(“1810. La Revolución de Mayo vivida por los negros” por Washington Cucurto)
Toda novela es una garcha, toda revolución es un cambio de poderes, la literatura no tiene ninguna importancia, la playstation es superior a Borges, a la historia la puede escribir cualquiera, estcétera; tal el elemento ético-performativo que trafica la nueva novela de W.C, una hagiografía de José de San Martín y un ejercicio de neorrevisionismo histórico mediando entre el Billiken y Sumo tendiente a cimentar una nueva perspectiva: la gronchesca nazianal.
(En el día del Padre de la Paria)
Como en los libritos del viejo cómico de Tribunales, del Olmedo ontocrítico, en el nuevo de Cucurto lo mejor lo hace el Editor. “La literatura no tiene ninguna importancia, Cucu, si no, mirá lo que pasó con Borges, en el día del poacon Cortázar” le dice el editor al autor en el prólogo, un semiconocido probable poeta-blogger en la vida realista que sigue así: “la literatura, la historia, los personajes, no son lo importante en un libro. Cucu, los escritores que hacen eso están perdidos. Usan palabras como calidad, logros, estética, poética, elipsis, simbolismo alemán, parodia, gauchesca. Estas palabras dejaron de existir hace cincuenta años y no tienen ningún valor”. “Adrian Suar es mucho más importante para el mundo que cualquier escritor contemporáneo”.
Cucurto le dará a la cumbia, pero su editor curte el peronismo punk. Como escribiría el columnista compungido de “La Rana” cordobesa (último bastión del piglismo teenager): ¡quieren destruir la literatura! No le vamos a dejar este lujo a las exclusivas manos del posmodernismo clase media de los Tabarovsky y sus cacerolazos concienciales en la mandíbula sin público: ¡la negrada también quiere incendiar todo! ¡Emecé es casa tomada!… ¿Cómo definir este síntoma?: transgresión y joda, y: transgresión en joda. La estética cucurtera: Lamborghini después de Tinelli, dándose con aguarrás. Pero en el fondo con buen corazón… Cucurto se define como “un rebelde way de la literatura de la patria” (123). Ved qué linda definición del Amor si no:
“El amor es así, una atorrantez total donde importa un pito el mundo, casados, solteros, putas, paquis, changas, caquis, pongas, rengas, lesbis, rosis; el amor es un acto de egoísmo absoluto de dos cuerpos enredados entre sí, porque el amor no debe preguntarse qué es el amor, debe preguntarse dónde vamos a saciarnos” (38).
También la jugada Cucurto es: entre Doña Rosa y Girri. Entre William Carlos Williams y Echecopar. Algunos filosofemas de Cucurto para ir entrando en calor: 1) La literatura: “la literatura es mentira y propaganda” (222). 2) La literatura argentina: “una operatoria de malandras y suicidas” (207). 3) Borges: ¡No soporto más a Borges! (219): “la literatura de Borges, parece un pastiche anticuado ante los avances del playstation, y el mundo cortazariano, pizarnikiano, un piringulín ante los avances del Second Life” (133). “Cualquiera puede ser Borges. ¡Maestro, yo soy Borges! (221): “lo que debería yo estar haciendo es escribiendo el Bolialef” (219). “Hay que leer a Borges y escuchar a Daniel Agostini, mi Argentino Daneri” (220). 4) La Novela: “Toda novela es una garcha”. “La novela es un género de mierda” (122). 5) La Revolución: “Toda revolución es eso: un cambio de poderes” (130); “Desde este lugar pedorro que me toca,/- escritor de ficciones -/incito al pueblo a tomar las armas/de manera urgente , pues no hay otra solución,… (16); “Yo soy de la clase que desde hace años/sabe que nada va a cambiar,/y por eso no me creo las promesas de cambio/ni las buenas intenciones” (15). 6) La Revolución de Mayo: “No querían el poder para el pueblo, si no para gobernar ellos. Esta revolución fue una farsa, me hubiera gustado que la Corona siguiera gobernando. ¡Que nos domine un extraño antes que el propio hermano! Pues al extraño lo podemos destruir, ¿pero qué carajo hacemos con el propio hermano!” (130). 7) La Historia: “Subrayen algo: la historia es copia, o fotocopia, del presente” (121). 8) El historiador: “¡La historia la puede escribir cualquiera!” (123). 9) La propia novela de Cucurto: “¿Qué pienso de esta novela? Que tengo que salir tirando piñas sin parar, porque si no los boludos de siempre que nunca escribieron ni leyeron ni fundaron nada me van a destrozar. Es la ignorancia del ser humano, voltear todo lo que se mueve. Tengo que salir a matar como un boxeador, si no le sacan el pan de la boca a mis hijos, ¡un boludito que escribe en un blog o tiene 3.000 caracteres en un diario no le va a venir a sacar la comida de la boca a mis hijos!” (122). 10) La crítica: “¡Ya bastante tengo con todos los chetos de la literatura que me bardean desde sus playas de mantenidos y herederos! ¡Me interpretan y me toman en serio, mientras es muy sabido que sus mujeres les meten los cuernos! (233).
No es mi caso: lo mío es chupar la pija al boleo, y el onanismo interino (total: soy otro – de última -).
Soy de otra época: me quedé en Puig, Copi, Aguas Aéreas, eso.
Todo es histeria y reviente si. Pero también es en joda.
