“Era un garca; pero
lo que escribía era una garcha”
lo que escribía era una garcha”
Ojo Editor: garcando no garchando.
Una vez yo era chiquitito y se me ocurrió mandar unos poemas antipoéticos a un concurso. Era una revista muy famosa que me parecía una cagada. En eso probablemente todavía coincido conmigo, o sinmigo. Después, juro que no lo hice más. Digo a eso de mandar a concursos. Me declaraba desierto.
Era una antipoesía que no tenía nada de antipoético, además de nada de poético. Nada de chileno, y menos de peru-paraguayos. A mí las revoluciones me parecieron siempre conservadoras; son las que hay. Yo tomaba lo más reaccionario (o sea, digamos, a mis fines: revolucionario) de la poética de Borges, del Borges pos-vanguardia, el s. XIX, y la mezclaba con una especie de sintaxis girriana casi calcada (sólo lo matizaba con citas de Spinetta y García… raro ¿no?). Mi revolución consistía en hacer todo lo que no se esperaba de un joven poeta local candidato a ganar concursos. Y me salía. Me salía algo así como Wittgenstein formateado por Banch, una auténtica literatura para nadie, de izquierda… de izquierda kirchnerista quizá: conserva. Extrema izquierda conservadora. O al revés: no cambiar nada para que todo cambie, qué sé yo…
Bueno, para brevizar: resulta que compré el número siguiente y había ganado uno que escribía como Moyano actuando en Tadeys, como Barrionuevo prófugo en un acceso paranoico-fascista, como hijo no reconocido de la Tota Santillán con primer año completo en Letras… Paf dije, si es así mejor me dedico a la filosofía. Así que seguí ese camino tortuoso que no es el del genio, sino el de la estatización del idiota. Guatepeor, porque lo único peor que un enjambre de insípidos “poetas” profesionalistas, como esos imbancables, es una sociedad de masas de eremitas: la escuela de filosofía. Me gustan los boludos, pero que se cortan solos.
Después vinieron tiempos peores pero le debo a Cucurto, desde hace ya varios lustros, haberme dedicado a otra cosa.
Me sigue cagando.