Cada día escribe mejor: la tradición del falso uruguayo
El mito paradójico del Mudo Parlante: Macedonio y Gardel. Dos falsos guitarristas. Dos tipos que usaban la guitarra para aparecer. Dos compositores puestos en duda, inexistentes y extraordinarios. No sabían escribir. Tampoco música, parece, en el lenguaje convencional. Macedonio confiesa que no sabía leer música. Tampoco Gardel, compositor notable aunque sospechado de inexistente. De inexistente como tal, como compositor, por algunos. Posiblemente no tuviera ningún conocimiento de armonía, y hasta quizá no supiera no sólo armonizar una canción sino cómo se constituye un acorde. Pero era un melodista dotado que quizá solo compusiera con su preciosa voz. Para Macedonio la música era melodía, y la melodía un misterio sobre el cual reflexionaba con filosofía y acaso con los dedos. Soñaba una música sin ritmo sin saber en mi criterio que el ritmo es la melodía desde el punto de vista de las figuras y la intensidad (e incluso, creo, el timbre), y la melodía es el ritmo desde el punto de vista de las notas o sea de los intervalos. Incluso se dijo que compuso piezas seguramente escritas en un lenguaje inventado, como Rousseau, filósofo protonovelista y compositor que parece que creó una notación musical propia, pero en este caso con delegación a la posteridad.
Hay una tradición argentina que es la del falso uruguayo, y de ella participan eminentemente, como se conoce, Gardel y Macedonio. Y se enuncia con esta justificación de Macedonio, que fue presentado una vez en una revista como “humorista uruguayo”: “yo lo único que tengo de uruguayo – retruca - es haber vivido toda la vida en Buenos Aires”.