9/4/11

AUTOBIOGRAFÍA MÉDICA DE TABAROVSKY A $14,90 EN CARREFOUR




Acierta el poeta (Piro) cuando justifica su novela: “narrar es aburrido”. Es aburrido. Aburre hacerlo casi tanto como aburre leer narradores en el 95 % de los casos (leer el Diario de Poesía igual aburre más). Pongamos a un Superhombre a narrar y sacamos a una vieja de barrio que es lo que hubiesen querido ser la mayoría de los “narradores”. Hay un límite para la pasión por el chisme, el Chisme Universal. Pero reduciendo al mínimo la historia, como en los casos de la novela teorética, la cosa se maquilla, pero no cambia del todo. El aburrimiento no es obligatorio, como mucho es necesario. Kafka: para narrar hay que saber aburrirse, y tomado como de quien viene: un narrador de cuentos de media página (son sus mejores) y novelas abandonadas a su suerte. Los pasionarios del teorema guardan su reserva de chismes para la instancia del intercambio privado en los pasillos de la universidad argentina. Siempre hay algo que decir, es el gran fracaso de la literatura. La sabiduría express que financian las academias estatales de Humanidades en esta tierra sirve para bardear en bloque, trafican una materia retórica que nos facilita un ninguneo del otro –sea el Llanero Solitario o en Solidario- desde el punto de vista de la revelación (porque “develación" es algo muy parisino) de su “lazo social”. (Vid Twitter y sus precursores) Houellebecq explica con fidedigna ingenuidad cómo la pasión sicoanalítica por mostrar la hilacha del otro acabó en caricia: Verdaderamente, creo que los seres humanos están más explicados por su nivel y su posición social, que por su historia personal. Y eso es muy violento. Si uno le dice a alguien: “Vos pensás tal cosa, pero es normal porque son las ideas típicas de tu ambiente”, la gente lo toma muy mal. Prefieren ser explicados por una neurosis infantil o por sus signos astrales. Pero si uno le dice: “Tenés la opinión típica de un gran burgués”, desprecian la explicación. Pero esa reducción a la sociología es sumamente violenta, de una violencia inusitada”. Autobiografía Médica habla sin embargo de “banalidad”, una palabra suntuosa que en una época se tenía por galicismo. Elogio o condena: Tabarovsky no aburre.

En Autobiografía Médica se lee el contrapunto irónico entre la hipocondría –Dami, el personaje- y el miedo a la hipocondría –el narrador, una suerte de autocrítico severo de su personaje que lo sigue en su insignificante andanza para tirarle fruta permanentemente en medio de su tenaz predicación-. Tabarovsky sabe insistir con ese lado de la prédica (Miguel Mateos: nada es real, todo es ficción) que deja a veces bacante Aira, que siempre encanta extraviándose en el bosque hiperbóreo de las epifanías surrealistas. La historia se desarrolla en una probable atmósfera de posmenemismo, de 2001. Dami es “consultor”, “sociólogo de mercado”; padece unos cuantos males, hipocondría, e inestabilidad laboral: es despedido y contratado unas cuantas veces, termina en un momento vendiendo medias como un Tomasabraham de la baja burguesía lumpen. A Dami le interesan la sociología de mercado y su enfermedad, al narrador la literatura y Canguilhem.

Los modestos accidentes de la circunstancia de Dami se evidencian con hacer comulgar la catástrofe –cotidiana e intrascendente- con la “banalidad” –la banalidad es un lujo para el narrador, para Dami el sopor de su tragedia estable- La digresión apunta al centro: la literatura; hace sistema. Sociología (consultoría) de mercado y enfermedad –por donde gira la situación de Dami- son sendas analogías de la literatura. Y en ese vértice donde Aira supo contrarrestar la carga posestructuralista revisando los manifiestos surrealistas, Damián Tabarovsky recarga, y así se lo podría leer: como el estado actual de aquella Doctrina (utilicemos jerga local) en una generación intermedia victimizada por aquella época de marras encontrada a la vuelta de la Universidad. Es el estado de la Biblioteca Francesa al día de hoy. El autor los convoca a todos –siempre lo hace- a lo Escuela de Atenas, pero de la única manera seria que queda: haciendo el ridículo.

