18/9/09

Peatones & Partes Delanteras

(De la Patafísica a pata) [1]


La esquicia del taxista
Atropello a la razón



Los taxistas sufren una extraordinaria esquizofrenia consistente en una comprensión dual y encontrada de la entidad del peatón: cliente y obstáculo. Cuando un taxista dobla en una esquina a velocidad considerable, se para según le obliga su moral transgresiva indefectiblemente sobre la línea peatonal o incluso adelante, no respeta la prioridad de paso del animal político bípedo no dotado de carrocería – un pedazo de mierda humana llamada ciudadano a pie – olvida que esa especie zoociológica recién descripta es con cuasi exclusividad su inexorable cliente, dado que perros y polígonos no portan dinero.
Accidente.
La voluntad de acercar lo más posible su automóvil a la humanidad del viandante de paso es incontrolable. El taxista no contempla que el paseante urbano pueda no ser un flâneur sino también un animal en estado de lucha por la sobrevivencia, su situación originaria y medular de “estar
trabajando” le otorga un derecho de atropello y coqueteo con la eventualidad de accidente. Precisamente, como los necios que no quieren leer a Aristóteles, no distingue esencia de accidente: que el peatón es un ente que puede estar en diversas circunstancias: particularmente dos que conciernen al caso: ser usuario del taxi (cliente), o ser un peatón por así decir en estado puro o en acto. El sujeto que cruza la calle es, para el taxista, otro de su potencial cliente y no una misma entidad en otra posición o circunstancia. Para el taxista – borgeano – el peatón es su circunstancia.
Es curioso que ese anticaballero andante de tracción no a sangre apasionado por experimentar el vértigo con los transeúntes de esquina a los que quizá ve – ahora cartesiano, cartesiano motorizado y pobre – como molestos autómatas del paisaje urbano sea el mismo que con posterioridad a la seña establecida que el citoyen realiza para indicar que ha menester su servicio se convierte en una trivial y familiar máquina parlante-empática compulsada a confirmar que entre él y su pasajero hay una unidad absoluta de criterios y una misma e indisoluble Weltanschauung.

Mampara blindada y GPS también para los peatones.






Materia y forma del peatón vigente
“Cualquiera es un peatón”


O bien: suprimir al peatón orgánico por peatones meramente mecánicos.
Peatones sin parte delantera. O bien con carrocería de alto impacto.
El peatón no es otro.


El material del peatón requiere un cambio sustancial adecuado a la anomia moral del tránsito. El concepto de “parque automotor” es siniestro, salvo que los autos comiencen un día a liberar oxígeno. Desgraciadamente si un peatón sueña que vuela no vuela a menos que sea impulsado por la contundencia de una “parte delantera” taxística o particular. La naturaleza es lenta en sus progresos de modo que le llevará demasiado tiempo al peatón contemporáneo desarrollar un tipo de tejido externo en forma de chasis. El peatón humano es una muela de juicio de la urbanidad contemporánea. Su innecesidad sí es patente y su sustitución por una forma no anacrónica una deuda pendiente del gobierno municipal.


“Para justificar nuestro título – posteó Jarry hace más de 100 años en “El peatón atropellador”[2]-, añadamos que el peatón no corre tantos riesgos como el ciclista o el chofer. Se expone a una simple caída desde su altura y no a una proyección fuera de un aparato veloz, ni a la rotura de ese precioso aparato; por lo tanto, hasta el día en que se haya terminado esta locura de dejar circular a la gente a pie, sin estar provistos de autorización previa, de chapa identificatoria, frenos, cascabeles, trompa y linterna, tendremos que vencer este peligro público: el peatón atropellador”.




[1] Artículo rebotado por “Satiricón” (1974).


[2] Alfred Jarry “El peatón atropellador” en “Siloquios, superloquios, soliloquios e interloquios de Patafísica”.




-La vulgaridad es un lujo-

Susvín... rompió


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Un idiota que reclama que le sea reconocido un saber...