1/5/07

Confutación de mi Jeta







Lento en mi sombra, con la mano exploro
mis invisibles rasgos



a Darío





¿QUÉ FOTO?




1



El hombre no debería ver su propia cara - escribe un tal Soares en el diario íntimo de otro (“Livro do Desassossego”) -. No hay nada más terrible que verla. La Naturaleza dio al hombre el don de no poder ver su cara, así como el de no poder contemplar sus propios ojos. Sólo en el agua de los ríos y los lagos él pudo contemplar su rostro. E incluso la postura que tuvo que tomar para hacerlo fue simbólica. Tuvo que curvarse, inclinarse para cometer la ignominia de verse. El creador del espejo envenenó el alma humana”.



Debe no obstante considerarse como un hecho que nadie nunca puede ver su cara. Esa forma de ceguera relatada por Borges en el soneto “Un ciego”, de una cierta manera, es competencia de cualquier subjetividad, vidente o como un topo.



El espejo, la foto – “al natural” o con fotoshop -, el daguerrotipo, el retrato a mano alzada con grafito o John Faber B, cualquier forma de reflejo o refracción, al fin y al cabo, no dejan la misma constancia que los ojos propios. Entablan la mediación dudosa de un agente externo.



Borges decía, inverosímilmente, que Fernández escribía para saber quién era; y en este poema que uno de los operadores culturales de nuestro pasquín Lektón trajo al ruedo, sentencia Borges que sabría quién es si sólo pudiera suprimir su ceguera y ver de esa manera su cara.



Pero no es tan sencillo.



La cara, la jeta, el rostro, el escracho, no sólo ha sido confiscado a los no-videntes de Balvanera. La propiedad del propio rostro está en manos de Dios o de mis vecinos
[1].


Y si Dios no existe…



A esa melancolía teopática del anciano Georgie hay formas de resistirle. Bastará con leer “Continuación de la Nada”, ópera de un escritor y filósofo que Borges hijo nunca comenzó a entender, para descubrir cómo un escribiente genuino escribe para tomárselas, para piantar del sino fotológico de sus propias facciones, de su faz condenada a la expropiación prójima. Nadie nunca lo escribió mejor: escribir es “abstenerse de cara”. O como después escribió, con un estilo menor en el proemio de su “Arqueología”, su modesto discípulo Michel Foucault (que “tenía un talento formidable para cambiar siempre de careta” según dijo Eribon que dijo Dumézil): escribir es “perder el rostro”.



“Mi cara – señalaba en su “Epistolario” el sabio loco de calle Las Heras - es lo que debe ignorarse de mí, lo único que sería importuno, es un retrato”. “Con esta táctica de vivir peleado con mi verdad fisonómica, he conseguido que por lo menos ¡mis retratos sean leídos!”
[2].



Continuación de la Nada”, que también es continuación de los “Papeles de Recienvenido” se presenta – como se sabe - como una serie numerada de “poses” “a fotografiarse” donde el texto sustituye al gesto, o sea el grafema - linterna de sombras, fos melancólico, fuliginoso - remplaza a la facha. Ya que “el retrato es lo único que se ha leído de dicho libro”.
[3]



Entre las frases sabias que de él ignoramos que haya dicho, y lo ignoramos de su propia boca confidencial, recordemos `que la parte que no se sabe de un hombre es la que lo hace conocido ´ y también que `la popularidad y la autobiografía o confesión biográfica son las dos oportunidades más logradas de ocultarse, al par que la `fiel ´ fotografía.”
[4].




2




Los Platonistas Invertidos de mi Barrio (República de la Sexta), se debe señalar, no cesan nunca de narrar lo patente de la profundidad de todas las superficies y viceversa. Como Borges lo dice al final del soneto: “la vana superficie de las cosas” incluye en su catálogo – lamento rimar – a “las letras y las rosas”. Y que la letra mata y el espíritu vivifica es cosa que postulan los que buscan la foto de Dios y con ella la de sus propios ontorretratos univalentes y ubicuables. Pero las letras, las rosas, los nombres y las cosas, son lo que tenemos entre las manos. Es lo que hay.



No tenemos – nosotros, lectores, topos cerúleos - la menor idea de cuáles son las huellas dactilares de Alain Badiou, menos de Santo Tomás. Pero la policía federal sí sabe cuáles son las nuestras.



