4/6/10

CHOT-ART


(EXPRESIONES DEL ARTE URBANO EN ROSARIO 1)





Lo que se suele denominar literatura visual eroto-porno de espacios interiores, o vulgarmente pintadas de baño, tiene acaso una historia tan larga como la civilización misma, o, al menos, la existencia de los mismos baños. Llegan a nosotros de hecho numerosos registros desde el antiguo Imperio Romano, e incluso dentro del higiénico campo de la literatura convencional de papel ha tenido referentes argentinos destacables como el polaco Witold Gombrowicz e incluso el mismísimo Borges. El regreso de la democracia en 1983 y su consolidación significó con el tiempo la apertura de este oficio hacia los espacios urbanos abiertos, tanto en su forma grafemática como en su forma icónica, o bien mixta, lo que ayer era baño se fue volviendo otro sentimiento.

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Nuestra ciudad ha dado artistas urbanos etéreos –como cierto reconocido e insuperable linyera-; pero también incontables otros se han sabido volcar a un campo más árido complejo y marginal que no ha tenido aún el suficiente reconocimiento (por suerte), donde a la vez que se operó una salida de la plástica del lienzo el papel o la escultura, se condujo en cierta manera a ensamblar la tradición del género-libídine –aunque para muchos degradada por un vaciamiento masivizador propio del capitalismo post-industrial- con el arte mural heredado del Renacimiento. La desaparición del terrorismo de Estado, como decíamos, permitió esta salida a las calles (street art) de las artes visuales sicalípticas, hasta sacarlas incluso de su originario anonimato. Suele sindicarse en esta expresión un cierto erotismo aplanado carente no sólo del menor compromiso social o artístico sino también –como señala el profesor Juan Autista Rivo (filósofo y psicoanalista de la U.N.N.) “ajeno al más elemental compromiso con el propio Deseo” [desambigüación].

Dentro de este campo se incluyen grafitis o pintadas verbales denominadas de leyenda, de consigna o putativas, pero más han prosperado en la ciudad las designadas como plástico-icónicas. Como se sabe el símbolo tiene sobre los signos la ventaja de una economía de recursos que facilita su comprensibilidad y la decodificación contemplación y por qué no fruición del gran público. No por nada, probablemente, nuestra querida ciudad es reconocida a lo largo y ancho del país por un cierto menhir patrio que tieso apunta directo hacia Dios Nuestro Señor, aquel irreverente ser que simboliza a todo aquello que hidalgamente se resiste a la arbitraria condena gravitacional.

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El grafiti fálico es todo un género y no menor aquí, aunque haya permanecido en cierta forma soterrado. Transcribimos por ello el artículo de Wikipedia[1] que detalla su somera historia a través de algunos de sus exponentes más recalcados, de quienes no se debe omitir que han sabido sortear el olvido hipócrita en el que sumerge esta sociedad a aquellos que no ven otro horizonte de vida que no sea el de poner perpetuamente a la luz aquello verdadero que el filisteísmo pragmático oblitera. Ellos también son de acá (se agarra).



Contenido [ocultar].
1-Historia y algunos artistas distinguidos.
2-Enlaces externos.
3-Bibliografía


