30/7/11

LEVE MEGALOMANÍA


Parodias de parodias de parodias ¡no! ¡La puta madre! Entonces que sea otra cosa lo que quería hacer… es que el rock pasa y la estupidez queda. Y tu felicidad… tu felicidad me aburre. Contando lectores con los dedos del muñón, megalómano levísimo: diez hectáreas de campo cultural y listo. Sobra. Con eso me arreglo. Soja, también es lo mío. Pongo soja. Al final lo que yo también saco es cualquierismo: soja. Abrí el blog, conté cómo cojía (vamos: me bastaba poner esa jota para tener lo suficiente de filtro discursivo, de guiño au lecteur), pegué unas cuantas puteadas y: ADENTRO. Tengo mi hectárea en el campito cultural. A) ¡Ah! ¡Vía, vía! Un Ha. Una B. Un ave. Sobrevivir al texto es aquello que queda por resolverse, una inminencia y algo que no se sabe. Porque es aquello que estaría empezando cuando el texto termine. O el texto termina o termina uno. Uno termina el texto o el texto termina con uno; uno sigue y el texto termina o uno termina y el texto sigue. Que el texto te sobreviva no es más que pensable- dicho esto en cierto sentido kantiano-; pero inverificable. Pero sobrevivir al texto: ¿es la tarea? Desde este punto de vista estar escribiendo no es suspender la vida, sino prolongarla. Mantenerla, estirarla, por el texto mismo, en su inminencia de cese. ¿Aquello que se llamaba autor no es lo que termina con el texto? No poder contar el cuento, no contarlo, puede ser una forma de prolongar el texto, extenderlo en la inminencia, temor, de que –si termina- uno no sobreviva: no pueda contar el cuento. Había un avestruz.

21/7/11


[San Martín y Gaboto]

16/7/11

NI PERUCAS NI GORILAS: ¡BIPOLARES!

( X³,"El Antilíder", ed. Del Trinche)


Cuando los textos de X³ se hacen presentes esperando la feliz indiferencia, a veces, al contrario, entre los rictus de risa o pánico inmediatamente advienen el rechazo, el malestar, la indignación, la mofa, la exasperación, y así y así. Surgen preguntas. No tanto ¿quién podría haber escrito esto? Sino ¿quién lo publica? ¿por qué? ¿Qué es? ¿Qué pretenden estos enfermos mentales? ¿Se trata de un loco guiando a un loco? ¿Un bromista guiando a un loco? ¿Un loco a un bromista? ¿Es uno? ¿Son muchos? ¿Es un experimento editorial-literario? ¿Una broma de mal gusto? ¿Un documento de un caso de paranoia social aguda?... Siendo así se entiende que esto ocurra. ¿No es esa incertidumbre –pregunta un optimista que pasa- la que se ha propuesto despertar cierta rama del arte de vanguardia por ejemplo? Si uno piensa en los anxious objets de Rosemberg, podría encontrarle un sentido afín a este objeto textual, a esta operación editorial. ¿Podría tratarse de un intento de comulgación literaria –escritural al menos- del art brut con el shock art? Podríamos remitirnos a unos dos mil y pico de años atrás y reparar en Sócrates, ya que estamos ante una pieza con connotaciones teoréticas. A Sócrates le llamaban atopos, sin lugar. El sin lugar, extraño, absurdo. Un sujeto-instancia anómico, inefable, que sólo llevaba a deparar anonadamiento. Efectivamente ¡es tan difícil no gustarle a nadie!... que no parece haber manera y hay que apelar a cualquier recurso con tal de ser excomulgado incluso por los autoproclamados “cualquieristas”, esa troupe bastante uniforme y ortodoxa en su terquedad colectiva que no parece estar dispuesta a admitir la menor disidencia ni en clave de broma. Pero todo esto es demasiado, acá no hay nada que justificar. Es como un faul, un ful, un simple ful y por el gusto de hacerlo. Ni siquiera es en broma. Nada. Pedimos indiferencia, la indiferencia que se debe tener ante un simple hecho. Hay que tener un proyecto irresponsable.

