20/7/08

A Little HelLp For My Friends (La Amistad es un Robo 4)


Amistad secreto poder melancolía tedio

(Tergiversación a partir de un fragmento de “La ética picaresca
” de Horacio González)




La amistad dice Simmel es un disolvente del secreto. El secreto de alguna manera funda la sociedad, la trama de relaciones subjetivas que son su sostén o su dorso. Sin embargo, cuando la amistad es posible, existente, siempre queda un fondo más allá de la lógica confesional de las revelaciones compartidas. Un último recodo del secreto. La filía antigua – escribe H.G. igual que Deleuze-Guatari en su último concierto a cuatro manos – ya no puede existir en las sociedades contemporáneas: “hay demasiado que ocultar”. Como una especie de Quijote o de… Falso Quijote contra el mundo convertido en un emporio de la sospecha se saca del perchero al “melancólico”, un estelar actor de reparto del cine bizarro froidiano. “La melancolía es un estado de ánimo profundamente doloroso, una clausura del interés por el mundo exterior, de disminución del amor propio y la pérdida de la capacidad de amar. El melancólico, despojado del pudor, se satisface comunicando públicamente sus propios defectos”. Este personaje pretende imponer una violencia abrupta y general contra el universal secretismo cósmico. Puede convertirse en un cínico de sí mismo; o la paradoja o seudopleonasmo del perro nudista. O en el sacerdote y publicista de su interior. Puede estar entre Diógenes y el Strepper. Un Strepper disruptivo que busca el shock. Y puede pasar que el sin secreto que profesa lo convierta en un secreto que camina. El melancólico secreta secretos. Lanza un habla de secreciones. Afirma la existencia del secreto pero igual su innecesidad, su impunidad, su miseria. Otro caso distinto del sin secreto es el del sujeto del tedio; o mejor: el estado del mundo en el tedio: “sans secret” escribe Baudelaire. Todo está indiferentemente sabido. En el tedio la naturaleza es una asquerosa vieja miserable, no una fémina que turba. Pero, más precisamente, en el tedio de Baudelaire el sin secreto obra en relación con el objeto gnoseológico y natural; es falta de misterio y refutación o indiferencia ante la entidad del noúmeno. El hombre del tedio es un hombre melancólico pero su melancolía no es la del hombre melancólico de duelo. Porque perdió la pérdida. El hombre doloroso reconoce el secreto como entidad, despreciable quizá; o innecesaria en otro caso. Desprecia la confesión que ejerce. Al hombre tedioso no le interesa. Pero podría volverse hacia la apatía perversa y obligar o disfrutar de hacer expulsar “secretos” – secreciones negras imponderables – de la boca del otro. En vez de dominante y dominado el poder trabaja con una lógica del secreto según Canetti: poderoso es el que puede callar e imponer no callar al no poderoso. El nopodermiento driblea entre lo confesional y lo delatorio. Por citar a Laiseca: “el poder verdadero consiste en no aparecer”.




-La vulgaridad es un lujo-

Susvín... rompió


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Un idiota que reclama que le sea reconocido un saber...