9/4/09

El Cadáver - Metafísico - Nacional





Actividad perpetua de recomenzar espasmódicamente a lo largo de una vida esa “Metafísica” que se descamina en embrollos diversos, se interrumpe siempre y se descontinúa en situaciones heteróclitas, se, mejor, inconmensurabiliza a perpetuidad y se recomienza sin continuarse, reaparece fijando un estado inicial de cosas heterogéneo, a semejanza e imagen del ser azaroso contingencial y de interrupción continua cual es la naturaleza del “Lector” categorizado por M.F. . O sea, la actividad crítica y metafísica de M.F. según se documenta en su polución escritural póstuma o publicada, manuscrita epistolar o articulística, es una puesta en escena – en práctica o en acto – de la naturaleza del “Lector”: la discontinuidad permanente. Un recomenzar perenne pero con autoinconmensurabilidad incluida que ejemplifica con fidelidad puntual la eficacia de uno de sus conceptos portentosos aunque de los menos aludidos: la “desconexión”.
Evidentemente la problemática tantálico-metafísica de MF tiene dos dimensiones: una pato-terapéutica y otra histérico-cultural. Por un lado la reaparición de un óbice nuevo que se interpone a los propósitos télicos de la “comodidad conciencial”, la nueva imposición de un malestar personal en el devenir vital de esa especie de hipocondría inmediatamente
teorética, y por otro la reincorporación de un obstáculo epistemológico nuevo estorbando en la realización de un mandato sociogrupal que reclamaba del ciudadano, mejor dicho del colega maestro o amigo, Macedonio Fernández la elaboración de una obra literaria (o sea: a escribirse, editarse, y valuarse colectivamente) – “Doctrina” le decían con cierta ironía autopiadosa - bajo el género de la “metafísica”. Dos circunstancias que da la sensación de que parecen aparecer complicadas siempre, mezcladas. Biografía y metafísica son imposibles en M.F., o mejor dicho: la “Metafísica” es la biografía de M.F. Problema en este caso no del único filósofo de un país sin filosofía sino de un metafísico póstumo; de un filósofo sin filosofía. O casi. De lo que conviene decir que nadie, en ese país, quizá en ninguno, le puso tanto el cuerpo a la “Metafísica” – ahora hay que decir a la “filosofía”- como este Macedonio F. En tal sentido sería bastante oportuno rever los malentendidos a los que se presta la visión estandarizada que dejó la obra clásica de David Viñas como martillero público de la historia de la literatura argentina desde la década de “Contorno” en adelante. Si hay un cadáver nacional en ese campo y si hubo un cuerpo, un cuerpo viñasiano, para la filosofía argentina, es el de ese hombre ¿no?





-La vulgaridad es un lujo-

Susvín... rompió


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Un idiota que reclama que le sea reconocido un saber...