A Tabarovsky lo llamaríamos por su nombre: J.T.P. de César Aira.
Tabarovski está cortado de la tela de Aira, evidentemente, y está bien. Estriba entre el Universitario y el… Universitario Invertido. Sus análisis extraficción escapan poco a los tics completos del analista doctoral mediatizado, el consultor con currículo de Estado. Su arte de la hipérbole y la paradoja es un superávit de Aira, con trueque generacional. Y llevado a la aguafuerte. Obvio obvio obvio: Tabarovsky es un escritor del público. Tabarovsky no tiene ni idea de lo que es ser un escritor sin público. Si yo fuera alguien un día lo invitaría a mi barrio para que los conociera realmente, independientemente de la mediación de sus teoremas denegatorios, a los pibes Kafkas flagrantes. Ah, queremos a Tabarovsky. Tabarovsky es más inteligente que yo, desde luego, y desde antes. Sociólogo renegado (mmmhhh) convertido a periodista sociocrítico con plus wildeano (el airismo ¿no es al wildismo actual, aunque se esconda?). Si o si: la vanguardia es así. ¿Saben qué penoso es ser un escritor malo y sin público! Qué árido y qué… ¡completo! ¿¡Qué penoso es publicar sin escribir! ¡Escribir sin publicar! ¿Dónde estarán pregunta la elegía de los que ya no son: Los Pibes Kafkas! Tabarovsky es un obseso del canon, un arribista – de genio -, un profesional. Oh no, la sospecha, el sarcasmo, la ironía, la sátira…no. No… no queda más remedio. No es escribir en contra de; eso es triste. Queremos, nomás, aplicar lo que llamamos el método-Gombrowicz: la voluntad de joder. Joder se sabe, es una forma de saber. Joder por joder, o joder por saber, en fin, da lo mismo. Es el Autómata-Crítico que, no obstante, da en medio del fangal perlitas revelatorias, aunque éstas inmediatamente se alteran y mutan en espejitos de colores de la obviedad. O sea, va con onda, loco. ¡Qué joder, esto es un encomio! Yo quisiera ser su amigo. Estamos a favor de Tabarovsky. Por ahora. Mañana no. Hoy literatura es Tabarovsky. En serio.