24/8/10

"ME ENAMORÉ DE UN CÍNICO"




Sí, así dice ella, joven colegiala: “Me enamoré de un cínico”. Bueno, qué vamos a hacer, culo, paciencia, esperar. Borges esperó toda una vida para tener sus Obras Completas. Nosotros esperamos otra para no completar ninguna obra. A cada cual lo que es suyo. Triste se la ve a la joven colegiala. Su culo mustio sigue. Él le pide que lo levante, que vaya a un gimnasio porque así no van a ir muy lejos. Sostener el culo para sostener el deseo. Es cínico no fashion. No le pide que se haga las tetas. Ella tiene tetismo infantil; pero a él le gusta. La falta de tetas acerca la mujer al hombre, estrecha el contacto, canaliza la contigüidad hacia el horizonte donde lo mutuo hace la unión, acaso invita a una leve identificación o simetría. La mucha teta acerca la mujer al hombre, a los otros. Otros hombres. Al fin y al cabo la teta sirve para poco. Para la mujer es una charretera, una medalla, pero él es cínico no militarista. No confundir. Poca o mucha la teta gusta al cínico. Pero la mucha teta hace a tu mujer objeto de las miradas de los buitres. Otros. Otros buitres. De las miradas es lo de menos. Las dimensiones de las tetas de tu mujer son proporcionales a las de tu futura cornamenta. Todo OK con la teta pero no me nieguen que el culo es un bien más noble. Dejemos las tetas a las conejitas Playboy. El culo inmigratorio-aborigen rosarino es inalienable, intrasferible. Qué desgracia para ella, “Me enamoré de un cínico”. Ella, cristiana, educada en buen colegio con el sudor sostenido de su familia acéfala de clase media provincial argentina. Cifró en su anticinismo (o acinismo) su perspectiva de ascenso de clase. Una carrera en la universidad como especialista en el Medioevo. Pero sin culo no llegará ni a media Eva. (El clásico chiste cínico, perdón). Claro, atorada en un sistema de lecturas tan idiota como el que induce obligatoriamente esa infame universidad ella jamás pudo leer un libro que le hubiera hecho ver esa otra cara de la luna que le hubiese permitido desenamorarse del cínico para así conquistarlo o al menos retenerlo. Se trata ni menos de “Los cínicos también se enamoran” escrito a mediados de los 60 y reescrito –actualizado- comenzados los 90 por el profesor Herecta. Jorge Luís. Jorge Luís Herecta. Herecta trabajó por años en el Instituto Herecta (valga la redundancia) recopilando y analizando clínico-deontológicamente casos de cínicos, observados en su vida vincular sexual-emocional a la busca de explicar “el misterio sexual del cínico”: ninguno. Y créanme que lo encontró o no. Esto dicho en otro orden de cosas. El del rigor de la lógica. Se deforesta el mundo por cualquier motivo.





-La vulgaridad es un lujo-

Susvín... rompió


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Un idiota que reclama que le sea reconocido un saber...