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14/4/11

¿Es muy grande el agujero, Huberto?



¿Adónde nos llevó, hermano, la nostalgia del uno-todo? ¿A gastar la retórica de la execración, a fatigar la fascinación por lo abyecto: al estado-deyecto como coronación doblemente escatológica del estado-de-yecto de la adolescencia del pensamiento? Hermano. Pureza y decoro son mi objetivo. Pero para después ¿después de qué? La verdad que me estaba cansando, cansado estaba de seguir proliferando con la expansión continua y discrecional de mis anxious objects y decidí pasarme a la retórica de la execración (un antiguo gusto mío: incendiar el mundo pero seguir vivo) que no es lo mismo que la estética de lo ominoso, es la contra: yo hacía arte desde la fascinación por lo abyecto y luego me jekillizaba –o al revés- y convertido en mi adversario escribía exabruptos desde esa otra pasión de extrema derecha o izquierda: la retórica de la execración: Contra la fascinación por lo abyecto (1997), De paso contra todo lo demás (2004), Contra la retórica de la execración (Desde la fascinación por lo abyecto) (2006), Contra la retórica de la execración desde la fascinación por lo abyecto (2008).


Por un arte oficialmente terrorista (2009), No, al contrario (2010).




7/4/11

¿Es muy grande el agujero, Huberto?



La filosofía tampoco se debe tomar en serio, se debe ejercer sin aplauso. En lo primero los nerds están de acuerdo conmigo: simplemente son solemnes, no la toman en serio. En lo segundo aplauden, no ejercen. Estudié filosofía porque no había una Licenciatura en Dadaísmo si no por supuesto no la habría estudiado (ni a la de Filosofía ni a la de Dadaísmo, obvio). Para un kosmopolites, para un ciudadano del mundo, categoría de personaje conceptual y tipo social inaugurado –inventado bah- por Diógenes si no por Antístenes, residir en su patria, quedarse, es el exilio, el verdadero exilio: el exilio innato. Ser siempre el otro de los suyos. Desde la Teoría de la Caverna –no le llamemos mito o alegoría- el grueso de la filosofía mundial –y probablemente desde la modernidad buena parte de la literatura- se organizó en una idea exagerada que no es exactamente la misma: el héroe filosófico o literario, el personaje del mito o bien el narrador de la fábula, es un exilado a perpetuidad, un extranjero en el mundo: los existencialistas fueron los últimos en respirar en el vacío. Luego siguió la sofisticación ya insufrible del posestructuralismo anarco-académico, desbarató con su asalto interdisciplinario al calor de sus anormales y hombres infames. Si el Mundo de las Ideas es el útero-consuelo del momento efímero en que el filósofo es filósofo, estado de gracia o beatitud pasajero, o es el hogar dulce hogar posmortem hacia el que camina juntando miguitas, es según el caso. El Reino de la Libertad que viene después de la Revolución es del ramo. También hay platonismos coartados en su fin, formas del nihilismo contemporáneo que se prometen poco y nada. Los Artaud o los Pizarnik que cantaban mi reino no es de este mundo juegan en ese club. El cínico, en cambio, era más optimista: pedía faltar del pueblo, que lo echen de su patria. Ubicado como meteco, se reencontraba en su ser: ser foráneo. Diógenes en los caños de Atenas era un tipo realizado. Un Diógenes en Sínope, vitalicio, hubiera inaugurado la era moderna. El individuo de hecho –el idiota- es el exiliado en casa, el extranjero de su barrio. Borges revistió esto con su glamour de palermitano-rata (de biblioteca) (cuando todavía no había en ciernes ningún auge del “ethos palermitano de estetización de lo plebeyo”): era la Teoría del Europeo Nacido en el Exilio. Un cosmopolitismo de felicitación a Videla, que había perdido todo lastre lumpen; volvió al útero: celeste placenta: la Cultura Universal. (Las mayúsculas para evocación del calificativo de David Viñas: “Ángel de la Cultura”).


1/4/11

¿Es muy grande el agujero, Huberto?


