20/1/12

REPORTAJE A SÓCRATES

(C. Olagán Ruci, Ed. Pomelo Almada, Va. Diego, 2012, 561 p.)
Ningún hombre sensato osará confiar
sus pensamientos filosóficos a los discursos
y, menos aún, a discursos inmóviles,
como en el caso de los escritos con letras
Plato, Seventh Letter
 
 “Yo soy el monarca de las cosas que he dicho y
ejerzo sobre ellas un imperio eminente: el de mi
intención y el del sentido que he deseado darles
 M. Foucault, Histoire de la folie à l’âge classique, Préface

Víctor Arnulfo Fumero –“el Pollo”- es un joven filósofo rosarino excepcional, por ese motivo ha fracasado rotundamente en la universidad y se ha tenido que refugiar en las catacumbas del saber privado. “Soy –dice parafraseando a Schopenhauer- el Kaspar Hauser de los profesores de filosofía”. Pero no es un filósofo en el sentido actual, un traductor experto en pies de páginas, un resencionista de novedades editoriales, un filólogo y doxógrafo adaptador para el público semianalfabeto local de doctrinas en boga. Es un filósofo en el sentido antiguo, capaz de dominar todos los saberes, desde la gramática generativa transformacional a la física cuántica, de la hermenéutica analógica a la topología algebraica, de la sociología de la cultura a la nanotecnología. Es auténticamente un sabio, un sabio loco que como tal ha desarrollado en su biblioteca-laboratorio ubicada en los sótanos de un antiguo cine de barrio –donde mora cual fantasma de la ópera del campo epistemológico- una máquina del tiempo, con un solo fin: remitirse al siglo V antes de JC y entrevistarse con Sócrates, su ídolo. Cree que el más sabio de los atenienses de su tiempo –como bien lo hubo revelado el oráculo de Delfos- ha sido espantosamente tergiversado por sus albaceas, “principalmente por el mariquita contrariado de Platón”, quién lo ridiculizó más incluso que el guasón aquel llamado Aristófanes que lo describía como un lunático que se trepaba a los árboles. “Por culpa de esos mediocres tenemos hoy esta era nietzscheana ganada por el triunfalismo de los sofistas y las pelotudeces insustanciales de los poetas”. Efectivamente, Nietzsche había coronado históricamente la “afrenta al socratismo” llamándolo “el primer alucinado del transmundo”. “Munido” de un grabador de periodista Víctor Arnulfo –el Pollo para sus antiguos amigos del barrio- arribará a la Atenas gloriosa con los fines de obtener dos cosas: un “Reportaje a Sócrates” y un autógrafo. Lograría con esto último, por lo demás, lo que hasta el momento sólo había podido conseguir –de manera harto dudosa- un hombre en su país y en el mundo: “leer a Sócrates”. Son los oscuros años 90 y ese hombre es por entonces el jefe máximo de su país, un incomprendido filósofo-rey a quien la turba elitista toma por un burro, cuando en realidad es un experto en Jacques Derrida, un auténtico “pantextualista” que ofendido por las absurdas ínfulas de cultura de la clase media moralmente dominante, se ha propuesto cerrar de una vez las obsoletas y presumidas carreras humanísticas y utilizar ese dinero para financiar el viaje en el tiempo –“la exotopía encarnada”- de aquel otro “humillado epistémico”. Reportaje a Sócrates narra las peripecias que envuelven al joven prodigio rosarino –convertido en el “primer paparazzi filosófico” de la historia- en su afán por conseguir los testimonios del maestro y su regreso “triunfal” al mundo presente revolucionando los estudios historiográficos, elaborando por fin una “escuela filosófica argentina original y líder en el mundo” (el sueño ampliado de Juan Bautista Alberdi) y acabando con la falsa dicotomía mundial entre los neoplatónicos-lacanianos y el “platonismo invertido” de la gauche nietzscheana y con “2.500 años de confusionismo y sanata”. Una parábola apasionante.



-La vulgaridad es un lujo-

Susvín... rompió


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Un idiota que reclama que le sea reconocido un saber...