La ley histórica de la literatura, del arte:
Cada vez hacerlo peor.
Por decirlo así… ¿el primero en cagarte? Imaginarse que uno empiece, de alguna manera suele ser así en este país, con Borges. La gente se tortura en algún momento de su vida por intentar escribir así. Y al final, en un año o en dos días… se logra. Uno sube esa escalera y la fatiga: se fatiga. Y al final la suelta, como después de un Tractatus. De pronto un día, uno cae en Macedonio, paf. ¡Pero este tipo lo hacía mucho peor… y era mucho mejor! Y al otro día: … Lamborghini. La literatura es ese recorrido: se va de mal en peor. Y de pronto cuando parecía que narrar más de un párrafo era imposible y la peor de las estupideces… Aira. De mal en peor… cada nuevo escritor va habilitando algo que antes estaba prohibido, prohibido por malo, por obvio, de mal gusto, pero que… de pronto… como milagrosamente… se vuelve: lo mejor. Y se pueden volver a narrar 20 páginas de tonterías peores que el peor Cortázar de barrio con tal de que en un bache…pin: todo al joraca. Y así hasta que llegamos como al origen, como a un punto cero de no-literatura (¿es Barthes al final?), como cuando se arranca, de tanto cada vez hacerlo peor se llega al peor de los pecados: haber sido feliz. Y uno que quiso subir sin escalas… y al final… ¡era la pentatónica! Escribir como uno hubiera escrito antes de escribir: uno se topa, al final, con sus vecinos: con los de Eloísa Catonera, la Joven Guardia, y al final resulta que hay que escribir como si la historia de la literatura, peor: como si la literatura no existiera. Aira, Aira… el último que te cagó. Ay, Aira era demasiada “calidad”, capitalismo de la literatura: Balzac con Jarry abordo más Borghini y Lamborges: todo… ¡todo un boludo! No, ser un ama de casa border entre pañales la tele y la disco. Y si.
Ved: