1/11/08

Tributo a David Lebon




[Tapa de uno de los mejores discos de la historia universal del rock n' roll]







El rock general contrajo algunos vicios, algunas desgracias, síntomas desgraciados. Uno es una especie de academicismo, curioso en la música menos académica posible en principio, o una de las que, en principio, si bien demanda cierta ortodoxia y cierto rigor, cierta clacicidad comparada con algún jazz que le fue contemporáneo, o con los experimentos contemporáneos de música culta, en principio parecía expresar un gesto de resistencia a toda intelectualidad orgánica erudita o disciplinada en materia musical. Ahora hay academias de rock por todas partes, y talleristas por más partes todavía. Este gusto puede creer que Jaco Pastorius es un genio incontrastable, y Paul, Pablito Mc Cartney – el Mozart 4 x 4 - un maleta. Otra desgracia puede ser cierto nacionalismo extraño que se obliga a suponer que el mejor rock argentino tiene que tener rasgos de típica o de Chalchaleros-dark.




Contra todo enemigo de moda queremos hacer la vindicación de la versión más perfecta del roquero argentino en la investidura del maestro David, una verdadera alternativa a lo alternativo, músico con tan poca suerte en Berlín Café y en la Facultad de Humanidades. Y qué va ‘cer.




En materia de combinación de los sonidos y ruidos para mí John Cage… En materia de combinación roquera de los mismos: David, papá.




Somos caretas, pero caretas jipis[1].







Y la tesis es ésta: no hay nadie más roquero que David en la Llanura Argentina. Se enojan los pesuquis, los punkies, todo el socialismo atomista under bajo cualquier bandera, me imagino, los chetos que están con el último grupito depre-teenager inglés de moda que sólo inventan ondas porque repiten la misma música de siempre o peor, los que me odian por tener un disco de Litto Nebbia, y sí, ningún problema de mañana llegar a reivindicar a Eddie Sierra.




Punks: dediquensé a la literatura, griten en silencio. La canción está para arrullar.




Pappo al lado de Lebon todavía es demasiado tanguero. Demasiado nacional. Es cierto, desde Litto Nebbia el asunto del “rock nacional” consiste en plagiar con diferencia, con un diferencial; por lo menos arrancar con el idioma. Ahí ya todo cambia, porque la melodía rectora, la de la voz, comienza a zambear, a milonguear, perturba, comienza a complicarse, obliga a otros yeites, otros acordes para una música que sale de las inflexiones automáticas de la lengua del Dr. Johnson. De Manal a Memphis se quiere tocar blues ítalocastizo y sale tango. La lengua gongoriana surrealiza a Spinetta y lo vuelve a acordes tipo jazz. García quiere hacer folck con la guitarra y con el piano le sale romanticismo para adolescentes. Nebbia ata la balsa, inventa el rock rosarino, o argentino lo mismo, y se raja igual que los Fattoruso, al jazz al campo y al 2 x 4. Casi 20 después toma la posta Fito Páez, para seguir rosarinizando el twist, y compendia. Si el rock es nacional, nacional argentino, todos esos son mucho mejores. Si el rock es básicamente rock, entonces nadie mejor que David. Después vienen Cerati y Prodan, la camada ochentona; pero eso es otra cosa, ya son los hijos reales de los Beatles. La reacción generacional.




Cuanto más ruido más rock no es cierto. No es sólo rock la distorsión. La acústica de metal es más rock todavía. Así empezaron los Beatles. Del estrellato del 70, la pureza más pura del rock, David Lebon.




A esta superioridad no le corresponde la supremacía, sino evidentemente la secundidad. El curioso mérito de haber sido el segundo de los primeros, de García de Spinetta y de Napolitano, de Dios el Hijo y el Espíritu Santo. Adherimos a los que lo ubican como la mejor voz y mejor guitarra. Tocó con todos. Y todo; como se sabe, es como el antecedente primitivo o en bruto de Aznar. Es como la reserva moral-estética del beat y el progresivo local. El contralor genérico. Y vindicamos también la gracia necesaria del espíritu naif leboniano que no necesita de Rimbaud Caroll Artaud Oscar Wilde Charly Parker Piazzolla ni Bach ni Atahualpa. Solamente de Zeppelin Los Beatles Clapton o Hendrix. Las letras de Lebon no tienen ningún decoro ni el menor tufo libresco, parecen salidas de alguien que habla otra lengua; un tartamudo bilingüe, o nolingüe, también en ese sentido sólo comparable a Prodan, y en ese sentido sí son literarias, porque justamente no narran ninguna literatura, ni se asemejan a nada literario. Bequetianas son. Bequetianas flower power. “Silly love songs” en su más genuina expresión roquera. Ahora alguien podría reparar en las letras lebonianas de la primera era, de los setenta, cuando no tocaba en Badía, ni había hecho plata ni minas con Serú Giran. Es el Pizarnik inculto de la música progresiva pampera. Después viene el Lebon pop, el mediático en segunda fila medio yinglero veteranón. Pero el de los 70 es el Lebon patológico. Toda una cosa vegetativo-gay hiperjipi bastante curiosa bastante ajena a esa cosa “comercial” que quieren denunciar los fans en contra. Cierto complejo de culpa de García, ahora que se ha vuelto lo contrario, como purista del rocanrol, cuando se dedica a obviar Sui Generis y versionar Say no more viejas canciones veinteañeras de David.




Borges rimaba reflejos con espejos. Lo más roquero, esto es lo que yo pienso, es rimar arena con nena, nena.













TomLudo
















[1] Nada que ver con Hanglin ojo.





Lebon caracterizado de anciano, marino
o poeta minimalista del instante.




-La vulgaridad es un lujo-

Susvín... rompió


Foro fáustico-Kitsch de miseria a la filosofía, viveza epistemológica, patafísica nacional popular, metafísica nazianal pop, crítica en estado clínico, antipsicoanálisis en pantuflas, boludeces con criterio empirista de significado cognoscitivo, dadaísmo tragicómico, popestructuralismo de protesta, poemas platónicos, deconstruccionismo chabón, tango rolinga, paranoia ontoteológica, solipsismo de izquierda, falogocentrismo a martillazos, martillazos al falogocentrismo, esquizoanálisis microfascista, fenomenologías del transmundo, freudomarxismo new age, pragmatismo del reviente, pensamiento poco, yoísmo ayoico al pedo, hedonismo allende el principio del placer, diogenismo del doble discurso, cristianismo con Sade, say no more sin Tractatus, partuza del pensamiento abstracto, vitalismo funebrero, antifilosofía antipoética, surrealismo silogístico, peronismo gorila, menemismo progre, palo a la argentinidad y argentinidad al palo, rocanrol ello, existencialismo menefrego, hegelismo anarcodeseante, cross en la mandíbula a Kant.




Un idiota que reclama que le sea reconocido un saber...