¿Necesita el “pensamiento anónimo” una serie de solapas con un set de fotos de un calvo con polera? Foucault era un filósofo que comenzó una próspera carrera en la vergüenza y la clandestinidad – como narra la primer biografía de Didier Eribon - , tenido incluso por loquito por sus compañeritos antiguos de la facu, un filósofo en el baño, y terminó en la fotogenia setentista, imponiendo el look pelada, fotos con Sartre y megáfono de por medio. Foucault era deudor de Bataille, un santo hombre del anonimato y lo póstumo – como Spinoza, el filosófo de moda hoy – que batallaba contra este Sartre, el hombre transparente, el hombre luz, el hombre público. Sartre más que un fenomenólogo era un fenómeno. Su consabida fealdad fue más fotografiada que la belleza de Marilyn o la de la Bardot. Quería dar la cara comprometerse y ser responsable a toda costa. Y… ¡clic! Fotos con pipa y chaleco mediante, hacernos responsables de todo… ¡Hasta de nuestra cara!



A partir de los cuarenta años un hombre es responsable de su cara” dijo Sartre.



Nosotros no llegamos tan lejos. Nos queda, como dice el Tango, el último jirón de juventud, que va de la Edad del Pavo a la Edad de Cristo (como si el de Nazaret siempre hubiese tenido la misma edad). Añadimos entonces, a nuestra lista de impunidades, la de la irresponsable juventud. Por una cuestión etal, ergo, no nos hacemos cargo de nuestra incognoscible efigie (ya nos va a tocar cuando estemos por los cuarenta); y escribimos con la mera mano, descaradamente. Porque uno termina teniendo la cara que se merece, como confiaba el mismo Jean-Paul Sartre, y ese es el problema. Justamente. Y en esto, como en el fútbol, no se trata de merecimientos.



(Ahora me viene a la memoria precisamente que cuando yo jugaba al fútbol de chico en el parque al lado de la cancha de Central Córdoba, los peligrosos infantes terribles de la Villa que hostigaban a los pálidos pequeñoburgueses del barrio, como yo, solían usar un curioso vocativo:


- Che, vo´, cara ´e nada…)




UNA CONTRIBUCIÓN A LA CRÍTICA AL FACHISMO




1



En “Circo & Filosofía” y en Esquizia [5] gente sin D.N.I. ha propiciado un usufructo del aparato sensacional-categorial de la filosofía diametralmente opuesto a esta idea de un parnaso con caras y caretas, de un parnaso-“Gente”, de un parnaso-“Caras”, de figuritas universales del pensamiento-top y modestos hagiólogos locales que quieren figurar. Allí hemos intentado el ejercicio ascésico de empuñar filosofía – o antifilosofía, llegado el caso – poniendo el cuerpo y sacando la facha. La actividad clandestina e impune de un cierto anonimato, la alegría y la pena irresponsables del heterónimo – como aquellos afamados por ese citado poeta peninsular llamado justa o misteriosamente Persona -. Veíamos que era una forma de conjugar un viejo mandato viñasiano con otro inconciliable y más viejo fernandeciano. Lo contrario a subirse a un estrado u orar en un aula decretando o reproduciendo serialmente ese tipo de verdades angelizadas pero rubricables que repite la retórica colectiva de la neo-normalidad filosófica flagrante y su manso y monopólico consensus gremial-ecuménico. Esa es la filosofía de la mano ortopédica. En cambio poner el cuerpo puede ser, contrariamente a lo que cree la gente y los filósofos normales y buenaonda, no dar la cara. Y nosotros postulábamos la edad de la “Gran Retirada”, huir – anónimos o decapitados, pero manutenientes – con la facha entre las manos[6]. Escribir con el lenguaje del ausente – y la lengua del enemigo -, poner el cuerpo al borrar la trucha, induce a ese destino probable, escapista, manumitivo, maniático. O para seguir citando al mismo: no sé quién soy; pero sufro cuando me deforman.




2



¿Jeta o-jete pues? Ojo con el ojo en la jeta porque “la facha/ se emborracha/ de bombacha”. “Ferdydurke” narra una forma de desastre previa a Badiou, con un desbarajuste de los órganos corporales en su espejeo hacia el Otro y su conjunto - el Mundo - :“La Fachalfarra o el Nuevo Atrapamiento”. El cuerpo en “Ferdydurke” es un azar y mezcla de órganos sueltos cuya organización jerárquica compete a la polaridad que establecen el culo y las facciones; jeta y tujes. “La facha concluye el ciclo que originó el culo. Después de haberla alcanzado sólo me queda remontar las partes sueltas para llegar de nuevo al culo”. El Mundo se ordena a fuerza de esa itineración éxtima: de la facha el cuculito y viceversa. “Oh, créanme, hacer el culeíto no es nada en comparación con hacer la facha!”. Se trata, en medio del infierno idiota de esa dialéctica del ano y el esclavo (la cara), de un proyecto que aspira a descubrir “el papel místico de las partes preferidas del cuerpo para llenar espacio y volumen”.