***

La izquierda es una parte de la derecha. ¿Deja algún otro saldo que ése la sabiduría del Antilíder? Una sabiduría inútil, espantosa. Pero no la del espanto borgeano ¡la del verdadero espanto separatista! La del que –como pedía Zaratustra- se va a la Montaña. O mejor –a lo Mahoma- deja advenir a la Montaña. Mete su montañita en medio de la ciudad, por eso es una montaña tomada, algo peor todavía que la antigua “Torre de Marfil asediada” del poeta Marechal ¿no? Y entonces llega la comicidad horrorosa. Metamos cita, una que sepamos todos. Un párrafo de Trento de L. Lamborghini: “Soy un hombre-sótano. Pensante. Un pensamiento que ha venido tomando forma de sótano. Soy cómico y, por tanto, subversivo. Sótano. El vicio cómico encubre mis verdaderas intenciones. Reserva mental. Y pienso: mi vida es una permanente contradicción que se resuelve en una permanente duplicidad. Yoes: ¡Chist! Perseguido por mis fantasmas mentales. No hay salida para nadie y para mí menos que ninguno. Soy un archipiélago de ideas desconectadas que cuando se conectan producen monstruos. Soy una mente dividida, una máquina cuyo descanso consiste en maquinar todo el tiempo”. Procopius, el personaje de esa novela pedía: “Escribir sobre lo serio en lenguaje cómico; escribir sobre lo cómico en lenguaje serio. ¡Señor, dadme esa gracia!”. Pero en X³ no hay gracia, salvo la que hace la desgracia. En él sí podría rigurosamente aplicarse, –quiero seguir con la cita que tengo a mano, para qué ir más lejos, manejo tres acordes- de ninguna manera en sentido lato, esta incitante definición de Procopius: “¿Qué es un poeta? Alguien que escribe y no es escritor”. Bien. Literalidad. Éste es el caso, acá sí que se aplica, pero en serio en serio.

***

En El Antilíder, tercera obra de X³ escrita con enorme justeza y mal agüero en los últimos meses de 2010, el eventual panfletarismo paranoico-fascista –sea literal o literariedad- parece periodizarse, politizarse, se pliega a la manida “politización” ambiente que domina nuestros días, a su modo, siempre al calor de la lengua del enemigo, en cierta forma uniéndose, no pudiendo contra ellos. Al contrario, el lema esquizoide-nacional es siempre “al enemigo todo”; por eso El Antilíder no es una oda contra el verticalismo, ni se queda en la denuncia de la fabulación colectiva y la mistificación propia del peronismo ora de izquierda o derecha. Sólo se propone seguir despoblando el desierto, y por eso, por la negativa, que es el modo más sutilmente eficaz, se termina coronando como un canto de alabanza de lo que a primera vista denuncia, el más grande documento proselitista a favor del “Líder” ofreciéndose como íntegro martirologio del despropósito pleno en el exacto instante histórico en el que prosperaban a granel las necrológicas. TN puede desaparecer. El Antilíder quiere.

12/7/11

Geneva is not here
[Recoleta -cementerio-]



Recoleta

9/7/11

-Haciéndole creer al lector que hay un guiño que no hay, cuando se está diciendo todo.

-¡Uh!

6/7/11

Forma de contrarrestar un pedido de prólogo



Vega querido:


