(Aún antes de tampoco ir al grano)
Que haiga
verdad ¿nos preocupa? ¿Alegra acaso? ¿Asquea? ¿Entretiene? ¿Nos es indiferente
que nos sea indiferente? Sabemos de lo peligroso que es para el viandante que
circulen por la calle filósofos con signos de pregunta en las manos. Tienen la
forma de la hoz, la hoz de Martínez, la hoz de Stalin o bien la hoz con la que
cosecharán su siembra los adictos al bucolismo Heidegger. La hoz de los bienes
culturales, o –y- la guadaña de la Parca.
Los filósofos salen poco a la calle, menos que las
estructuras. Salen pero como travestis. ¿Nunca vieron un búho gay? (gay en el
sentido del saber) Los obreros de la producción serial de simulacros, o los
tenderos de la parodia, mantienen el estilo-segadera, machete. Es necesario
seguir y seguir la huella. Aburrirse. En un salvavidas flotando sobre el tedio
lúdico. Aprendemos por la marca-Badiou que Lacan es un antifilósofo. Glosaba
perpetuamente a los grandes filósofos del mundo (son del mundo ¿no?) con la
hoz-expiatoria de la “clínica”. Con esta guadaña se hace antifilosofía de la
filosofía. Pero como mantiene la axiomática del “Hay Verdad” no es un sofista
–eso leímos-. Con la aparición de la lexicología lacaniana en el mundo se hace
evidente la existencia de un tercero en discordia que interrumpe el odio mutuo
entre el filósofo y sus “inmemorial enemigo” el sofista. El antifilósofo. Es
lindo ser un antifilósofo porque suena bien. Quisiera ver si es lindo por otro
motivo. Me encamino hacia ese propósito. El antifilósofo-a la Lacan les dice a los
niños-filósofos que quieren un amo, que son hablados por la Universidad, que son
histéricas, que son hablados por el Orto (u Otro). Mirá quién habla. Una
pavada.
La verdad no
es pero que las hay las hay. Bien, ¿y?
La verdad es una operación no un criterio o un juicio.
Al Doctor le interesan las operaciones. La tesis de que la “clínica” es
patafísica no me importa. No me importa que no me importe, apenas es cierta. O
así suena. La tesis de Julián Torma es que la importancia no tiene importancia.
Otra es que la muerte es irónica. La tesis de Carlos Argentino Cavallo [1]
de que la vida no tiene importancia no tiene nada que ver ni con el ser-para-la
muerte (aquella canción de Sui Generis) ni con la santificación del crimen.
Tiene que ver con… [No se escucha]. La diferencia entre patafísica adrede e
involuntaria tampoco interesa. A Badiou le interesa el interés desinteresado
por ejemplo. ¿Suenan muy chapuceros, muy chotos, sus conceptos? Interesa sí que
Lacan decía que Platón no decía lo que pensaba. Decía otra cosa, escribía otra
cosa. No me importa si no nos vamos entendiendo. ¿O sí? ¿Cuál es la importancia
de que la relación textual no exista? [...ablando por el Orto] Lacan con el
barroco o los patafísicos con el chistín… hacen pedagogía de goma. Elastizada.
El dadaísmo era más afecto al ridículo, quedaba un poco más cerca del
expresionismo, te quería gritar, asustar ¿Quién dijo que no eran también
pedagogos? La psicagogía, la persuasión (peithos) se prodigan, diseminan por
todas las campiñas y redes de drenaje cloaco-mental. La pedagogía es un estado
de la mente aunque la mente es una palabra horrible atendida por sus propios
dueños los payasos de la analítica del lenguaje anglosajón, queda bien nomás en
un poema de Alberto Girri, al que pido que incluyamos en la lista de aquellos a
los que les será perdonada la vida por mi público. La pampa y la pared son dos
escuchas. Dos orejas sin cara. Puedo tipear sólo para ellas y escribir los
antifilosofemas más alegres esta noche. El límite es la bambinización. El cu cu
cu del lenguaje ferdydurkista. El niñito nischeano no es el educando sino aquel
sujeto por el cual el tal fuga de la paideia, aunque esa fuga se llame paidia,
juego de niños. El autor del Poema del Ser de Parménides era Perinola (Aira).
