(“Ensayos Bonsai” de Fabián Casas)
Leídos en el medio de la mar de Internet los artículos de éste ulterior libro eran una cosa. Es evidente que dejan de serlo, se hacen otra convertidos en libro; no sólo en libro, en libro lujoso, en un artículo-Emecé. Fuera del prestigio del nombre, autoral, en el medio de la infinita, de la monstruosa e impersonal Biblioteca del Presente de la Web, para un lector desapacible, no demasiado apegado a la trama de la mitología de autor, en este caso de autor emergente apenas ex joven en vertiginoso ascenso a primera, esos petit ensayos, en cierta manera, en su forma, ortodoxos dentro de las delimitaciones del estilo general del género en el medio – la Web ¿no? -, provocan un determinado efecto, que resulta muy distinto en esta segunda instancia ya en forma de libro de la colección de Emecé. Al menos es lo que sucedió en la experiencia de este cronista. Mi nombre es Pirulo, critico libros. Y gente.
Pero se puede presumir con bastante probabilidad que es una experiencia poco subjetiva. El arte de la escritura, en este momento de la historia, está condenado a vivir en dos mundos. La Web y el Libro, que son dos mundos aparte que alteran seguramente los efectos de una lectura de una manera cabal. Una misma cosa – texto – en la Web es una cosa, en el Libro otra. Nos encontramos, señores, ante una nueva esquizofrenia rotunda que surca el cerebro del lector actual, diremos del lector actual de literatura, que, como el héroe de la modernidad de Berman, vive, mejor dicho lee, en dos mundos. Si, la experiencia literaria es hilemórfica. Comprende una forma que es el texto pero con un sostén material, hoy bifurcado, que incide, parece, dramáticamente en su circunstancia. Un problema para el lector y el escritor que trabajan o fruyen en ambos frentes. Ya la escritura misma era una esquizofrenia clavada en el habla. Hay tropos para el libro y tropos para la Web, efectos de estilo para uno y para otra, y en este período de la historia mundial de la lectura, donde todavía no se asimila el impacto estético del nuevo bipolarismo, comienzan a suceder cosas raras.
Pensé: debe de ser el “efecto Aguafuertes Porteñas” versión dos (Pero no sé muy bien lo que pienso).
Uno, yo, Pirulo, como evidente y ejemplar lector bipo leí de dos maneras bien distintas un mismo texto que en la Web, al margen de las perspectivas de las cosas, ideas y pasiones que allí se enuncian, como estilo y sus efectos, no daba impresión otra que la de cierta venia con el común, versión afortunada de los comunes declives de un estilo al cabo colectivo, pero que leídos dentro de una cadena de lecturas que es la del Libro y sus eslabones son la historia del ensayo ocurrió en esta subjetividad sin sujeto que critica libros – yo, uno: Pirulo – una impresión de revolución y novedad rotundas. De pronto me imaginé que todos los pibes de barrio leidos íbamos a empezar a publicar masivamente “ensayos” en Emecé – ¡en la cadena de Borges! -. Sería bueno… ¿O no?