Algunos personajes: Cristo es el primer gran puto de la historia humana (32), Mariano Moreno tiene un clítoris en el ojete, la Primera Junta son algo así como los primeros precursores de la crema del stablishment procesista (129), San Martín – el protagonista principal de la cosa – es también puto, puto conflictuado y drogón. Reconocer que es una cierta avanzada sobre el libro de García Hamilton publicado hace algunos años que anunciaba que el General era medio jeropa o algo sí en su juventud en la península. Con mi sistema se aprende más que faltando a clase escribió hace ¾ de siglo el Filósofo Nacional. Más o menos por ahí, en esa onda, el libro de texto de W.C. podrá también servir para los niños dark que no quieran ir a la escuela porque el Padre Áulico de la Patria los espera, como dijo el tano ese de los 80. Ahí está mediando Cucurto, entre aquella respuesta ochentista under a la propuesta de la aplanadora escolar del relato homogenista desprendido del ochentismo anterior: el de la Generación del 80; pornonaif reposición postluquiana a la imagen de la historia que estableció Anteojito. Da la sensación, parece, que el pensamiento de Cucurto (al final es un personaje no olviden) se vuelve un poco clase media baja, monotributista de maxikiosco en crisis más que border-lumpenvillero. El “microfascismo barrial” que llora Tabarovsky ¿no?
Así en la página 138 (todo esto es para quien quiera ahorrar la lectura, yo le voy pasando todas las opiniones oooohhh de este almacenero de barrio post “Diario de Poesía”, el interesante efecto Frankenstein que opera el cucurtismo) Cucurto hace el ajuste de cuentas con todos sus independientes editores históricos: “A veces pienso que soy una máquina cualquierista, una máquina humana explotada más, y que mis editores siempre me usaron para bajar línea, para hacerme pronunciar las palabras que ellos querían decir y no se animaban ”. “Mi homenaje a estos editores, que además eran negros como yo, y creían en la literatura y la cultura (a diferencia mía), auténticos amanuenses y visionarios. Ahora en cambio estoy en manos de los editores blancos, y escribo como quien obedece: escribir es agachar la cabeza”. “Si no se es chanta, no se es escritor” (207).
La vulgaridad obvio que es un lujo (es un lema que sostenemos en mi casa). Primero que nada de las clases dominantes (Cucurto como lujo de Emecé). Y está bien que se confirme como un lujo para todos, comenzando por los pobres y este derecho a darle duro combatiendo al capital de la calidad (palo para Aira)…
Puf, comentar libros es más tedioso que leerlos. Se puede escribir desde el lugar del quemado; se pueden hacer los comentarios desde el lugar del que está de vuelta. Me duele la cabeza. ¿Por qué alguien, el presente narrador-crítico, se pone a tipear y transcribir la colección completa de los enunciados top de este libro? Resabios de mi (ni) otro rosarino gorila y burgués que pasó largos períodos de hibernación de la universidad ¿no? Si antiguas fotocopias de teorías sobre el populismo de Laclau ameritaban este tipo de operaciones por qué no aplicarlas al presente cucurtista?
“Con la punta de mi pija, con sangre y puntitos de mierda en un acto cucurtiano escribo, puto, no bailás cumbia, no tenés merca, servís para adornar una biblioteca en Rosario de una editora de monografías de lúcidos alumnos, me doy un saque de pala y te la voy a meter por el culo las letras negras de tu prosa careta” (220).
Son las maneras posmenemistas de la falsa histeria actual: el estancamiento-desastre sacado de la anticuada clandestinidad exclusiva. La cualquierización de Borges es un Proceso de Demolición Nacional que lleva años y ahora sólo encuentra actualización y entidad definida. La gesta cucurtiana es también un ready made. Cucurto es el portafirma. Hay una interesante teoría en ciernes, tal como dice el narranegro en la 220: dice pero si yo no leo, yo reescribo como puedo a Borges “que quemó mil mentes de topus como el lambo, bioy o las ocampo”. Coletazo último de la Gran Parodia (traición Zelarayán): ¡qué bien definida!: reescribir como una imposibilidad de leer. Parodia y crítica atacan para el mismo lado.
Crónica T.V., para cerrar, de una muerte enunciada: “¡Son todas caricaturas! ¡El estilo Crónica se impuso! Cómo pasa el tiempo, qué joda fue el alfonsinismo, el menemismo”. Un poco Cucurto se queda ventrilocuado por el Todo, por el Gran Público, por la Voz del Pueblo, la Bombonera, por un mandato de vocería, un deber ser que en un momento a alguien le suena ingenuo y en otro tonto, y tardío, pero que se siente reverdecer al inaugurarse desde el nicho oficial de Emecé. Y bue,… pero Cucurto es divertido, porque, aunque ya dicho, o demasiado decible, todavía tiene qué decir. Otros son prelamboryinianos. Cucurto es prebequetiano.
Ya no hay novela que asuste Cucu.
Uf, qué aburrido es hacer del crítico inteligente, este sí que es un papel pedorro. Bastardilla y…FIN.
Ah Posdata: creo que lo que hace Cucurto, la cualquierización de Borges etcétera, ya lo habíamos hecho hace casi una década en la República Banana de la Sexta con Esquizia y Masshedoña. Bueno lo podría haber hecho lo hizo y lo seguirá cualquiera:
“Los llamo a que reescriban todos los clásicos literarios y los alteren y los confundan y los difundan, y los cuelguen en Internet y los regalen al mejor postor”.