(Intervención
del profesor P.)
En cuanto a la lengua muerta
deleuziana si se sigue escribiendo a boca abierta pero empleada como un útil de
la denegación más infantil apenas se siente amenaza o interpelación eventual
por cualquier sentido suelto convertido en fantasma del éter ¿qué podríamos
sobreañadir que prolifere avanzado sobre la tristeza de lo que es necesario y
obvio a la vez? Pierre Menard, lo sabemos muy bien, es el autor de cualquier
obra. Su “cuasi divina modestia” no sólo era capaz de todas las ideas, se
especializaba en una forma de resignación irónica basada en la
“transvaloración” autoinducida (…más tarde tampoco lo explicaré). En cuanto al
llamado escándalo, propósito central de la actividad antifilosófica del cinismo
antiguo –i. e. quinismo- vemos que sus condiciones contemporáneas son muy
disparejas, lo que nos lleva a pensar en la naturaleza, por decir así, del
“quinismo de la cultura” o “diogenismo del campo cultural (-intelectual-literario
etc)” que hemos formulado. Evidentemente su última e improbable versión
histórica fue el sinuoso èpater le bourgeois dentro de la esfera del mundo del
arte, y se trata del gesto de un tiempo muerto que no parece poder volver. La
burguesía –para el caso, sea lo que fuere- no se escandaliza más con las
gesticulaciones del campo artístico por marginal que fuere sino que más bien
las paga y promueve, o apenas si puede llegar a percibir cierto escozor con
aquello que no puede ser aceptado por el campo cultural ni ser tenido por
expresión artística; en cierto sentido la burguesía es impenetrable o más bien
no existe, quedando en su relevo un gran público, el sentido común pequeño
burgués que oficia de moral patrón cuyo campo de acción normal prefilosófico es
el cinismo estándar; los escándalos acá son siempre más impostados que reales
sean de cuño quínico o cínico sus efectores. Es al interior de los
¡heteróclitos! nichos culturales (hiere la palabra) donde pueden acontecer –aunque
no donde se los señala y denuncia- modestos escándalos secretos: allí, donde la
moral suele articular un papel de inversión especular respecto del exterior
social general dominante- el “cinismo” –desde el punto de vista externo- puede
devenir quinismo (de la cultura), revertir su carácter. En la siguiente entrega
revelaremos aspectos descripcionales de ese cinismo que, al contrario, en su
operatividad de campo, es un quinismo. No es al burgués al que hay que asustar,
propone una propuesta, sino a su angélico doble de campo –qué importa quién es
en vida- que se cobija en los valores estables de la cultura con expresar a
viva voz lo contrario imaginándose que versa en el desierto o en el afuera
animal del mundo. Son curiosos los accidentes que prodiga el hipotético poder
haciendo aparecer el alma bella donde no tendría jamás cabida. No se trata en
sí mismo como se imagina el biempensante a la defensiva de un experimentalismo
microfascista, se trata –peor- de un ejercicio dentro de una dimensión
actual-discursiva, lectural, lo que se experimenta en todo caso no es del orden
de lo afectual-subjetivo. El quinismo cultural trabaja con las armas de su
presunto enemigo, tergiversando dentro de un mundo interno de valores
invertidos. En definitiva: cómo lo que es cinismo universal opera al contrario
como quinismo en la cultura. Vemos que el mundo se complica; es –fatídico- lo
siniestro, si tuviera un nombre. Lo quínico puede valer como cínico y
viceversa, lo que en una esfera es tal cosa en otra tal otra; ese
enrarecimiento puede ser el objeto de una “crítica de la razón quínica”, lo que
no se trata de una simple impugnación sino de una exploración de sus
condiciones de posibilidad. Si el microfascismo puede ser una experiencia, eso
es algo que competerá a la etología ética; pero no se trata de la vida
(fascista o no-fascista, filosófica o no) ni de una axiomática para la acción
social sino de esa impolítica de los envíos-textales –lo contradiscursivo-,
inciertos acaecimientos del ton el son y su sin. En el próximo brindis
versaremos sobre la relación entre Tanguito y Javier Martínez o sobre la
necesidad o no de disertar acerca de Brian Jones. Buen día.