¿Adónde nos llevó,
hermano, la nostalgia del uno-todo? ¿A gastar la retórica de la execración, a
fatigar la fascinación por lo abyecto: al estado-deyecto como coronación doblemente
escatológica del estado-de-yecto de la adolescencia del pensamiento? Hermano.
Pureza y decoro son mi objetivo. Pero para después –¿después de qué?–. La
verdad que me estaba cansando, cansado estaba de seguir proliferando con la
expansión continua y discrecional de mis anxious
objects y decidí pasarme a la retórica de la execración (un antiguo gusto
mío: incendiar el mundo pero seguir vivo), que no es lo mismo que la estética
de lo ominoso, es la contra: yo hacía arte desde la fascinación por lo abyecto
y luego me jekillizaba –o al revés– y convertido en mi adversario escribía
exabruptos desde esa otra pasión de extrema derecha o izquierda: la retórica de
la execración: Contra la fascinación por
lo abyecto (1997); De paso contra
todo lo demás (2004); Contra la
retórica de la execración (Desde la
fascinación por lo abyecto) (2006); Contra
la retórica de la execración desde la fascinación por lo abyecto (2008).
Por un arte oficialmente
terrorista (2009); No, al
contrario (2010).
