16/2/11

NADA NADA NADA



Según Adorno en el arte todo se ha hecho posible y lo único evidente es que nada es evidente. Según Heinich – lo que no es lo mismo- no cuenta lo bello ni el talento: cuenta si algo es o no artístico. Sin necesidad de ascender al miserabilismo de las citas: algunos habrán entendido que algo se entiende por artístico de acuerdo a los efectos que produce y no de acuerdo a quién habla (forma de pragmatismo enfrentada a un positivismo dictatorial que dice que algo es artístico porque lo hizo un artista o porque lo estableció la comunidad de artistas y críticos).
El destino del todoposibilismo (todo fue posible y todo será posible) es el cualquierismo (cualquiera es artista, cualquier cosa es arte), que no necesariamente es lo mismo que el pomelismo, versión cínico-abyecta y plebeya que en la literatura argentina conecta al escritor rock-star (archienemigo del “escritor sin-público” de Damián Tabarovsky) con el “lugar de boludo” del que prometía salirse o sacarnos O. Lamborghini en los 80 (se trata en definitiva de una conversión circular pro retorno al origen: salir del lugar del boludo siéndolo, o desde un improbable optimismo: ¿pareciéndolo?). Si es así cualquier argumentación o discrimen es superfluo o tautológico. Pero habilita la posibilidad de lo que llamaré un documentismo paramista: narraré por qué o mejor cómo tal cosa es o fue para mí artística. (Es indistinto que el “mí” sea una persona física-histórica, o gramatical, o una mafia cualquiera del campo específico o no específico).
El todo es posible habilitaría un anarquismo sin eje o centro que funciona en las vidas privadas pero que haría inoperantes a las instituciones. Existe pero por debajo del anarquismo coronado de las instituciones, anarquismo institucional jerárquico o central basado en la función de la autoridad: en este marco sí opera la segunda posición con esta restricción: no importa quién o cómo lo hizo sino que algo sea artístico de hecho pero de acuerdo a que ha sido establecido como tal por quien corresponde. Entonces arte es lo que se reconoce como arte y no cualquier cosa, aunque no haya más que un fundamento fáctico histórico o en definitiva caprichoso: ningún fundamento. Porque existe la institución del arte (mundo del) existe el arte. Pero si esto se omite, se pueden abrir las puertas para la cháchara cualquierista. ¿El arte importa? “El arte es una tontería” escribía Vaché en la fase protoplasmática del surrealismo. De ahí en adelante muchas consecuencias: la tontería es arte, o si el arte no importa, puede hacerse creer que importa como plantea Pepe Pompín en “La simulación de la Lucha por el Arte”, que es la fuente en la que abreva Manuel Di Leo en su “Marciano Romano, El lector como peatón (Sobre Cachilo)” –de próxima publicación por Ed. Del Trinche-, delirio confusionista que no pretende esclarecernos para nada y desde todo punto de vista no encontrará –muy de seguro- un lector que no aburra pero sí uno aburrido. “El arte debe ser una cosa divertida y un poco pesada, eso es todo” escribía Vaché.



-La vulgaridad es un lujo-

Susvín... rompió


Foro fáustico-Kitsch de miseria a la filosofía, viveza epistemológica, patafísica nacional popular, metafísica nazianal pop, crítica en estado clínico, antipsicoanálisis en pantuflas, boludeces con criterio empirista de significado cognoscitivo, dadaísmo tragicómico, popestructuralismo de protesta, poemas platónicos, deconstruccionismo chabón, tango rolinga, paranoia ontoteológica, solipsismo de izquierda, falogocentrismo a martillazos, martillazos al falogocentrismo, esquizoanálisis microfascista, fenomenologías del transmundo, freudomarxismo new age, pragmatismo del reviente, pensamiento poco, yoísmo ayoico al pedo, hedonismo allende el principio del placer, diogenismo del doble discurso, cristianismo con Sade, say no more sin Tractatus, partuza del pensamiento abstracto, vitalismo funebrero, antifilosofía antipoética, surrealismo silogístico, peronismo gorila, menemismo progre, palo a la argentinidad y argentinidad al palo, rocanrol ello, existencialismo menefrego, hegelismo anarcodeseante, cross en la mandíbula a Kant.




Un idiota que reclama que le sea reconocido un saber...