(“El ducto (Texto de discusión polilógica)”. Guillermo Pablo Bacchini. 2º edición. 2000. Rosario)
Ya hacía unos años, varios años antes, me habían susurrado algo del asunto. Un tiempo largo después, tal vez hace cuatro o cinco años, itinerando por el centro, en una de esas consabidas tiendas de usados del centro rosarino, en las que uno hizo su escamada cultura, di con este modesto librito misterioso denominado “El Ducto”, editado unos años antes en edición de autor y pagado a un precio ínfimo.
Son éstas las escenas gloriosas de la literatura tal como acá se la entiende.
Elogio del “Ducto”.
Elogio de una posibilidad del interior de la… literatura.
Elogio de un modo no aplanado por los monopolios de la propaganda editorial y de la figuración estándar de autor.
Elogio de una posibilidad inmadura del texto público. Elogio del texto imberbe.
Elogio místico de un posible de texto de impacto. Elogio de un modo subnónimo. De un modo en que esas coordenadas funcionan felizmente. Párrafo aparte para el proemio atribuido a Gustavo Freiberg, tendido para desbaratar los usos usurarios del paratexto encomendado a terceros. O prólogo. Y que es una experiencia separadamente, y la garantía de una criptomancia teorística fuera de demasiados quicios enteramente elogiable, y con cierto aire de familia.
Elogio final, al lector del “Ducto”.
Y cerrar con una cita de Aira, alguien que acá puede quedar desubicado:
“Para escribir hay que ser joven; para escribir bien hay que ser un joven superdotado”.