Capaz –como se dice- que Platón tenía prurito patafísico, pretensiones
patafísicas. Que ambos –platónicos y patafísicos- sean tomados por cómicos qué
es ¿cómico trágico o x? Al “divino decir sí” de Nietzsche no le importaba “salir
del lugar de boludo”, estaba en otra: huía para adelante, la evasión al revés,
expansiva, de la llamada voluntad de poder o la agresión sin odio ¡sin
esperanza! Hasta mañana. Mañana escribiremos sobre seguir haciendo el idiota
por escrito.
Hoy es mañana.
El subibaja que propongo es entrar al quinismo por el cinismo y al cinismo por
el quinismo y lo mismo salir. La víctima que pedimos como receptor-lector se
preguntará en sus afueras: ¿Soy cínico? ¿Soy quínico? El otro subibaja es en
cambio el que tiene de un lado a la antifilosofía y del otro a la sofística.
¿Soy sofista o antifilosofo? (para preguntarlo hay que impostar la hoz). No
olviden estos ejercicios teatrales. No me olviden como actor ausente. ¡Soy el
autor! Volvamos, hijo, a Lacan para salir lo antes posible. Mi pregunta es por
la antifilosofía porque me da gracia la palabra y me gustaría titular a estas
conferencias de la lora –de su khôra, concha: lejanía, hablamos por carta:
curso por carta ¿no?- como ANTIFILOSOFÍA & CINISMO, ¿no está bueno? No
versaremos sobre sicoanálisis, esquizoanálisis, boboanálisis. Al dirigirnos al
idiota… nos dirigimos al idiota. ¿Por qué los franceses, no? ¿Por qué la
cultura argentina no dejó de ser nunca una parodia demasiado piadosa de la
francesa (en forma de recepción-comentario)? Porque la cultura francesa se hace
cargo de los parias del mundo y sus inescrutables pretensiones magnánimas: la
megalomanía de los codeados fuera. Señorones académicos y a la vez best sellers
mundiales que hablan en nombre de los locos, los esquizofrénicos, los
oprimidos, los excluidos, qué loco. El sistema del saber alemán va prendido al
nazi-fascismo, el norteamericano-británico a la democracia-capitalismo, los
soviéticos se llevaron el marxismo. Los
pobres franceses despojados de sus colonias, reducidos por la guerra mundial se
desquitaron dándonos a los argentinos de comer su filosofía y su ciencia en la
boca. De un imperio que fue a un imperio que no fue (un francés, Malraux lo
dijo. Buenos Aires. ¡Buenosayres! La capital de un imperio que nunca existió. Y
mi culo está apoyado en Rosario, la Buenos Zaires del Interior, la Capital de la Nada, la capital que nunca
existió de un imperio que tampoco (la Capital del Interior es Córdoba). ¡Cómo
reverberan y rebotan acá las chapuzas
galas! Acá, rosarinos, no somos sinceros: ¡hablamos la parrhesia! (si seré
rebuscado)… El hablar “franco” de la alianza francesa. Dice Sloterdijk: el
quinismo es una operación desinhibitoria. Su escuela nació con las quejas
burlescas de Antístenes contra Platón: que no veía la Idea de Reposera sino que
había ahí una reposera. En el Cynosargo se practicaba terapéutica
antiplatónica. No hablaban de flatus vocis todavía pero Menipo, un tiempo
después, ya enseñaba a tirarse pedos libremente sin cargos de conciencia. El
paso del Manto Negro amaestrado platónico al cimarrón diogénico asilvestrado
era el objeto de su prédica en la jauría. Y la coronación de la terapia contra
la inhibición del platonismo es eso que se conoce en los pasillos con el sello
Nietzsche. Pero ahora tenemos que los anarcodeseantes son los self-made men pro
fetichismo de la mercancía. Zizek nos previene del imperativo totalitario de
¡Gozar!, Badiou nos señala con el dedo diciéndonos enfermos de antiplatonismo.