«Ne pleurez pas en public». La escritura es la mujer, es la muerte, etcétera. Se ha dicho. Suplente del habla, lengua del ausente, etcétera. El que escribe no está, porque en el empeño por traer con la escritura lo que falta o lo ausente o lo imposible, se borra en lo inestante y el objeto se hace la escritura misma, lo que está. Cuando el solipsista escribe deja de serlo. La solipsista, la escritura, absorbe al escribiente y a la escrita. Unida, pero llenando un vacío con otro vacío. El que escribe va leyendo, escribe para leerse porque escritura y lectura son lo mismo: diferencia en acto. La excusa de Ricardo Zelarayán es irrefutable y bienvenida: “escribo lo que quiero leer”. Basta uno para haber un mercado, es probable que Héctor Libertella haya querido enseñar eso. Lo que se conoce como literatura incluye en su concepto lo que se conoce como mercado, donde su sistema de valores y mercancías no se articula necesariamente en la medida monetaria. Escribir para leerse bien. Pero ¿publicar?
El medio editorial argentino trae hordas de escritores que hablan de “lo nuevo”, otros del “presente”, y otros que dicen que la literatura es un tiempo que pasó y que los escritores están todos muertos. Repiten lo nuevo, retrasan el presente, se ponen la ropa que el occiso dejó, recauchutada. Como se ve, son dos los anacronismos básicos: los que están de moda, y los que no. C. Aira escribe: “La literatura ha muerto y yo soy la prueba viviente. Mi contexto ya pasó.” S. Llach escribe: “Los escritores están todos muertos. La literatura es cosa del pasado. Quien entienda ese hecho social, entenderá mejor la época. La literatura ya no existe más, sólo existen la escritura y la lectura masiva en Internet”. J. Terranova escribe: “Yo busco eso, que en verdad es una reescritura de una frase de Hegel: hay que animarse a ser contemporáneo de uno mismo. La sola existencia en un entramado social no determina que uno sea contemporáneo de uno mismo”. O. Coelho escribe: “el lector todavía sigue regido por una autonomía temporal y una historia privada que forma su gusto, y que probablemente acuda a un libro no para encontrar retazos de lenguajes mediáticos y actuales, sino para desalienarse de ese imaginario público y pasar a una dimensión en que las palabras significan y resuenan de modo diferente”. D. Tabarovsky escribe: “en el arte es imposible llegar tarde”. Alberto Girri escribió: “Sólo se es en profundidad contemporáneo al sumergirse en la contemporaneidad con la distancia del anacronismo”.
Se sabe bien que el (¡aj!) “sistema literario argentino” –una entidad quimérica que viene a ser la cruza del “Odradek” de Kafka con el “Aparato de Duhalde”- tiene el culo atravesado por un koan introducido por Osvaldo Lamborgini. Éste habla de publicar sin escribir. Es cierto que si uno mismo ya es su propio mercado escribir ya viene a ser publicar. La pantalla del Word puede ser el ejemplar escenario de esta epifanía. Todo usuario de Word, como mínimo, ya publica para sí e incluso sin necesidad de ninguna preexistencia manuscrita. El e-mail –lo que en nuestra protohistoria llamábamos carta- viene a ser el segundo grado en todo esto, la segunda expresión mínima de un mercado, el límite inferior de un público. La literatura de hecho suele entenderse como un sistema epistolar desquiciado, descabezado, al garete, donde la misiva no se sabe bien de quién viene ni a quién va dirigida, ni de dónde o cuándo. A todo esto mucho más ajustado que evocar que “con el número dos nace la pena” es no olvidar que “todo va bien, hasta que llegan los lectores”.
En los confines perdidosos del mundo no importa que los templarios del objetivismo hayan perseverado por años para condenar al arcón de los recuerdos al viejo neobarroco que combatía al neorromanticismo y sus obedientes hijos parricidas estén agregando otro post al post-objetivismo. La fórmula de Gilles Deleuze era: “un enunciado es literario cuando lo asume un célibe que se adelanta a las condiciones colectivas de enunciación”. Se conoce el caso de Hölderlin, un autor de la antigüedad clásica que sin embargo escribió en el siglo XVIII pero sólo fue leído en el XX. En el caso de aquel autor borgeano ubicado en un cuento del Jardín de los senderos que se bifurcan, es probable que haya resultado innecesario aplicar el adagio de Zelarayán: aquello que hubiere querido leer podría no haberlo escrito. Pierre Menard a lo mejor aceptaba que uno es su circunstancia, esa premisa de Borges. Pero igual era el autor del Quijote. El anacronismo deliberado –de hecho- es una técnica. El automático, una pasión. Se nace, y el mundo es nuevo. En él, en el mundo, pleonasmo o paradoja, siempre habrá algún lugar para un nuevo neorromántico.

«L'amour ne se confond pas avec la poésie.»




-La vulgaridad es un lujo-

Susvín... rompió


Foro fáustico-Kitsch de miseria a la filosofía, viveza epistemológica, patafísica nacional popular, metafísica nazianal pop, crítica en estado clínico, antipsicoanálisis en pantuflas, boludeces con criterio empirista de significado cognoscitivo, dadaísmo tragicómico, popestructuralismo de protesta, poemas platónicos, deconstruccionismo chabón, tango rolinga, paranoia ontoteológica, solipsismo de izquierda, falogocentrismo a martillazos, martillazos al falogocentrismo, esquizoanálisis microfascista, fenomenologías del transmundo, freudomarxismo new age, pragmatismo del reviente, pensamiento poco, yoísmo ayoico al pedo, hedonismo allende el principio del placer, diogenismo del doble discurso, cristianismo con Sade, say no more sin Tractatus, partuza del pensamiento abstracto, vitalismo funebrero, antifilosofía antipoética, surrealismo silogístico, peronismo gorila, menemismo progre, palo a la argentinidad y argentinidad al palo, rocanrol ello, existencialismo menefrego, hegelismo anarcodeseante, cross en la mandíbula a Kant.




Un idiota que reclama que le sea reconocido un saber...