La filosofía tampoco se debe tomar en serio, se debe ejercer sin aplauso. En lo primero los nerds están de acuerdo conmigo: simplemente son solemnes, no la toman en serio. En lo segundo aplauden, no ejercen. Estudié filosofía porque no había una Licenciatura en Dadaísmo si no por supuesto no la habría estudiado (ni a la de Filosofía ni a la de Dadaísmo, obvio). Para un kosmopolites, para un ciudadano del mundo, categoría de personaje conceptual y tipo social inaugurado –inventado bah- por Diógenes si no por Antístenes, residir en su patria, quedarse, es el exilio, el verdadero exilio: el exilio innato. Ser siempre el otro de los suyos. Desde la Teoría de la Caverna –no le llamemos mito o alegoría- el grueso de la filosofía mundial –y probablemente desde la modernidad buena parte de la literatura- se organizó en una idea exagerada que no es exactamente la misma: el héroe filosófico o literario, el personaje del mito o bien el narrador de la fábula, es un exilado a perpetuidad, un extranjero en el mundo: los existencialistas fueron los últimos en respirar en el vacío. Luego siguió la sofisticación ya insufrible del posestructuralismo anarco-académico, desbarató con su asalto interdisciplinario al calor de sus anormales y hombres infames. Si el Mundo de las Ideas es el útero-consuelo del momento efímero en que el filósofo es filósofo, estado de gracia o beatitud pasajero, o es el hogar dulce hogar posmortem hacia el que camina juntando miguitas, es según el caso. El Reino de la Libertad que viene después de la Revolución es del ramo. También hay platonismos coartados en su fin, formas del nihilismo contemporáneo que se prometen poco y nada. Los Artaud o los Pizarnik que cantaban mi reino no es de este mundo juegan en ese club. El cínico, en cambio, era más optimista: pedía faltar del pueblo, que lo echen de su patria. Ubicado como meteco, se reencontraba en su ser: ser foráneo. Diógenes en los caños de Atenas era un tipo realizado. Un Diógenes en Sínope, vitalicio, hubiera inaugurado la era moderna. El individuo de hecho –el idiota- es el exiliado en casa, el extranjero de su barrio. Borges revistió esto con su glamour de palermitano-rata (de biblioteca) (cuando todavía no había en ciernes ningún auge del “ethos palermitano de estetización de lo plebeyo”): era la Teoría del Europeo Nacido en el Exilio. Un cosmopolitismo de felicitación a Videla, que había perdido todo lastre lumpen; volvió al útero: celeste placenta: la Cultura Universal. (Las mayúsculas para evocación del calificativo de David Viñas: “Ángel de la Cultura”).
23 fecha clausura
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