No proponen combatir el cinismo con el quinismo sino con el regreso a los
buenos modales, no hacer más papelones-happenigs y sacar por la obra social
turno con el hijo del Doctor Mmmhh.
Intervención
del doble de riesgo de otro filósofo:
… Si Platón no escribía lo que
pensaba y el platonismo –según apunta Badiou- es el nacimiento y la muerte de
la filosofía –en el mismo movimiento en que revela al uno- podremos conjeturar
que estamos en un problema, embrollo. La filosofía vendría a ser ese suspiro
histórico ínfimo en sí mismo cuyo marco fue una ironía. Hay un libro español
dando vueltas por ahí dedicado a la tesis que sostiene que Borges era
platonista. Y lo esperable era tomarlo por un partidario de lo que más o menos
se puede llamar nominalismo, o tal vez un empirista radical en la línea de Hume
con matices a veces llamados “idealismo” v. gr. de Berkeley o Schopenhauer. De
hecho Borges construía castillos platónicos de juguete que se presentaban como
meros decorados; es el concepto de la “literatura fantástica”, una de cuyas
ramas –en este caso presuntamente crecida de manera involuntaria- es eso que se
oye como realismo, racionalismo: sistemas de proposiciones librados a falta de
verdad, con la advertencia en este caso, siempre señalada, a la manera de los
carteles o las señales de tránsito, de su jerarquía de artificios o ficciones.
Un platonismo de juguete, de mentirita, infantil. ¿Platón era borgeano? En
realidad no quisiéramos entender; de todos modos: no entendemos… Nosotros, en
situación similar, no escribimos tampoco lo que pensamos. ¿No queremos, o no
podemos? ¿No es esa situación universal?... Curiosa ampliación platoniana de la
“ironía” socrática. ¿Entraríamos en la región macabra y acaso transhistórica
del cinismo “moderno”? ¿O se trata apenas de ese sistema piadoso de la mentira
mencionado en La República
inadvertidamente ampliado a la estructura misma del gran sistema, como si ya la
metafísica platoniana operara de antemano como debía operar el Estado con sus
súbditos? ¿Obraba Platón como obra el cristianismo según los diagnósticos de S.
Zizek en El Títere y el Enano? Nietzsche no se cansaba de enseñar que Platón
era un mentiroso, vale decir: nos quería hacer creer lo que no es verdad. ¿Que
encima no era lo que pensaba? (Derrida: siempre será imposible probar en
sentido estricto que alguien ha mentido). En fin, la criptomancia no importa,
es un plan de lectura, que continúe, que ocurra, o que ocurra su fin. El
problema de todos modos es encontrar el grano. Si éste estuviera, bien,
podríamos ir a él. Pero acá estamos. Estancados en seguir. Apenas pido no ser
tan entendido. Al trabajo lo hago para mí. UD. haga el suyo. El sistema de
Platón tiene un componente de mentira, una dimensión de puros mitemas. No se lo
puede leer al pie de la letra. O sea, Platón iba más allá de los Maquiavelos,
de Platón mismo incluso, más allá de aconsejar la mentira en los casos
pertinentes. Impunemente, mentía. En su esquema del mundo una parte es no sólo
falsa sino un falso testimonio. ¿Se dedicaba a la manera de Menard a propagar
las ideas adversas a sus preferidas? A los fines de Nietzsche, se lo puede
despachar como un mentiroso integral dedicado a la fabulación de un mundo por
entero falso. En los usos de Lacan, que coqueteaba con el platonismo, con la
palabra ciencia, y peor con la palabra matemáticas, siempre en tren de
confusionismo revelador y algo menos, que decía “Platón es lacaniano”,
etcétera, la sindicación de un ejercicio de la mentira de parte de aquél se
entiende de otra manera: Platón formulaba mentiras parciales, tramaba la
mentira en medio de las verdades. En realidad, ni idea de qué quería decir el
Astrólogo de París. Con estos muchachos estamos en un atolladero y no sabemos
para donde agarrar. Queríamos pasar por acá para poder pasar de largo. (Retírase por foro)
[1] Indudablemente
el mayor poeta de todos los tiempos.