11/6/08

Un Lugar Común Adolescente


(Sobre las “Divagaciones estáticas” de La Rana)




Es mejor estar en la literatura
con los nudillos colorados
que con el culo roto
[1]





El título probablemente es autoirónico: nadie dudaría de que son estáticas. El papel del melancólico, o como escribió graciosamente Germán García del “idiota que reclama que le sea reconocido un saber” fue siempre una fija de la literatura argentina, un visaje que siempre encajó bárbaro en el “escritor nacional”. A esto le agregamos un plus de nostalgia, y está todo dado. Claro que, evidentemente, es un anacronismo deliberado, porque la posta, ahora, generacional, es el talibán. La cosa se puso más dura y ahora para sobrevivir en el medio hay que jugarla de talibán, neomonto, titán en el ring, patovica, neonazi, pibe chorro, neobaronbiza, peronista aireano, qué sé yo diría Michel M. Además no creo que nadie le pueda tener miedo a alguien que escriba, a alguien que pide asustar para poder entrar al sistema de la literatura nativa. En este sentido aconsejo leer lo que dice un talibán sí clandestino – bueno… en realidad… - respecto del talibán oficial de la literatura nacional, a quien seguro el autor de las “divagaciones” tiene por lo más parecido a la “vida” que conoce: un hacedor full time de canonicidad que opera a base de gritos, dice coger bien y tener guita para retener lectores que de otro modo se desbandan rápido de sus prosas (la versión sociable et gentleman del realismo cocainómano O. L.)[2]. A la dialéctica entre la vida y la literatura también habría que beneficiarla con el “veto de lo absurdo”, es que es un tema de risa, cayó en el saco de la parodia, o en manos de Aira. “¿Qué hacer? ¿Vivir? – dice “Cumpleaños” - Es ridículo, un lugar común adolescente”. Las estáticas divagaciones están tan lejos de Rimbaud, de Artaud, de Gombrowicz, de… qué sé yo, por citar uno cerca, de Barón Biza, como de Buenos Aires. Perplejidades de un joven provinciano… en el bar de la Ciudad Universitaria. Más bien en esas plañideras sintomatiza un destino de la misma revista: obstaculizar la vida, y la lectura es una forma de vida, poniendo en el medio la literatura, como objeto de culto, como, entonces, cultura. Defender la “vida”… desde la nostalgia. Aunque nadie pierda sino lo que no tiene ni ha tenido nunca como dice el poema. Defender la “vida” a partir de artículos organizados cómo cúmulos testimoniales de neolecturas consagradas desde una trinchera en donde sólo caben enunciaciones de libros reseñados, de un recensionista romántico, íntimosubjetivista, meticuloso pero afectado, es… raro ¿no?.. ¿la torre de marfil autoasediada, autoboicoteada? No, en torres de marfil – como se decía en una época - vivirían los Rimbaud si pudieran en esta época sobrevivir, si no vinieran con abandono previo de escritura, si no fueran inéditos forzosos y ninguneados. Reclamar el regreso de la vida y la experiencia se debería hacer por lo menos en silencio elocuente, y no facturando párrafos atestados con documentación comprimida de lectura obligatoria al día. Por otra parte Buenos Aires, incluso Córdoba, están llenos de escritores adolescentes (o sea menores de 35 años) que más bien proponen demostrar lo contrario, que sólo hay experiencia de vida, organizada colectiva, molar o incluso tribalmente, que lo que tornó imposible es el aislamiento de una subjetividad replegada sujeta a la distancia del veto de la experiencia continua de la vida ordinaria. Será un tipo de vida alienada, una sangre demasiado poco literaria quizá para ese sistema morboso del gusto. Se trata evidentemente de la queja de un vampiro crítico al que le aumentó el costo de vida.

… de onda, ojo…





[1] http://www.wimbleblog.com.ar/2005/03/color-note-schavelzon-sega-una-paliza.html




-La vulgaridad es un lujo-

Susvín... rompió


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Un idiota que reclama que le sea reconocido un saber...