Llegad y acercaos a mí, comenzad vuestro estrujamiento, hacedme una nueva facha para que de nuevo tenga que huir de vosotros en otros hombres, y correr, correr, correr a través de toda la humanidad. Pues no hay huida ante la facha sino en otra facha y ante el hombre podremos refugiarnos sólo en otro hombre. Y ante el culeíto ya no hay ninguna huída. ¡Perseguidme si queréis! Huyo con mi facha entre las manos”.





Buscad mi cara con una linterna de sombra en plena noche. ¡La encontrareis!




3




Podría retirarme, para seguir insistiendo, con lo que se dice era la divisa de Witold Gombrowicz: “por bueno que sea un ambiente, siempre se lo puede arruinar”. Pero, boludeo eterno de los “lenguajes paradójicos” que me abusan, esto que estoy diciendo – tranqui – es una broma.



Finalmente para tampoco colaborar con el museo de bustos que propone Lektón, para hostilizar a esa pulsión escópica de “curioseo” que alienta, contribuiré a tal sección “creada para todos aquellos que se perturban ante la ausencia de un anverso con el cual componer una imagen para ilustrar las letras”, con mi propia galería personal de fotos, organizada a efectos de completar facialmente mis presupuestos extraéticos.




Mirar acá:


(Las fotos buenas se agradecen a la artista paulista y plástica Luciana Mourâo-Arslan; las malas, a este autor)





Rosario, Mayo, 2007







[1] Para un examen de esta dualidad puedo remitiros a “Le mots” de J-P. Sartre.
[2]
Foucault, otro artista de la aparición-ocultamiento, y que buscaba lugares donde el plaisir emergiera con anonimato, reflexionó que el sauna – curioso - era uno de esos sitios sociales donde el cuerpo se manifiesta como sin jeta (D. Eribon, “Foucault y sus contemporáneos”). Fernández describió, además de la vida por la escritura, otra forma de no tener cara: tener barba (“Cuadernos de Todo & Nada”. Corregidor, p. 69). Es una forma, convengamos, ciertamente más usual y asequible entre los universitarios nacionales (Confer pasillos y aulas passim). En ese libro Macedonio expresa una teoría de la fealdad la belleza y lo bonito como datos de “la cara”; los primeros tienen estatuto “emocional-teleológico” y “todo lo que es emocional tiene historia”; lo último es reportado a la “sensorialidad sin referencia a nada”. “La cara (en actitud actual, estática) es un gesto estratificado de todos los gestos que hubo en esa cara en todo tiempo anterior al momento de la observación”. Eso es lo que la mirada percibe más que la suma de las cualidades de cada órgano exterior en particular. La “cara” es el signo más inapelable e íntimo de la historicidad y la identidad, dos enemigas totales del macedonismo.

[3]
“Biografía de mi retrato en ¨ Papeles de Recienvenido¨”.
[4]
“Autobiografía no se sabe de quién”.
[5] V.
http://esquizia.webcindario.com

[6]Ferdydurke”.



-La vulgaridad es un lujo-

Susvín... rompió


Foro fáustico-Kitsch de miseria a la filosofía, viveza epistemológica, patafísica nacional popular, metafísica nazianal pop, crítica en estado clínico, antipsicoanálisis en pantuflas, boludeces con criterio empirista de significado cognoscitivo, dadaísmo tragicómico, popestructuralismo de protesta, poemas platónicos, deconstruccionismo chabón, tango rolinga, paranoia ontoteológica, solipsismo de izquierda, falogocentrismo a martillazos, martillazos al falogocentrismo, esquizoanálisis microfascista, fenomenologías del transmundo, freudomarxismo new age, pragmatismo del reviente, pensamiento poco, yoísmo ayoico al pedo, hedonismo allende el principio del placer, diogenismo del doble discurso, cristianismo con Sade, say no more sin Tractatus, partuza del pensamiento abstracto, vitalismo funebrero, antifilosofía antipoética, surrealismo silogístico, peronismo gorila, menemismo progre, palo a la argentinidad y argentinidad al palo, rocanrol ello, existencialismo menefrego, hegelismo anarcodeseante, cross en la mandíbula a Kant.




Un idiota que reclama que le sea reconocido un saber...