parte) por intermedio de las matemáticas, de la luz, del clasicismo y del matema, por paródico o paradójico que sea (: “la poesía es la geometría por excelencia”). Con Nietzsche- en el relato de A.B.- se corona “la entrega del pensamiento al poema”. Uno de los actos terapéuticos en la convalecencia de la enfermedad-Platón. Sanarse del platonismo es curarse de la verdad ejerciendo el odio al matema: sólo sé que de geometría no sé nada, ni quiero saber. En realidad de geometría, sabemos todos, como enseñó Sócrates. En cuanto a la entrada en la Academia… es una cuestión de actitud, no de aptitud. Nada de Kafka ante la Ley. Como dice Say No More: entrás si querés… salís si podés.

“Es la verdad lo que es hoy una nueva idea en Europa”. Lo tomamos como un chiste: ontoteológico, omnipotente, ancestral. Un chiste lento es Badiou (“El teorema es bromista por naturaleza”). Es un síntoma, una reacción, como la de Lautrémont contra Lautréamont, como la de los poetas contra la poesía, como la de las multitudes de sofistas-oficiales que agolpa la universidad mientras esperan cobrar su sueldo de funcionarios-docentes del Estado. Un gesto tilingo, histriónico, glamoroso, un happening teorético más, la novedad siguiente, una performance cínica orientada a acabar con el cinismo como hacen las performances de los artistas para acabar con el arte. Un poema. Un poema mediando entre las Poésies de Ducasse y el Poema de la Naturaleza de Parménides. Con Parménides el poema es un ejercicio para salir del poema: su punto de llegada es el “descubrimiento” del principio de identidad: paso a ontología y matema. Con Lautreamont, en las Poésies, también, el poema es el ejercicio para salir del poema (Maldoror). Uno va hacia Platón otro sale de Nietzsche, preanunciando la “convalecencia” que peticiona Badiou (curarse de Nietzsche), habiendo trocado la anterior convalecencia (la cura de Platón, del platonismo) enunciada en Maldoror. Pero tal vez todo sea mucho menos épico, fortuito, accidental, inane como se testimonia en el “Perménides” de Aira que detalla cómo el inmortal inventor del primer principio de la lógica no era más que un millonario intelectualmente inoperante que para pasar a la posteridad a través de una obra definitiva contrata a un oscuro ghost writer meramente llamado Perinola, sinónimo de esferita, y sinónimo de bilboquet, top, trompo, balero y pasatiempo.

“Nada más natural que leer el Discurso del Método después de haber leído Berenice”.




-La vulgaridad es un lujo-

Susvín... rompió


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Un idiota que reclama que le sea reconocido un saber...