7/6/07

La Filosofía en Joda y Leopoldo Marechal






Estoy cierto – vuelvo a repetir- de que Marechal tiene un presente y un porvenir más filosóficos que literarios, porque en general, es evidente, para los que se eligen escritores sus antiguas gesticulaciones irreverentes se huelen rancias y son pocos los que se animarían hoy a que los vieran repetidamente llevando en las manos los tomos gárrulos de ese señor en definitiva católico y aristotélico. Por peronista, habrá todavía quien lo mente. En cambio es también evidente que sus manipuleos de la filosofía son más o menos los que se pueden dejar oír en esos circuitos que existen antes y después de la clase y de la insufrible ceremonia de lectura de los congresos: el peripatetismo en negro de los pasillos y el patio, la clandestina antifilosofía sotto voce del barcito y los mails. Lo que hay que estudiar es el chiste y su relación con la filosofía: el inconciente de la filosofía.

El uso en joda de la filosofía por Marechal es en serio, porque la joda es en serio y porque Marechal lo toma en serio. Porque llega, en principio, por la joda a la trascendencia, a los principios primos. Por otro lado los usos en joda de la filosofía son señal de algo en serio, aunque no se trate de esa seriedad que tienen como bocadillo los profesores de filosofía a manera de patrón de legitimidad de sus faenas laborales. Esa “seriedad” que obra de principio demarcatorio en la gran moral latente del pensamiento único del profesor de filosofía arquetipo.

El humor new age de los filósofos – quería a esto llegar en definitiva – es marechaliano. Antes y después de la monografía, del “trabajo” – dicho en la jerga – (“estoy trabajando Ockham”), y afuera del aula y de su moneda con valor de currículo, cunde el marechalismo filosófico.

Tema (de risa): el Culo de los Ángeles.

El humor de los filósofos es bastante bobo, como el de Marechal; lo que es difícil que tenga es el inefable genio sintáctico del arcaico bardo de Almagro.

El papel del chiste-filosofía en Marechal es fácil de descubrir. El papel paraáulico del chiste-filosofía en la Academia presente es digno de inquisiciones ejercidas con los conspicuos recursos de la sospecha heredados de los Freud o los Nietzsche, la llamada “Escuela de la Malaonda”.


En la Era-Aira la no-seriedad es algo así como el talismán de cambio del mensaje literario. Donde inexiste la inminencia de un lugar asignable a la seriedad, en manera de una cierta solemnidad y de una obligación al juego reglado, no queda mucho lugar para el chiste. En el mundo de Aira (y viene a cuento porque es el best-seller académico de la letra rioplatense en acto) no hay lugar para la seriedad de la misma forma que no lo hay para el chiste. En Marechal si. El chiste como tropos último, como recurso supremo de la ars poetica se funda con el doctor Fernández y se acaba con el sico-Lamborghini (salvo que haya que incluir a Fontanarrosa; pero hablamos, como escribió Viñas, del gag trágico). Aira, en tal caso, presenta actos-chistes; no el chiste automático – ese surrealismo suprahistórico sin fines de lucro lírico -; el chiste continuo. Vender obras literarias como mingitorios con firma. Duchamp al vesre.

El chiste Duchamp es otro que el chiste Freud o el Macedonio, el chiste judío o la chacota criolla. De Macedonio o Lamborghini siempre se podrá esperar que el microchiste sea parte de un gran chiste continuo o final, en eso son continuadores por antelación de Aira. La realidad está edificada como un chiste, saldo que deja una versión más bien jacobina del froidismo. Y fue Marechal el que dijo que una carcajada puede ser el comienzo de una metafísica. El comienzo pero no el fin; porque los fines marechalianos hay que ir a pedírselos a Aristóteles y a Dios. En Marechal Dios no ríe, es el motor inmóvil; ríen los ángeles, que son testaferros de Dios en las fronteras del éter y el mundo. Marechal, igual que Fernández y su prosecutor peronista (Lambo), hace chistes por escrito. Pero más bien hace chistes en medio de la literatura, pero no llega a hacer de la literatura un chiste. En Jano-Marechal el chiste tiene guardada otra cara que puede dilapidarse en ceños de severidad. Él mismo vincula lo angélico con el humour y con lo “severo” con mayúscula.
“La cuerda floja tendida entre lo sublime y lo ridículo” (“Megafón”) se parece más al andarivel por el que camina el obrero filosófico que a aquel por el que camina el operador literario. En este loteo vecino de la filosofía hay que ser bastante un artista del trapecio, además de del hambre.








-La vulgaridad es un lujo-

Susvín... rompió


Foro fáustico-Kitsch de miseria a la filosofía, viveza epistemológica, patafísica nacional popular, metafísica nazianal pop, crítica en estado clínico, antipsicoanálisis en pantuflas, boludeces con criterio empirista de significado cognoscitivo, dadaísmo tragicómico, popestructuralismo de protesta, poemas platónicos, deconstruccionismo chabón, tango rolinga, paranoia ontoteológica, solipsismo de izquierda, falogocentrismo a martillazos, martillazos al falogocentrismo, esquizoanálisis microfascista, fenomenologías del transmundo, freudomarxismo new age, pragmatismo del reviente, pensamiento poco, yoísmo ayoico al pedo, hedonismo allende el principio del placer, diogenismo del doble discurso, cristianismo con Sade, say no more sin Tractatus, partuza del pensamiento abstracto, vitalismo funebrero, antifilosofía antipoética, surrealismo silogístico, peronismo gorila, menemismo progre, palo a la argentinidad y argentinidad al palo, rocanrol ello, existencialismo menefrego, hegelismo anarcodeseante, cross en la mandíbula a Kant.




Un idiota que reclama que le sea reconocido un saber...