22/3/09

Descentramiento & Desterritorialización: La Córdoba Uruguaya o Cucurto con Carlovich







Basta Cucurto ¡llegaste demasiado lejos! ¡Carlovich es nuestro! Carlovich es de Tablada, hasta acá llegamos. Ser hincha de Central Córdoba, aclaro que ya oscurece, es un chiste del destino, una cruz y un proceso de desterritorialización: no es lo mismo llamarse Rosario Central que Central Córdoba, por eso la A.F.A. cuando éramos uno de los grandes del fútbol nacional nos condenó de por vida a la Primera B, retiró a Gabino, mandó a Capote a Independiente y al Torito a Central. Un nombre inoportuno nos puede condenar al Infierno. El Infierno está poblado de Angulos Pascuales y de autores que le pusieron a su novela “Memorias del Tiempo de la Inmadurez” o “Paranoia & Azar”. En Buenosayres llaman Rosario a Central y en Rosario Córdoba a Central Córdoba - en Córdoba le llaman Instituto-. Evidentemente no hubiese sido nunca posible que un club que se llama la mitad igual a otro (Central), la mitad igual a la otra ciudad (Córdoba), tuviese el destino sobresaliente para el que apuntaba: dio los mejores jugadores que hubo jamás en Rosario y ya portaba en sus vitrinas un título internacional (Copa Beccar Varela, 1934) mucho antes que cualquier Conmebol mediterránea asomara su forma al mundo o un team de chetos de Gimnasia y Esgrima perdiera una final con Nacional de Montevideo. Dio a Vicente, autor del gol más grande de la historia del fútbol (superior al de Maradona y al de Messi – y al de Palma al Madrid -), gambeteando de un arquero al otro, campeón de la Copa América – equivalente en ese entonces a la Copa del Mundo - en la Selección con dos goles en la final con 17 años de edad (Pelé: vos no inventaste nada, sos el Capote Negro), y erigió cuando el padre de Maradona todavía era un niño correntino, un modelo que sería marca autóctona en el mundo: el jugador genial reventado y vicioso: de Gabino Sosa a Tomás Felipe Carlovich pasando por Waldino Aguirre –el mayor jugador de la historia de Rosario Central, también cedido gentilmente por el barrio -, modelos del antipragmatismo futbolístico, del fútbol arte contra el fútbol disciplina, del fútbol metafísico contra el epistemológico, del menotismo de extrema izquierda, el fútbol anticapitalista y antiburgués. Como podría haber apuntado Tabarovsky si hubiese tomado apuntes alguna vez en la cabina de Pipo Paratore: el futbol de izquierda. Pero el norte es el que ordena y el centro es lo que rige: Central & Ñuls. Pero aquí abajo, abajo… somos todos Carlovich. Cuando sale uno que no se da al reviente se hace llamar Messi. Que te quede claro Cucurto: como dice Aira en Rosario nunca hubo negros, acá nadie es Pelé o sea el símbolo del honnêtte homme de la F.I.F.A - un buchón alcahuete burócrata resentido -. Desterritorialización: en Tablada somos todos hinchas de Deleuze, es el concepto esquizo del fútbol, el potrero antiedípico. Una tribuna rosarina que viva a su equipo al grito de ¡CORDO-BÁ! ¡CORDO-BÁ! y que se dan a conocer como Charrúas, lo que aviva el mito interurbano-porteño de que el rosarino es en realidad un uruguayo-falso. Y para finalizar un recuerdo. Yo era, junto con mi amigo hoy biotecnólogo, el mayor experto en colarme al Gabino Sosa. Un día jugábamos contra Belgrano y la cosa estaba complicada: el contingente de extranjeros de camiseta celeste era más que grande y nuestra diminuta torcida en franca extinción desde la gloriosa época del 30 tenía su consabido promedio etal superior a los 75 años. Yo daba vueltas en derredor del Gabino buscando el ángulo ideal para colocarme adentro y no había forma. Por Gálvez habían formado un vallado de llamémosle ratis u oficiales uniformados para que no pasaran los de Belgrano, y no va que yo intento mandarme por ahí. Habituado al lenguaje oral local automático y ordinario yo no lo pensé dos veces al momento de responder de inmediato a la pregunta con cara de orto del señor oficial: “¿Vos de qué sos?” dijo o algo así de mala manera: ¡¡De Córdoba!! no alcancé a terminar de responderle cuando el muy hijo de recontramilputa me metió uno, dos, no sé si tres, bastonazos en el antebrazo izquierdo – mientras yo pensaba en el destino del Torito - la reputa que lo remil parió a él a todos los yutas del mundo a todos los cordobeses y al día en que caímos en la desgracia de mudarnos de Barrio Martin a la calle Virasoro.


Andá a abrazarte con Baley.













-La vulgaridad es un lujo-

Susvín... rompió


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Un idiota que reclama que le sea reconocido un saber...