SORDO UNO. Nosotros los socráticos derridiotas –también conocidos como: derridadaístas-, por lo menos los de mi barrio –si queda alguno- entendemos más bien lo contrario –o cualquier otra cosa- a lo que argumenta esta frase de J. J. Rousseau sacada de su Ensayo sobre el Origen de las Lenguas; esta frase que dice que “expresamos sentimientos cuando hablamos, ideas cuando escribimos”. Nuestro empacho en la tradición mayéutica, así sea la añeja mayéutica de la Perla del Once, nos lleva varias veces a sacar las ideas del simple roce con los otros en el simple terreno del habla. Como magos, mejor todavía, le sacamos ideas al contrincante verbal de turno cual si fueran conejos –incluso conejillos, hindúes-. En las afueras del texto (aunque no las hay) la deconstrucción también es un vicio provechoso. Cuando escribimos más bien es para sacarnos las ideas de encima. Si alguna quedaba, estorbando. Yo quiero estar liviano dijo el sabio.
SORDO OTRO.