Si hubiera sabido que el mundial se jugaba con una Pulpito me anotaba. Recuerdo que yo era muy diestro con esa pelota aunque soy zurdo; pero mis quiebres de cintura más memorables –hasta que tuvieron que operarme de la cintura- eran sobre el cemento de las veredas y el asfalto de las calles, dos materiales abrasivos que permitían sofrenar un poco sus saltitos. Pero me dicen que en realidad es una pelota playera; esa suerte de pelota liviana que describe un itinerario poco previsible y sinuoso, favorable al azar y a la voluntad del viento más que a la del autor del shot; o bien se trata de una pelota mutante, por lo menos entre la Pulpo la playera y la ovalada que es pelota oficial de los sudafricanos, a los que está muy bien que, en la medida de lo posible, se los respete en sus costumbres y gustos pelotísticos. Dadas estas condiciones habría que volver a bautizar al balón tal como lo llamaban los aficionados y periodistas de la era amateur: la globa.
En realidad no es sólo la pelota, lo que produce el curioso fenómeno; contribuye el clima, la densidad del aire, la altura –dicen los que dicen- y también la verde gramilla rapada a la americana y rociada con agua y jabón, o aceite verde.
La FIFA rumia de forma misteriosa y maquiavélica: ¿qué buscan con este delirio? Los guardametas –quiero seguir con aquellos arcaísmos a lo Gráfico del 40- han vuelto a su entidad originaria: el gordito o el malo que va al arco y rechaza cualquier disparo dirigido al centro de su envergadura con los puños. Los shoteadores –sigo- apuntan por sobre el horizontal para complacer a dicho público local y sus hábitos de diletantes de rugby. La pelotita loca, que parece ovalarse en el trayecto, cambia de velocidad y dirección a mitad de camino. Rebota como las bolitas de goma. Un disparo de Verón de 60 metros v. gr. llegó dirigido a donde debía ir, rebotar a un metro veinte del torso del definidor y ser acomodada de pecho. Rebotó ahí pero se le fue sobre la frente marchita. A partir de mañana se practicará en doble turno el gol-Chilavert: de arco a arco, probablemente uno de los mayores recursos ofensivos en tales circunstancias insólitas. ¿Le gustan las bromitas al Sr. Blatter, o se oculta un fin maquiavélico? La mala puntería de la selección argentina es hasta el momento la mejor puntería del torneo: la que acierta al menos al lugar donde se ubica el arquero o la que más cerca pasa de los palos. De modo que las excusas de Maradona no tienen fundamento racional; tienen fundamento maradoniano: el del escándalo el repentismo dadá el maltrato a los monguis del preguntismo y la arenga albriciante-admonitoria a sus jugadores.
El menos errático de los jugadores de Nigeria utilizó la antigua técnica del tiento: el puntín. La recomiendo. La recomiendo incluso a Messi, como medio alternativo, a Messi (Mecí según mi corrector Word) que, querré augurar, será el menor de los damnificados, si mi deductivismo predictivo cumple y dignifica.
Aclaro que no vi los partidos, porque la FM comunitaria que me envía de cronista, sólo pudo costearme el viaje en barco de carga; de manera que estaré llegando para la final. Pero mi imaginación es prodigiosa pese a que pude sintonizar no más que una radio en algún dialecto bantú acallado por las sordas cornetitas wagneriano-minimales.
Mis espectadores reclaman –lo sé- más predicciones, dado que suelo acertar en el previsible Prode de los mundiales. Bueno. Como se sabe, después del shock-Pelé del 58, los campeonatos se repartieron uno para cada uno, cada torneo, para sudamericanos en Sudamérica y para europeos en Europa, y cuando tocó terreno neutral –como sustituto del lugar sudaca, siempre más limitado para el menester organizacional- el uno por uno siguió, como era de esperar en manos de Brasil, el primer privilegiado. O sea que desde el escritorio la chance está bien pulidita, hermanos. El prodigio secundón de iberoamérica, beneficiado además por el item latitudinal (ver planisferio), y por contar con el más de los fashion del momento, deberá tener a los astros –por así decir- de su lado. Pero nunca se sabe. Siempre hay un fixture oficial que ya está lleno, pero es acaso probabilístico. La pelotita, como ciertos cuchillitos borgeanos, hace su voluntad también ¡y hasta los jugadores y el monstruo-DT tienen parte en esto! Voy hojeando mis libros de la Cultural Inglesa y miro lontananza, es el océano, continuación orgónica del Paraná, vomito. E incluso espero.