
Canal Encuentro está atacando desde hace rato con Cortázar. Desde ya insistir con esto es llegar muy tarde - lleguemos tarde a las modas como propone Piglia -: ya Casas se encargó de inmortalizar el momento. Inmortalizar, decían unos escritores vecinos en mi barrio, es llevar a un libro algo. Podemos – el Narrador y yo – ya admitir que esta idea es ya cursi. Por así decir, siempre poniendo palabras que no son precisamente las que irían. Es un arte de escribir por la sombra y enunciar de chanfle: el sentido oblicuo. O: no decir del todo lo que se quiere decir, arte moderado del ensayo. En cuanto a la poesía, hoy entiendo: una radicalidad: decir otra cosa, y no lo que se quiere decir. Bueno, Cortázar; el Narrador se entera de que mide – medía – 1,93 o más. Son 10 centímetros de distancia con el Narrador, y las personas más altas, al Narrador le infunden un cierto respeto extraño. Cortázar dice que él no tiene ideas; que lo suyo es una capacidad como no discursiva ni eidética, la de macerarse en la irracionalidad; lo fantástico dice. Pero Cortázar está en la etapa barba, barba-latinoamericanista; si no son ideas las que Cortázar se dedica a bajar del mundo platónico-dialéctico, entonces diríamos que son líneas: baja líneas todo el tiempo. Está comprometido, casado…ni, ni nada. Voy al riesgo – zumba el Narrador – de entregarme de pies y manos al gran consenso blogger del día, todos esos hermanos menores de Fabián Casas que lo van a terminar poniendo como el inminente sustituto de Sabato. Más que ideas, las opiniones, impresiones, de Julio C. son ideologemas; hoy visto Cortázar parece un subsecretario de cultura, un ex asesor cultural del ex gobierno de la Ciudad Autónoma. Así los juicios de Cortázar – rumia el mediocre Narrador contemporizando con malestar ambiguo – suenan a la Gran Antología Para Principiantes. Cortázar para principiantes, bueno, ya es un pleonasmo: el cronopioprogresismo canta el decálogo de la devoción por la cultura ambiente, por la cultura, los premios municipales, las charlitas con libreros de saldos, la parejita ejemplar de la adolescente melanco-jipona de los 90 con el editor de antologías para púberes. En mi época se arrancaba con el canon Dorio-Dolina, organizado para los estudiantes secundarios del menemismo 1. Ahora los jóvenes borregos del cable tendrán el canon Encuentro-Canal A, con todas su figuritas, Borges, Sabato, Saer, Saramago, Galeano…uff. ¡Tabarovsky Tabarovsky! Si, si, la Literatura no es la Cultura y menos un canal de Cultura. Es no saber dónde rajar después de Lamborghini, dejarse cagar por Aira; la Literatura – Tabarovsky Tab… las mayúsculas son tuyas – es un malestar oscilando entre Perfil y Beatriz Viterbo seguramente.