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Ya me cansé de Aira. Porque los genios también cansan. Cansan antes incluso. Vivir es un mito adolescente pero lo que yo quiero es ¡escribir! ¡escribir! ¡Y tengo que parar de leer a Aira! Dos cosas: puedo escribir como el becario más triste esta noche. Mi pensamiento también es un paper: que escriba así es que escribo así. Nada más. Ningún regreso al yo, minga autoficción, menos que menos cultura de la gastada a la cultura: pibes chorros con doctorado, nada. Todo es estilo vieja: ¡todo es ficción! ¡artioficio!: ¡Gorjes! Donde pienso no estoy ni escribo ¡¿por qué me obligan a desconfesarme?! Soy lo otro no trolo. Besos a todos. Me dejo hacer por un idiota y puede ser que Aira traiga “una vuelta al relato” después de “las vanguardias” y toda esa dulce sanata de los custodios de la verdad universitaria nacional, ese discurseo que sueña con suspender por un momento lo real -: poder y contingencia - y alucinar el origen en su propio acto enunciativo. Pero acá es la trampa antes que la ley. Duchamp en Aira significa ¡ojo! Es más peligroso este tipo: te toma a vos y a todos para la joda. ¡Es la cachada! Es Yoda-Fernández, Cucurto es el que mejor lo entiende si bien propone una vuelta atrás: la vuelta al relajo. Vuelta a la línea dura de la vanguardia setentista, con albañiles que es este caso empujan desde los andamios o se lanzan estilo García. Y a propósito de García: Aira es García. Una novela suya es un recital de Charly: nunca se sabe qué va a pasar: se está esperando lo peor: siempre pasa lo mismo. Se repiten siempre en lo inesperado mismo. En esos conciertos tampoco importa el resultado sino el procedimiento. Menotismo. Menotismo cínico, viejito, y entontecido. Muy bien por lo que dicen las Chicas-Críticas pero antes es verdad esta idea: que Aira es garca (Essays Bonsáis). Ahora que lo oí algo cambió. Si todos los genios de la literatura estuvieran vivos en mi barrio, Quevedo y demás, me dedicaría a las ciencias de la comunicación. Promesa. ¿Cómo habla un escritor? Tenían razón las malas lenguas: ¡habla como Borges! Suerte que sólo habla en Ginebra y acá nomás escribe. ¿Qué hora es che?
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Cómo no hacerlo: así.
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Si anacronismo y automatismo te están matando: sé feliz.