
“Le preguntó si llevaba un diario de expedición. La respuesta fue negativa. La explicación, por falta de medios expresivos, resultó confusa, pero Karina pudo sacar en limpio que estaba tratando de contar su vida en una novela, o, dicho en otros términos, de escribir una novela autobiográfica, o una autobiografía novelada. Era un viejo proyecto; el hogar disfuncional del que había salido, los fracasos escolares causados por la dislexia de la indigencia, los años en la calle, le daban materia, decía, para un libro aleccionador. Y los problemas de salud, superados a medias. No ocultaría nada. Le confió que había descubierto, o inventado, un método para decirlo todo. Consistía en escribir como si fuera él mismo. Karina asintió, pero no pudo ocultar que no entendía, y Jonathan, con sus balbuceos, se esforzaba por explicar que el personaje de la novela sería él mismo, sin inventar nada, pero contado como si el personaje mismo escribiera el libro… lo que quería decir era que escribía en primera persona. Karina no le dijo que el recurso ya se había usado."
“Un filamento de rayo, a modo de prototipo y advertencia, ya había partido de la isla y dado vuelta al mundo. Algo inquietante había empezado a suceder: todos los Cristos de todas las iglesias cobraron vida, para espanto de los feligreses, curas y capellanes, que no sabían si adorar o llamar a la policía. Sucedió en catedrales, basílicas, iglesias de barrio o de pueblo, oratorios, capillas, y con todos los Cristos sin excepción. Los Crucificados se retorcían tratando de aflojar los clavos, a la vez que aullaban de dolor."
“La seudopoesía de Frasca haría pasar a la Historia la verdadera poesía, que era la pobreza."
“La cabeza le daba vueltas. “El fastidio de la vida de hotel”, que había dado origen al poema nacional, tenía sus ventajas: no había nada que hacer. Se había olvidado, pero lo recordaría pronto, que tenía que escribir.”
(César Aira, "Las Aventuras de Barbaverde")