Historia y algunos artistas distinguidos

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Federico Putonasky (“Fefe”) dibujaba las mejores pijas de paredes que circulaban durante la década del 90. Innovador, no utilizó solamente el aerosol, exploró la pintura a la cal con brocha gorda, intentando parodiar el estilo de las pintadas políticas desde el anonimato del muralismo porno, por lo que se granjeó el desprecio de muchas agrupaciones militantes de distinto signo, conoció la persecución y finalmente el exilio. Muere en París en el año 2007.
Su ostracismo sin embargo reforzó su reconocimiento y distintos autores individuales o grupales se pronunciaron como continuadores de su obra, ganaron las calles y abarrotaron las paredes metropolitanas de garompas. Lo que con Putonasky era índice de un estilo personal, se convirtió en género y como suele suceder surgieron las diferentes corrientes las inquinas de capillas y esa inevitable neurosis de trasgresión que es condena y aliento en los discípulos. No obstante no son demasiados los que tampoco merecen alguna mención en esta semblanza.
Gerardo Mamarenga destacó en el perfeccionamiento de la técnica del aerosol utilizando innumerables colores e incluso llegando en la cúspide de su carrera a trabajar la policromía. Es reconocido por sacar al género de su concentración en la zona urbana y llevarlo a algunos barrios periféricos. En 1997 se convierte en el primer aerosolero de garchas en recibir una beca pública y un encargo del Estado, en este caso el municipio de Va. Gdor. Gálvez para el cual diseña y realiza una chota en posición vertical que lanza al cielo tres gotitas de leche (cuando hasta el momento lo más común era una o a lo sumo dos). Su obra hoy ha perdido vigencia y su entonces reconocimiento masivo se vio mellado por las constantes inculpaciones no tanto de la crítica especializada cuanto de sus pares que en general no vieron con buenos ojos este salto de la clandestinidad al oficialismo. Así, en los primeros años del nuevo siglo gana preponderancia una corriente que propone un regreso a las fuentes, no especialmente en lo estilístico –en lo que son antes bien conservadores- como en lo ético proponiendo por ejemplo el borramiento de la firma de autor e incluso su “muerte” como tal. Pintan entonces pijas muertas.
Carlos A. Poronganni es quizá la expresión más destacable de la corriente que encabezó la resistencia al pijamuertismo visual, desde un costado entre pop y camp, a la que denominaron algunos medios especializados con el neologismo Chot que hoy abarca al género en sí mismo; abandonan definitivamente el discreto uso de la birome y la fibra, destacan el elemento lúdico y restan importancia a la dimensión de denuncia social y resistencia etal por lo que se los ha llegado a identificar con los Putos e incluso con el movimiento N.O.B. (Nueva Obra pro Bulto), valga la redundancia. Existen otros artistas distinguidos en el rubro, aunque de menor relevancia, que pueden ser nombrados, como Roberto Yorlano (1940-2001) quien (“Con la mano” 1997 colec. Bell-Vernet) revalora la experimentación táctil en el campo (Bigand) llegando a realizar frescos vergales con betún y dedo; el colectivo Adentro que trabaja el relieve y la talla con navaja, el estucado el friso el medio bulto y el bulto redondo –al que tampoco le hacen asco-; Hermes Di Natale (Soldini, 1973), dibuja sobre el Monumento a la Bandera una poronga del mismo tamaño que el propio monumento y realiza la primera tarasca-esténcil (1998). Utiliza usualmente grafemas con consignas (“Boca puto”, “vos te la comés” etc.), toma por una parte elementos de las distintas vanguardias del s. XX –concretismo, abstraccionismo, cubismo-, llegando en su época de máximo pelotudismo a sustituir las pinchilas de pared por fotogramas-afiche (pegatinas) a los que serializa y finalmente comercializa con fines absolutamente ajenos al espíritu originario de esta expresión social financiado en más de un caso por líneas de lencería erótica o conocidas marcas de profilácticos. Si bien en su origen el Chot-Art respondía a las condiciones reseñadas por algunos especialistas como el semiólogo italiano Palurdo Mamanna, marginalidad, anonimato, espontaneidad, escenicidad, precariedad, fugacidad, en poco tiempo, con el arribo de artistas como los referidos este tipo de manifestación ganó una complejidad enorme por lo que muchos señalan el momento actual como la era del post-Chotart. En lo estético los límites de este género, si se quiere primitivo, de arte visual urbano ya son imposibles de ser señalados, imperando por un lado una suerte de “vale todo” en el campo de los recursos, llegando, por el otro, hasta el llamado “cualquierismo” que hoy domina en la escena –con especial predicamento en los jóvenes-.

(Notable concreción de chot-art de firma, del artista Duego (Acebal, 1981) ubicada en uno de los flancos de la Facultad de Ingeniería)

(Ejemplo de chot-art-intervenido -o palimpséstico- por infaltables consignas políticas. 1º de Mayo al 1400, en muros pertenecientes al Hospital Provincial)

(Premio Municipal 2005. Autor Mauricio T. Viola)

(Sofisticación rayana con el neoexpresionismo abstracto, réplica de obra original de Fefe Putonasky en un muro madrileño)




[1] http://es.wikipedia.org/wiki/Artecallejerodechotaenrosario



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