“El que alcanza a ser filósofo ¡desaparece!”. Basta solamente esa frase para hacer ingresar a Omar Viñole al paraíso inubicable de la filosofía argentina invisible. Aquella que inventó sus propios términos y sus propias condiciones, una filosofía que eludió –omitió- todos los obstáculos (¡que el pudor no nos permita añadir “epistemológicos”!) que ya vienen prearmados en el circuito de la mercancía filosófica de importación, el patrón oro universal asignado a lo intransable, a lo invaluable. Porque esa filosofía creó sus propios obstáculos, impuso sus propias condiciones y estableció un pacto unilateral de ilegibilidad e irreconocimiento con el sistema estatal-académico en cuanto sistema del monopolio de la autoridad específica de lo no específico, que se arroga a sí mismo el fideicomiso de la actividad de producción ontológica y las facultades de control clasificación y legitimación. La filosofía argentina invisible fue al contrario una actividad paraestatal clandestina en sí misma organizada desde su propia anomia, una institución cultural autogenerada cuyo campo de acción cuyo marco referencial cuyo plexo de conceptualidad se concatenan en el horizonte de la desaparición, el acaecimiento, el invisibilismo, la inexistencia. La filosofía invisible argentina operó pro accidente por accidente. Toda vez que puede ser construida desde el porvenir actuante, actual, es concebible como una institución de registro imaginario no jurídico-legal en la medida en que su desplegarse histórico se corresponde con la comprensibilidad de lo acontecimental. Al redescubrirla en su acto su texto y su gesto puede estimarse su trazado hipotético. La historia de la filosofía es la historia de aquellos hombres que incineraron el lenguaje filosófico y lo reinventaron, pero que en realidad inventaron otro lenguaje al que asignaron como “filosófico” o bien recibió ese lenguaje aquel mote a posteriori. También es la historia de los copistas fallidos, amanuenses metonímicos, traductores, estafadores vendedores de buzones y adulteradores, conectores que hicieron la patria chica en los cuales no queda la gracia y debe perderse la nombradía. La filosofía argentina de creación pura se pierde en los baldíos sin mensura, en el afuera del mapa imposible de ser trazado no tanto en un país sin filosofía sino en un no-país con. La Argentina no existe aunque existe como anomalía. Su anomalía filosófica la rubrica como tal aunque la filosofía exista en la Argentina como “normalidad filosófica”. Ajenos al criticismo-chamullo seudo-antimetafísico de gente como Jacques Derrida autores como Deleuze-Guattari han trabajado este campo-ficción de la “geofilosofía”, una puerta de servicio para el arte de formular conceptos que lo conduce a facturar catálogos cuando ya ha agotado su stock en la temática radical del sexo de los ángeles. En este orden de prioridades, para un país que no existe, un inexistencialismo filosófico. El día que merezcamos el anarquismo mereceremos también la disolución de la geofilosofía, a lo que simplemente quisiera agregar que un día la no-filosofía será hecha por todos. En el curso caro de la semana entrante se tratarán estos temas: El hombre invisible como ideal. Invisibilizarse para no ser pensando. Ser invisible para pensar. Ni cogito ni sum: impensamiento y nopodermiento. El filósofo como noúmeno. Fuga y misterio. La voz del mudo: lo póstumo como gardelismo textual. Gombrowicz: la huída agresiva. Aira: la huida hacia delante (y sus aplicaciones en la pelea callejera que acompañarán la legitimación de los valores de verdad en los enunciados del filósofo pampeano actual). El nominalismo rioplatense como picaresca de biblioteca. Georgie y la metafísica como extravío local. Viñole: el que alcanza a ser filósofo ¡desaparece! Los flatus vocis del yoísmo al pedo. Borges-Marechal-Macedonio: anarquismo conservador, anarco-fascismo, anarquismo cósmico. El hombre invisible era negro: Cucurto. Examen de la distancia entre un travesti y el superhombre. La desaparición como escándalo: coronación de la nofilosofía latinoamericana en quien suscribe (no suscribe, bah).



-La vulgaridad es un lujo-

Susvín... rompió


Foro fáustico-Kitsch de miseria a la filosofía, viveza epistemológica, patafísica nacional popular, metafísica nazianal pop, crítica en estado clínico, antipsicoanálisis en pantuflas, boludeces con criterio empirista de significado cognoscitivo, dadaísmo tragicómico, popestructuralismo de protesta, poemas platónicos, deconstruccionismo chabón, tango rolinga, paranoia ontoteológica, solipsismo de izquierda, falogocentrismo a martillazos, martillazos al falogocentrismo, esquizoanálisis microfascista, fenomenologías del transmundo, freudomarxismo new age, pragmatismo del reviente, pensamiento poco, yoísmo ayoico al pedo, hedonismo allende el principio del placer, diogenismo del doble discurso, cristianismo con Sade, say no more sin Tractatus, partuza del pensamiento abstracto, vitalismo funebrero, antifilosofía antipoética, surrealismo silogístico, peronismo gorila, menemismo progre, palo a la argentinidad y argentinidad al palo, rocanrol ello, existencialismo menefrego, hegelismo anarcodeseante, cross en la mandíbula a Kant.




Un idiota que reclama que le sea reconocido un saber...