La sociogastada, en tanto ejercicio “autobiográfico” tiene una mesura que desconoce el tilingaje neoperonoide de los blogueros ex editorial independiente. Se concibe como expiación clasemedista. En eso es más borgeano que airano –Aira tiene algo de nenito maudit de chalet de provincia todavía-, del Borges que argumentaba una pertenencia orgullosa a la “clase media” con un criterio algo dudoso en su voluntad de inclusión (ni judío y menos italiano: un euroexilado de linaje colonial). Tabarovsky es una reserva de humor judío dentro del hilarante gran circo peronista que domina el mercadito de la literatura Filosofía y Letras (el mainstream seudo under teenagers after thirty) (parece que las alternativas son ser de Letras o de Sociología), como una especie de intentona de restitución de las potencias de Guinzburg en un campo dominado por Capusottos.

Finalmente lo asiste el pudor a Tabarovsky, es cierto. No va a escribir la gran novela mala, inoperante, antipúblico, antitodo. Inventó una formita –acaso como modulación regional de otra Gran Forma-, su nichito, y con la fórmula en manos (al menos hasta esta novela que habíamos decidido no leer hasta encontrarla saldada en Carrefour) va por la infinidad de sus matices. Pero la novela tiene su propio sistema inmunológico y todo está aclarado dentro: procura defenderse por sí misma creando sus propios anticuerpos al interior del mismo texto. El histeriquismo sociológico tiene dos corrientes molares. Como bien dijo: para los argentinos todo es peronismo como para los franceses todo es deconstrucción (es un autor francés). La novela trae de regalo una diatriba a la “poesía de los 90”, una entelequia expansiva de insufribles e inagotables consecuencias. Vale el descargo de que el sistema-Tabarovsky es un reverbero actual de lo top de “la universidad de los 90” como sistema de lectura y serialización de textos, una especie de… de antimenemismo de la deconstrucción.


(Es a favor.)


Interesante intervención sobre los “nenes de papá” en el negocito cultural argentino: en los 90 se dedicaron a la poesía barriobajera (como dirían los traductores españoles). A cuento para cerrar con esta cita:






Guía de subrayados modelo para el alumno:

reconocimiento y consultoría, p. 32- dolor sentimental versus dolor del cuerpo: deprimirse: lujo de la clase media, p.36- la consultoría desafiando la fortaleza del yo: el consultor que se oculta detrás de su obra, p.41 –el despotismo de la víctima: abuelos judíos sobrevivientes del holocausto, exiliados argentinos en mansiones mexicanas, p.42/3 –consultor olvidado de hoy = consultor mítico de mañana: el consultor estratega joven edifica la figura del consultor precursor marginal: su genio se infiere de su capacidad única de reconocer el genio del consultor fracasado-olvidado, p. 43/4 –descripción de la trayectoria de los nenes de papá en las últimas tres décadas de la cultura argentina: 80s: estrellas del under, 90s: poetas, 2000: dueños de pequeños negocios de ropa y diseño en Palermo Viejo, p.50/2- “si no sos paranoico te va mal”, p. 54- cuerpo y límites: el exceso indolente (crítica del reviente-representación), p.73- el hombre invisible como “nuevo pobre”,p.74-narcisismo, negación: amortización del fracaso, virtuosismo de la defección, p.77- literatura y enfermedad: lenguas de lo intransable, p.87- el cactus: grado cero del consenso/diálogo/argumentación, p.88- la teoría como praxis autista, p.90/1-activismo solipsista: el surgimiento del self made man, p.96 –mitología personal y agotamiento, p.100 –multiplicismo de la mismidad, monotonía de la novedad: repetición como desafío del original, p. 104- la medicina es un intervencionismo a dos puntas, p.105- la revolución de la banalidad, p.106- banalidad: principium individuationis, p.110- tener obra social, limite inferior de la mittelklasse, p.114- estupidez-don, literatura-enfermedad, p.122- cuatro páginas en blanco (s/n)




-Nuestro ídolo - la gran esperanza blanca contracucurtiana-






-La vulgaridad es un lujo-

Susvín... rompió


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Un idiota que reclama que le sea reconocido un saber...